miércoles, 1 de mayo de 2024

EL MIEDO A LA HISTORIA DE LOS HISTORIADORES DOMINICANOS

 

No he sido ni me propongo, a estas alturas de mis días, incursionar con ninguna profundidad en los entresijos profesionales de la investigación relacionada con la historiografía dominicana. 

Sin embargo, parto de la agradable sorpresa con la que sin fe ni esperanza predeterminada, me hizo reflexionar esta saga dramática sobre uno de los personajes dominicanos peor estereotipados en su condición de conductor político, merito alcanzado, sin dudas, a partir de su monstruosa capacidad política para desdoblar su igual portento artístico,   literario y pragmático científico-social, del que con tanta negación, nosotros, los más que dolidos y lastimados por sus atropellos ideológicos, culturales, materiales y morales  aun  sentimos sus latigazos. 

Claramente, me refiero al histórico personaje de Joaquín Balaguer. Sin embargo, me vale su reconocida historia reciente y vivida por mi mismo, para comparar los miedos que aun hoy, sobresalen escenificados, protagnizados, precisamente encabezados por los mismos historiadores e intelectuales, apologetas del balaguerismo. 

Me refiero a ese miedo casi patológico, valdría decirse que hasta supersticioso, que todavía caracteriza el hacer intelectual de tantos historiadores, políticos, sociólogos  y relatores asustadizos, que rehuyen, como el diablo a la cruz de los cruzados, tocar,  ni con el pensamiento, la realidad histórica referida al personaje de Don Tomás Bobadilla y Briones. Dominicano, hijo de migrantes españoles, convocador principal que logró reunir los conjurados disidentes antihaitianos  que la noche del 27 de Febrero de 1944 se dispusieron  a desafiar, y  lo desafiaron, al regimen político-militar gobernante en la Isla de Santo Domingo, incluida la parte reconocida como Haití Español. 

El colmo ha llegado a los extremos de que libros completos, cargados con miles de alusiones a esa histórica gesta, han sido capaces de evitar la cita de ese nombre tan emblemático, comprometido hasta convertirse, en ser, precisamente, para ser, como lo fue, el primer presidente de la Junta Gubernativa con la que se iniciara La Nueva República Dominicana, es decir, Don Tomás Bobadilla y Briones, fue el preimer presidente dominicano. 

Ese miedo convertido en consuetudinaria mezquindad, extremecería a cualquier inquietado por este caso, que llegara a conocer los demás compromisos y ejecutorias correspondidas al mismo personaje, sobre el que, un decreto presidencia. dispuesto, precisamente por el Ex-Presidente Joaquín Balaguer, dispone los honores que habrían de servir post-morten, con respecto a la exhumación de sus restos. Ese miedo, ese suto con pánico, ha viciado sigue viciando ese infeliz comportamiento de esos  historiadores autocomplacidos en servirse de su temor a la verdad cando, al parecer, la dura realidad no complaces sus espectativas onomásticas, parentelares, religiosas o ideológicas en general. 

Diferentes a Joaquín Balaguer, Don Juan Isidro Jiménez Grullón, Don Roberto Cassá, Don Emilio Rodríguez Demorizi, Don Vetilio Alfau Durán, quienes sin, acuumular amores ni loas santularias, llegan a anotar y dar créditos reconocidos al controvertido personaje, quien, a pesar de sus posteriores distancias políticas,  llegara a designar a Juan Pablo Duarte, con el rango de General, varios historiadores, cometen la tontería de caer en una actitud negacionista, tan fanatizada y absurda que son capaces de negarle al citado personaje, Don Tomás Bobadilla y Briones, la redacción y concepción del fundacional documento bajo el que se funda la República Dominicana, obra histórico-político-literaria conocida como "MANIFIESTO DEL DIECISEIS DE ENERO", miserable actitud, antihistórica, anticientífica, de bajo signo sobre la credibilidad profesional, todo provocado por un patológico miedo al reconocimiento de la  verdad histórica.

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