Una y otra vez, día a día, el mundo recibe las repeticiones divulgadas a través de los modernos medios de comunicación públicos,-no siempre del todo veraces-, cargados de informaciones ofrecidas con espíritu casi deportivo, dando cuentas de las acciones destructoras festejadas con palmas y laureles entre unos y otros bandos luchadores.
Asistimos hoy a conocer y reconocer las exhuberantes virtudes de los avances tecnológicos más sofisticados servidos desde los más novedosos conocimientos científicos aplicados "exitosamente" en su capacidad para destruirnos los unos contra los otros.
A la vez que celebramos los fantáticos hallazgos logrados por geniales investigadores de las ciencias informáticas aplicadas a en favor de todo el conocimento científico, incluida, sobre todo, obviamente, las capacidades guerreras para destruir, como en los tiempos en los que se quemban las bibliotecas de los archivos históricos, las oportunidades de dedicar los mejores esfuerzos colectivos, al desarrollo común de la humanidad, hoy nos llegan las amenazantes advertencias de que, por el momento, las guerras escalan cada vez más, el acercamiento al desastre de la guerra total.
Leo con cierto dejo de sorna dolorosa, el penoso desgarro ofrecido por una informacion comentada por el sesudo intelectual R. Saint Amand, lamentando que unos momentos antes de ser explotada la vida de uno de los más altos dirigentes de una de las partes en guerra, en el Líbano, el citado dirigente acababa de concertar con sus propios contrarios, una desescalada de la guerra. Sin embargo, hemos de aprovechar para resonale a viva voz a Saint Amand, que "La Guerra es la Guerra". Los arreglos morales, reliosos, éticos, espirituales, se vuelven agua evaporada al calor de la biología de la guerra.
La Guerra es la guerra, los acuerdos, los tratados, las oraciones, no alcanzan, no pueden llegar donde alcanzan a llegar los infernales vientos de la guerra. Humanamente, biológicamente, materialmente, la verdad es que "La Guerra es la Guerra,
Nosotros, los humanos, dominicanos caribeños, colonizados y santificados por nuestra arraigada cultura cristiano-judía europeizada somos muy dados a poner Fe, Esperanza, Caridad y Perdón en todo nuestro proceder íntimo, convencidos y compelidos por nuestros comprometidos sentimientos nacidos "genéticamente" cristianos, pero, la verdad material, monda y lironda, es que "La Guerra es La Guerra". Olvídese Ud, como saben olvidarse los que hacen y ganan las guerras, de esa cristianidad promotora del "poner la otra mejilla".
La Guerra es la Guerra. Los camuflages son parte de la guerra, desde que el enemigo de Dios se camufló de serpiente y truqueó a Adán y Eva a quienes les hizo perder la felicidad vivida en El Paraíso. La Guerra es la Guerra.
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