martes, 13 de agosto de 2024

LA GUERRA ES LA GUERRA VI

Cierto, ciertísimo es que la  Guerra dirigida contra la información, aunque tiene una historia ancestral, tan antigua como el desarrollo mismo de la inteligencia vital, material, evolutiva, las tácticas del engaño, la simulación, el camuflaje, la mentira, constituyen todos métodos naturales cultivados, afinados, que suelen ser exacerbados artificialmente. 

Constituyen hoy el núcleo central, esencial, de la guerra  moderna entre los Estados Formalizados, lo mismo que entre los arreglos de competiciones de cualquier otra índole, denominadas de cualquieras otras formas. La desinformación, como táctica de guerra, ha sido siempre parte principal de la lucha competitiva dictada por el evolucionsimo natural propio de la biología animal. 

La Guerra entre los mercados, asumida entre los Estados Nacionales conminan a batallar cada vez conmayor sabiduría inteligente, en función de estrategias comunicacionales más efectivas, es decir, más poderosas en función de dominar las capacidades desarrolladas para desubicar los conocimentos que puedieran serle útiles a los propósitos de su oponente guerrero. La guerra de la desinformación se expande siguiendo la lógica evolucionista que responde al desarrollo biológico de la inteligencia humana, anatómica personal como social, global, universal. 

Nuestro mundo particular, es decir, el que responde a la sociedad terrenal, parece complacida en la búsqueda constante y exitosa de ese desarrollo de la inteligencia que cada vez nos hace avanzar en el conocimiento de esas nuevas formas de competir cumpliendo ese mandamiento de nuestra biología conminada a evolucionar nuestra inteligencia colectiva, anatómica y social. Particularmente, nuestros núcleos sociales, nuestras costumbres locales, nuestras personas, nuestros signos culturales en general, nos conminan de modo regular a seguir esas formas sociales que nuestra antorpología nos traza como línea en la lucha por la superación de la rutas de competencia evolucionista. 

Las guerras deportivas, signos sofisticados, plastificados por la civilización, como formas del concurso competitivo de pruebas, de ensayo y error, que nos hace medire la sobresalencia física, lo mismo que los concursos culturales, artísticos, científicos, en fin, medidores y estimuladores de las que consideramos virtuoismos evolucionistas, no son diferentes, para nuestros sistemas neuronales, distintos a las competiciones guerreras que conducen las luchas competitivas sobre la información y la desinformación. La Guerra es la guerra, Uno más de los recursos a los que acude ese sistema biológico, evolucionista, que nos demanda desarrollarnos como dioses de superación infinita. 

La Guerra es biología, una demanda neuronal, una competencia social interpretada por las inteligencias filosóficas desde todos los tiempos reconocidos, en formas casi igualitarias. Lo mismo dicho e interpretado en sus distintas formas de expresión por Marx, Engel, Platón, Sócrates, Aristóteles,  Nietzsche, Spinoza y cualquier otro pensador que pueda ser constatado por nuestra historia documental, ha expresado y sabido lo mismo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

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