sábado, 3 de agosto de 2024

SUSTENTOS ESCATOLÓGICOS Y TEOLÓGICOS DE CRISTIANISMO


El cristianismo, con pura propiedad, puede considerarse como una versión teológica sustentada en la convicción espiritual y emocional, que se asienta en la firme creencia de la existencia de un ser vivo, todopoderoso, infalible, sin origen ni final previsible. Las versiones teológicas y escatológicas, a partir de estas iniciales convicciones, cuyas versiones históricas forman parte de los orígenes más remotos de la civilización moderna —referida esta como historia cultural de la sociedad humana, registrada a partir de los hallazgos antropológicos y antropocéntricos— y hasta donde científicamente pueda ser escrutable, la historia biológica de su existencia social.

Sin la menor duda, si partiéramos de los más objetivos signos interpretables científicamente, materialmente debemos limitarnos a dar por sentado que las historias literarias, conservadas a partir de los registros de signos inteligentes pasibles de ser aprovechados con cierta actitud frente a la sistematización cientificista, responsablemente seria, debemos limitarnos a los hallazgos más objetivos. La historia documental, hasta donde ha sido posible recuperar registros reproducibles, se limita a los hallazgos correspondientes a las civilizaciones datadas en torno a asentamientos establecidos en los contornos del río Nilo. La historia escatológica del humanismo cultivado desde los momentos que signan esa historiología atraviesa la historia de toda África y toda Asia, incluidos el mazdeísmo persa, el hinduismo, el budismo, el confucianismo, el judaísmo, los paganismos, el islamismo y todos los diversismos extendidos como ramales de todas las categorías propias de estas extendidas convicciones teológicas, condescendientes con múltiples acepciones y reconstrucciones diseñadas con la inteligencia y las incertidumbres generadas sobre esa historia escatológica apresada en los desconocimientos tanto sobre nuestro destino como sobre nuestros propios orígenes.

Los distintos movimientos cristianos cuentan con una gran diversidad de concepciones, repartidas en unas cuatro vertientes principales. Variaciones relacionadas con esas distintas interpretaciones, aceptan unos y reniegan otros, versiones sobre la divinidad del hijo del mismo Creador, comprendido este misterio de fe como Trinidad de Dios que, según se nos enseña como doctrina sagrada, se trata de un misterio de inalcanzable explicación teológica. Mientras que en otras versiones del cristianismo, se consigna que el Dios Creador es único, padre verdadero, sin embargo, del Hijo engendrado en el vientre materno que concibió María, madre de Jesús el Galileo. Otras versiones, generalmente no cristianas, asumen la virtuosidad de Jesús de Galilea, pero como un hombre santo, correcto como Gran Profeta bendecido por el Padre Creador. Una diferencia considerada mayor entre las denominaciones cristianas más extendidas y radicales trata sobre la versión asumida por la aceptada "consagración" del pan y el vino, convertido en cuerpo y sangre de Cristo, durante el acto ceremonial más trascendente y respetado por muchas versiones cristianas.

Sin embargo, su creencia principal sobre la fe no descuida ni discute la atribución fundamental: Dios es el creador, padre todopoderoso con respecto a su obra creada, conducida y perfecta, sobre la que ejerce absoluta autoridad. Sobre esta, sin embargo, se cierne un constante trastorno contrapuesto, reconocido como "el mal", que simboliza la esencia de la imperfección y lo opuesto a la virtud del bien. Este concepto de "el mal", sobre el que se concentran las imperfecciones, la vida incorrecta, lo indeseado, lo feo, lo socialmente indebido. Dependiendo de las versiones interpretadas por las corrientes servidas por las inteligencias de la fe, unas denominaciones lo asimilan como un ser espiritual, vivo, vigente, actuante, dedicado como fin de sus actos a desestabilizar la Creación Divina. A partir de esta interpretación, se define el destino de quienes descuidan, desobedecen o contravienen al bien de la Creación Divina. Estos responsables de esas infracciones pueden perder la oportunidad de sobrevivir y pasar a disfrutar la felicidad o salvación ofrecida como premio divinal a quienes asumen la vida del pecado, del trastorno al bien. Según una de las ramas asumidas por muchas vertientes de la fe, el castigo por esa vida en falta, contraria a la Creación Divina, puede ser el Seol o pozo infernal, que puede serlo por toda la eternidad.

Entre las miles de versiones dispersas por todas las regiones sociales, geográficas y culturales de las civilizaciones vigentes, cristianizadas, lo cierto es que todas parecen inscribirse en las más inspiradas esperanzas por alcanzar ese perfeccionismo propio de las demandas biológicas de la evolución social humana, desde la que no logran sustraerse filósofos, guerreros, humanistas, luchadores deportivos, prospectos científicos, acumuladores de poderes financieros, etc. Ese afán reclamante de reconocimientos referidos a los perfeccionamientos evolutivos guarda una indisoluble relación con esa divinización que nos acercaría cada vez más al ofrecido encuentro con la felicidad eterna.

De modo trascendental, humanamente concebido el cosmos universal, lo cierto es que los afanes reclamados como hechos que conducirían hacia la perfección material, biológica y humana, como los hechos medidos como buenos y los considerados como malos, no pasan de ser circunstancias culturales, epocales, que ni siquiera alcanzan para ser útiles en todas las circunstancias en las que la biología y la evolución material lo precisaran de modo distinto. El destino escatológico, tanto de la vida humana, el de la vida de los animales, el de la materia en general, el de la existencia cosmológica, sigue escondido al conocimiento de la inteligencia humana. Filósofos, humanistas, científicos, pensadores y cosmólogos siguen y seguirán navegando por mucho tiempo a oscuras por los fondos de estos abismos del desconocimiento.

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