lunes, 26 de agosto de 2024

LA GUERRA ES LA GUERRA, VII

 


LA GUERRA ES LA GUERRA

La competencia entre las potentes aglomeraciones humanas que se constituyen en sociedades aniquiladoras, impulsadas por esa inspiración evolucionista que compulsa la imparable sobrevivencia biológica, no detendrá la necesidad de destruir las capacidades de sus competidores. Esta estrategia se desarrolla con la finalidad de cubrir espacios vitales, de sobrevivencia y superación, en ruta al reconocimiento de las rutas pro-divinización de su poder, de su perfeccionismo imaginado, biológico, insuperable pero superador de todas las divinidades, como lo demanda la evolución diseñada por los cánones materiales de la naturaleza biológica, obsesiva, divinal, de la evolución.

Destruir la sobrevivencia del otro, cerrarles sus aires al otro, sus espacios, en fin, desaparecerlo, es la meta de La Guerra. La Guerra es la Guerra. Superar a los dioses, ser el único dios, es la compulsión material de La Guerra. Destruir todos los espacios, los entornos, las oportunidades, es una necesidad natural, propia de la competencia guerrera, dictada por las leyes de La Evolución, de la divinización. No existe teoría conocida, entre los hombres, retenida por la inteligencia humana, que no contraiga la materia al resumen de la desaparición biológica, al menos como la reconocemos hasta hoy.

La Guerra es La Guerra y su vector terrenal parece obedecer a esa flecha de un tiempo único. El evolucionismo biológico parece reclamar la necesidad de hacer la guerra. Los humanos necesitan hacer la guerra. Quizás la evolución traiga trazados los caminos de La Guerra.

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