lunes, 10 de junio de 2024

LOS ATEOS SUICIDAS CONTRA LAS CONTRIBUCIONES DE EL ESTADO

 Luce ingenuo y hasta irracional, dedicar tiempo, gastar esfuerzos, más allá de disfrutarlos como diversión deportiva, para expresar desacuerdos y gestos de oposición denunciadora, contra los gastos y costos oficializados por El Estado Dominicano, a cargo e los presupuestos nacionales que parten de los sacrificios  de las tributaciones nacionales. 

Gastos dedicados al fomento de los deportes, las artes, las manifestaciones culturales religiosas festivas, los esparcimientos liberales, en general, reclamados, aprobados, pagados complacidamente por grandes mayorías de la ciudadanía, constituyen, en grandísima medida, el objeto fundamental de El Estado, llamado a administrar de modo racional, la distribución de los gastos del presupuesto que se le confía a las autoridades constituidas de El Estado que se financia con los tributos servidos por la ciudadanía. 

Esa ciudadanía que se complace en practicar sus expresiones culturales, sus tradiciones, sus creencias, en disfrutar  su alimentación, sus ritos prácticas de sentidos diversos, según sus distintas formas de valorarlos. 

Justo, justísimo es reconocer que son esos mismos conglomerados religiosos, los mismos que al contribuir, elegir, disfrutar, propiciar, sus modos culturales, están decidiendo servirse así de esas medidas que hacen valer a través de sus participaciones. Cierto, ciertísimo es, que las distribuciones materiales, propias de la Sociedad del Capitalismo, mal cuadran sus matemáticas, cuando se trata de proporciones relativas a la distribución de los gastos y complacencias. 

Claro está que esas proporciones son difícles de arreglar, difíciles de aceptar, cuando se trata de complacer la ciudadanía, al procurar esos equilibrios que de algún modo, en la generalidad de los casos, quisiéramos considerar como justicia. Cierto, ciertísimo es que esas proporciones, de acuerdo a nuestros cristianos conceptos de proporcionalidad, justicia  o justeza, nunca será posible acordarlos a modo de complacernos a cada uno. 

Muchísmo menos si se tratara de las distribuciones sobre los gastos cargados a los tributos ciudadanos, entregados a nuestros legisladores, los llamados a aprobar y decidir sobre esas distribuciones. Claramente, poco, nada o menos que nada, se les reservaría de esos tributos para ser entregados a organizaciones del religiosismo ateístico, de muy escasa representación formal en República Dominicana. 

Dudo que el grueso de esas contribuciones, demandadas, puedan llegar de buenas ganas, si se les consultara a los impropiamente más afectados, que serían los ciudadanos inscritos en las denominaciones religiosas cristianas dispersas, desorganizadas, numerosas, pero demasiado incapaces de consensuar entre ellas, sus propias demandas. 

Serían, en el caso de la distribución de recursos, los más escandalizados, explosivamente escandalizados, si se enteraran de que del presupuesto nacional tributado por la ciudadanía nacional dominicana se les entregara un solo chele al ateísmo organizado. Justo será señalar, que quizás, ni ellos mismos lo requerirían, ya que se oponen a que las manifestaciones religiosas merezcan ser presupuestadas dentro de los gastos de las contribuciones ciudadanas dominicanas, pues resultan así, tan reacios como sus pares cristianos, capaces de quedar ciegos con tal de saber que ha quedado tuerto su enemigo. 

Es función de la Administración de El Estado, administrar lo fondos de El Estado, según los necesarios reclamos a ser complacidos por su ciudadanía, siguiendo su propia racionalidad sobre el mandato decidido por sus mandantes: la ciudadanía nacional. La rligiosidad ateística, igual merece ser respetada, apoyada y servida tanto como sus pares, religiosos de cualquier otra denominación, pero lo cierto, ciertísimo es que todas las manifestaciones culturales merecen ser respetadas y contribuidas dentro de los presuestos nacionales, como así lo demanden sus correliginarios, sus dueños de sus contribuciones administradas por El Estado.


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