sábado, 8 de junio de 2024

CREER ES UNA VIRTUD

 Asumir la materialidad de la vida como contraste u oposición a la concepción de la existencia de un mundo espiritual, referido una incierta materialidad, viene a ser hoy, tan saturado de enigmas como lo ha sido desde que las inferencias de la imaginación humana llegaron a alcanzar para percibir la existencia de lo desconocido.

 El Ser Humano, concebido "a imagen y semejanza de Dios", siente ese impulso irresistible  dirigido a alcanzar la perfección divina, alcanzar a ser así, como El Mismo Dios, inferido desde su material imaginación divinal. 

Es este impulsión divinal o dininológica, razonablemente filo-evolucionista, la que nos compele a ese afán sin límites, infinito, desmesurado en su compulsión dirigida a alcanzar esa divinización idealizada (tal que si el mismo Dios llegara a dormirse en Su Lafurel, bien pudiera correr el riesgo de un poderoso golpe de relevo). 

Es infinito, ese denodado afán por superarnos a nosotros mismos como obedeciendo a ese edicto inviolable, escrito en la génesis de la Evolución Biológica, probablemente insertada en la documentación bíblica (pendiente de algún exhaustivo escudriñamiento, aun no completado por los exégetas abrahámicos.Ser creyente religioso constituye una virtud, un premio a la imaginación inteligente, un llamado firme a la esperanza razonable, sueño que nos regala paz, certidumbre contrastada frente a la incertidumbre cietífico-material. 

Luchar, afanar, casi alcanzar a ser como Dios hasta intentar suplantarlo, nos premia entregándonos esa razonable fuerza necesaria para superarnos a nosotros mismos. Ser creyente es una virtud que vale afanarse por conquistar, aunque Usted, como los judíos y los científicos no lo crea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario