jueves, 12 de septiembre de 2024

LO BUENO Y LO MALO

 

Definir, explicar y justificar razonamientos relacionados con "lo bueno y lo malo", asumir las sublimidades del amor, la reproducción, la continuidad y la superación de la vida, y la meta de la eternización o divinización constituyen nuestras mejores legitimaciones. De ellas parten, como fase primigenia, todas nuestras aspiraciones sentenciadas, inclinadas hacia el existir, persistir y superarlo todo. Dominar en la guerra, vencer y significar la evolución biológica en la superación escenificada al amparo de la expresión de la competencia. Las luchas por los controles económicos, los territorios, las fuentes de alimentos y los recursos acumulables como medios transables representan la sumatoria de esfuerzos humanos mentales y musculares, que van convirtiéndose en expresiones monetarias. Es decir, la certificación convencional que, como medio físico, moral, militar o espiritual, atraviesa como eje de poder y de valor la casi generalidad de los poderes acumulados. Se trata del valor monetario —hoy, mejor que nunca— expresado mediante signos intangibles de representación convencional.

Esos valores, como expresión de acumulación de poder, pueden simbolizar las diferencias sociales, representadas a partir de estadios sociales que marcan las separaciones, tales como las distinciones sociales de nacimiento, geográficas, grupales, genéticas, de origen socioeconómico, sanitario, idiomático, neurológico, etc. Desprendidos de los eufemismos lexicales, lo cierto, ciertísimo es que las marcaciones genéticas suelen arrastrar consigo un denso cúmulo de distinciones o discriminaciones. Apropiadamente, desde los miradores de los balcones genéticos, tienden a instituir la segmentación o discriminación biológica y evolucionista, acontecida como discriminación decidida por la historia de la evolución.

Difícil, pesado y humanamente engorroso es aceptar, publicar y confesar que la impotencia biológica, y por extensión lógica, anatómica, neurológica e histórica, constituye una pesada verdad social que solo un cataclismo social-biológico-humano sería imaginable que pueda modificar. Esta realidad tan material, tan natural, tan biológica, tan responsable de la configuración del evolucionismo material —que, según los sabios, es asiento lógico de la creación del evolucionismo espiritual—, de tal manera que se nos hace humillante, pero tan verosímil, asumir con rigor académico la inutilidad de los endiosamientos humanos.

Confieso que me siento complacido, biológica y socialmente completo (...me gustaría gastarme algunos días más tratando de comprender algunos enigmas como el de las incongruencias cuánticas, el azaroso azar y por qué los días se hacen tan cortos cuando uno más necesita tiempo...). Por mi parte, lo cierto, ciertísimo es que me encantan los versos finísimos, inteligentes e incaducos del poeta Jorge Manrique: Coplas por la muerte de su padre  ( 

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