Nosotros, los Wa, Wa, Wa, de las teorías geopolíticas, decidores, fantásticos decididores influenciados bajo tenor de las aspiraciones y motivos morales de la dominicanidad concebida en las discusiones escenificadas en barberías y en los encuentros diarios en los que coinciden nuestros amados parientes que laboran en New York, revestidos, orlados de cuentas con amor patriótico de las informaciones y las opiniones externadas entre comunicadores populares, youtubers dominicanos, programas radiales, televisivos, pastores improvisados, etc...nos corresponde distender masivamente los flecos de nuestras interpretaciones e ideas sobre el contenido propagandístico de las enconadas luchas que protagonizan las poderosas sociedades de naciones imperiales, responsables, por la fuerza de las armas y la posesiones económicas, del quehacer doméstico imponible a nosotros, los nacionales aportadores obedientes de las fuerzas laborales sobre las que se ha erigido y se yergue triunfadora, la fuerza del sistema económico social que nos rige. Recibimos con oraciones, palmas y laureles a nuestros endulzados embajadores del amor guerrero impostado como poesía sanadora del mal de ojos con que nos miran, al conjunto isleño-caribeño, americano.
Nosotros, los Wa, Wa, Wa, que buscamos rebelarnos contra nosotros mismos, contra nuestros ancestrales progenitores, africanos, españoles, indios, bucaneros y filibusteros, descendidos de Erick, Yelidá y Madam Souqui. Nos echan polvos de fogoraté y sumos de pringamosa, servidos por mi Doctror Tercerino entrenado en la virtud profesional de cazador de alzados y cimarrones, para que nos retorzamos a muerte como sagos, guabinas, jaibas y viajacas, contra nuestras propias madres, negándonos a nosotros mismos, maldiciendo nuestras abuelas que nos han legado sus descuartizados, como mismo parieron su propio muletaje, violento, esclavo, del mismo Doctor Tercerino de los Palacios de La Frontera, arrayanos somos, como el de los mismos mulatos que buscamos blanquearnos en lechadas de cal viva, desollejándonos, las axilas, las mejillas y las entrepiernas, cambiándonos de cocolos a coca colas, por renegados, asustados por miedo a nuestros recuerdos esclavizados.
Nosotros, los Wa, Wa, Wa, de nuestras políticas sociales, contemporaneizadas, youtubeadores, rezadores, evangelizados en churchas y cherchas costeras, hemos de comprendernos entre nosotros mismos, con nuestros miedos a aquellos dolorosos recuerdos de los descuartizamientos. Comprendamos nuestros sustos, nuestros desrizados, nuestros gustos y nuestros odios a nuestras memorias.
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