lunes, 8 de julio de 2024

LOS VALORES ENTRE JUDÍOS Y CRISTIANOS III

 

Tratar de comprender, explicar, justificar, negar, aprobar , aceptar, cualquier vía o ruta decidida por algún individuo, colectividad restringida, parcial o general verificada en la sociedad humana, siempre constituirá un desafíante compromiso referido a un puzle laberíntico de infinitas salidas. 

Nosotros, los humanos formados en ser conducidos siguiendo unos patrones paradigmáticos fundados en una perfección divinal,  cristianizada, organizada bajo el peso de aspriraciones e inspiraciones morales, fundadas en los dictados de un proceso biológico, evolutivo y ansioso, compelido a lograr unas metas de ficciones infinitas, nos acogemos a determinados mandatos de derechos, deberes, aprobaciones y desaprobaciones sobre los que erigimos nuestras obligaciones y deberes.

Luchamos por sobrevivir, aferrados a los convencimientos de nuestras formaciones e ideas sensibles a esos proyectos idealizados, según esos reiterativos mandatos de los procesos evolutivos naturales. 

Gran mayoría del mundo, se ha civilizado y sobrevivido ajustando sus patrones de sobrevivencia a razones biológicistas comunes que les han inducido a desarrollar tipos biológicos, biofísicos y bioquímicos comunes como son los modos de alimentación protección de la descendencia, los procesos de aprovechamiento de las energías. 

Tanto han sido los reajustes en la evolución humana que de manera general, su biología se constituye en unidad tan común sobre los que, lejos de muchas otras designaciones menos diferenciadas, en gran medida han hecho común culturas cercanas a la unanimidad en sus rutas por la delimitación de los procesos evolutivos. 

Matar por competir, tanto como luchar por alimentos, dormir, sentir la necesidad de reproducirse, de criar, se vuelve tan perentorio que conlleva a esa necesria competencia por la vida, por sobrevivir, por eternizarse. 

Esa es la impostergable necesidad que siente la sociedad humana por sobreponerse al medio, a superarlo, a cumplir con ese instinto así de humano, así de imprescindible, de ejercer poder de superación infinita, de sentirse y superar al dios de todos los dioses, vencer y constituirse en todo el poder concentrado en la algorítmica instintiva de esa superación infinita desde la que hemos sido prohijos de este instivo arreglo inteligencial, sensitivo, utópico y a la vez tan real, tan ilimitado tan eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario