sábado, 4 de diciembre de 2010

Carmen Sofía




Las corrientes de sus venas hicieron olas en mi alma al tremor de mis dedos vacilantes
Al tomarla entre mis manos cuando aun olía a los flujos del tibio parir materno
Retumbaron entre mis dedos como tambores su latidos de vida en abundancia
Su cuerpo diminuto y despierto reclamaba en contorneos sus espacios y derechos
Mis orgullos se hinchaban, mis palabras se perdían entre los nervios de mi risa
Mi vida entera desde los pies hasta el Cielo estaba estremecida, los ojos llorosos
Expresados sin límites ante la gracia estrenada de su perfecta rebeldía soñada
Todo el aire de una habitación se hacía escaso para respirar mis consumos
Allí se trocaron mis teorías educadoras, mis cálculos sociales, los números de mis reglas,
Todos los nombres posibles para jurar mis redenciones fueron invocados al llamarla
Carmen por ser lo mejor, Sofía para que fuera mi dueña, Ligia para ver a Dios en ella,
Llegó para remontar los límites de la virtud surcando sobre tormentas y miedos
Es mi talismán espiritual complacida de mis amores más sublimes, más allá de los signos
Es la dulzura secreta de la fuerza que me arrastra sobre las razones de mi existencia
Ella es mi hija fundida entre mi piel, entre mis víceras, mis ojos, mi mente y mis huesos
Es mi una indivisible de mi mismo, a través de los confines por los siglos de los siglos,