MI DOLOR POR TU DOLOR

Toda vez que ose algún dolor hiera el sin igual balance justo ritmo de tus santos ánimos

A toda lejanía se perturban mis corrientes del piso de mis pies al cielo de mi pensamiento

Turbulento  y sangrante dolor, inmedido, inolvidable, dolor sin soldaduras de cierres

Sufrimos el despido sin redención a vista ni futuro al entregar los vencidos restos maternos 

Me duelen tus dolores, me duele esta ausencia inculpada sin tiempo ni perdones alcanzables

Se agolpan contra mis sienes comprimidas los álgidos y punzantes escarpelos de los pesares

Y frustraciones de amarguras irreparables, durísima ausencia transida en húmedas penas 

Testo ante tu imagen comprimida de un dolor de respuestas sin preguntas ni ecos necesarios

Me duele tu dolor, me duele mi ausencia, me duelen las marcas de la tristeza de tu imagen

Llorosa, estremecida. Todo tu dolor siempre me duele donde más duele un dolor.

PERLA DE PROFUNDIDAD

Vuelven a volar fugaces los albores de las auroras abiertas a mis fantasías
Condensadas y detenidas en los vibrantes y portentosos amagos de tus pechos
Enfrentados a la mirada, tortura y  desconcierto del deseo y su pecado  mortal
Cebra salvaje en espanto de amenazas líquidas, vencidas como brisas agotadas
Retenidas en horas de breves tardes, de inviernos ululantes y oscuros desvelos
Cavitan explosivas palabras,  venturas de dolor obstruido por la melancolia
Me rodean los remolinos imaginados de tus respiros desahogados en mi cuello
La humedad de mi aliento navegará por los temblores y sentidos de tu calor
Un sol de madrugada ciega nos espera como sueño de realidad nocturna
Encendida en la ternura que consumiremos, rescatada perla de profundidad.

FELICIA CANTO MERCEDES

No apea Felicia nunca
Sus versos del pedestal
Siempre afinados tal cual
La verde espiga de junca
Ninguna brisa la trunca
Aeda es de nobles rimas
Cantos para altas tarimas
Hoy, Mercedes Alfonseca
De la dignidad La Meca
El respeto y las estimas.

ADORACIÓN

A los hervideros de tus savias alguna vez arribará la calma
El invierno detendrá los nerviosos aleteos del otoño en las mariposas
Enracimadas en tus entrañas, tesoros relictos, sin reclamos ni duelos
Mis ansias agónicas revivirán al timbrar la copa de tus húmedas riveras 
Sin prescribir aun el Sol purpurado de los miedos a fuegos de la Tierra
Brinde tu flor el néctar de sangre al vuelo conculcado de tu divinidad
Sobre los tejados de mis males sumidos en yerros de tus pensamientos
Confiesen las ondulaciones del Cosmos mis entregas de adoración.

TUS CARNES DE MUJJER

Cada vez que la sombra de otros astros me apagan la luz de tu atención
Bajo el frío que deja la ausencia de tu calor, helada sobrevive mi entrega
Firme, acerada y templada como alabarda oriental presta a vencer dioses
Tus escapadas serán cubiertas por mis nobles arrojos al sacrificio mortal
Yo, vasallo guardián, bestia amoral con sangre de faena en tu corral
De espaldas a las savias de tus resguardos, sigo sediento de tus aguas
Tus humores y dulzuras, tus voces y palabras, el pienso de tus alacenas
Portal de luces que apareces al instante sabio de reflejos estremecidos
Espero que llegues a recoger mis arrestos golpeados por tus distancias.
Alabadas por el Dios del Amor simpre serán tus tiernas carnes de mujer

ESPEJISMO DE HINCHADAS ILUSIONES

El infinito mar de la eternidad desvanece la roca de mis pensamientos

Ruedan por el cosmos los carros sin rumbos del instante nunca consumido

Del abrazo evaporado en las más oscuras nubes de revueltos huracanes

Estremecidos de frío quedaron los sustos adolescentes ante los inciertos

Bendijo Dios la primavera de otras fértiles aventuras del polen cruzado

Nos embargan los néctares derramados  por la flor en su madura verdad

Los fuegos y tambores de amenazas y peligros nos hinchan de ilusiones

Espejismos dormidos que despiertan en líquidos humores de pubertad

Prendidos por revueltos ensueños en urgidas tardanzas para los abrazos

Reclamados por los más caros tesoros, sensibles al amor entre los dioses

Libertad consumada sobre las montañas  y valles libres del impuro material

Razón del beso que se asienta en la densa profundidad del alma amada.