miércoles, 3 de julio de 2013

DUDAS VIAJERAS

Dudas viajeras de allende primaveras lluviosas, cargadas sobre rayos de frustraciones


Llegarán mañana a pedir posada en los claros y limpios aposentos de tus pensamientos

Muy señoras serían para otros reinos, mas, harás sellar tras escudo ventanas y portal

Nunca surgirán estaciones en tus prados para ser hospederos de alientos vencidos

La atalaya de tu santuario será vigilia de guarda para tus dones sagrados


De tus buenaventuranzas congeniadas con las voluntades del Cielo mismo.


Ofrecida agua fresca y lisa voluntad, visarás su viaje a otras veredas y otras lunas 

Tus nombres enteros recitarás en oración bendiciendo el vientre de tus horizontes

Libres al honor de su mirada dejarás hurgar lo cierto bajo los arcos de tus cejas

Esa frescura inmaculada del iris radiado desde los perfiles de tu sangre verde


Eres estirpe de matriarca consentida entre guerreros licuados a los pies de su poder

Elegida de negro aceituna entre las mujeres coronadas de privilegios divinos

No prodigan tu voz ni mirada, ansias de sol ni ausencias de lunas, al envés está tu risa

Prodigan repartidos hilos impolutos en ritos de diamantes en amanecer de rocíos

Castillo afirmado sobre densos ladrillos de luz, transparencia de cosmos y distancias 


Torre en cristal de observatorio de astros sin medidas, transparente al amor de Dios


He visto pulir la pureza de las lentes transitadas en deflexión de tus haces


Votiva lumbre encendida sin descansos desde los días primeros de la creación 


Eres tríada de la perfección divina, unidad de hoy entre tus padres para ser tu misma


Sin puente de verbos inciertos ni candil apagado, sólo asibles son tu calor y nombre.


Presto soy rudo tallado de mi transido templo hecho horcón natural de tu altar

Prontos hojanchos curados en negro y corazón acorazado, soportan tus andamios

Valiente y completa, ave de mar en vuelo de alas perfectas y profundo oriente

Sin extravíos, navegando siempre sobre las corrientes tormentosas y contrariadas

Hasta el aterrizaje inevitable sobre las tibias arenas del puerto maternal.