domingo, 24 de marzo de 2024

LA ASPERA VERDAD REAL SOBRE LOS HUMANOS Y VITALES INTERESES


 Los humanos interses resultan, devienen, descienden o simplemente, son los intereses demandados por la naturaleza biológica del sistema neuro-vital, de la anatormía humana. Las propiedades materiales de los sistemas físico-químicos que suman los valores  que conforman la existencia humana, su bioquímica  sus iclinaciones espiritualista que se forman a partir de sus inteligencias desarrolladas como redes neuronales, a partir de las relaciones electro-dinámicas, termodinámicas, trabajo-energía-entropía, equilibrio-desequilibrio, desencadenados y encadenados, al modo de sus natulezas, como parte de este conjunto irreferenciado, único. 

Resulta, tras un ejercicio vital, condensado en la propia lógica de la natural inteligencia humana, deducir su propia circularidad infinita, eterna, más allá de los irreales condicionamientos que la sensación de obligación de algún principio o punto de partida que deba tener lugar más allá de la imaginada e idiosincrática necesidad que surge en el mundo mágico de las comunes necesidades humanizadas a partir de los naturales inicios de la formación de la vida, los astros, los pensamientos surgidos de las redes biológicas neurosistémicos. 

Así transcurren, de forma materialmente lógicas, las necesidades anatómicas a partir de las que los sistemas humanos generan sus procesos naturales vitales. Sus inteligencias, sus luchas, sus transcendencias como seres agregados, lo mismo que cualquier sociedad arreglada como microspicos corales, ballenas, priones, bacterias, virus, etc... Ninguna diferencia distintiva, acusará la existencia de cúmulos y supercúmulos galácticos, igual un átomo, un electron, un quark, constituyen por igual este sistema indiferenciado. 

Intereses humanos, sociales, como los sistemas políticos, los las teorías antropológicas, las naciones, los trascendentes valores humanos, sociales, sus derechos y deberes, conductas, sus dioses múltiples o unico, sus atrocidades guerreras, sus mejorados métodos de morir como los peores fines imaginados. se ahogan por igual los más congelados mares de las misiones antropolópomorfas del pensamiento de Frederick Nietzsche, Platón, Sócrates, Hegel, Max Weber, Einstein, Borgh, etc.  Del mismo modo puede resulta la constancia de que nuestro cuerpo humano, desde antes de abordar la nave de su existencia, externa al vientre materno. 

Su afán parte de la necesidad intrínseca de su lucha natural por la supervivencia natural desde la que parten sus intereses vitales, sus necesidades que inducen a la agregación que facilita su supervivencia, su culturización social, sus conductas seguidoras de patrones,  sus urgencias alimentarias, la identificación de suplementos aportadores de energías alimentadas a través de sus sistemas de los que paten sus luchas culturales, sus declinaciones políticas, antómicas, religiosas, sus afixiones, sus valores, e intereses generales. De allí devienen sus identidades políticas, pro-comunistas, capitalistas y religiosos en general. 

Ningún sistema, resultará, materialmente, razonablemente, más justo, sabrio o inteligente, que aquel sistema referido a las necesidades neuronales, bioquimicas, funcionales que ese que su sistema neuronal, a partir de sus registros inteligentes fijados en su biología, haya registrado en sus antecedentes, como fuerza de supervencia, agregación social, oxigenación muscular, aprovechamiento nutricional en general, a partir de sus demandas vitales lógicas. 

Todas estas circunstancias y propiedades registradas como archivos de resultados lógicos, son los mismos que llevan al cuerpo de una gimnasta deportiva desafiar su cuerpo casi hasta estallar, exigiéndole el máximo constreñimiento de su poderes energéticos. Su musculatura se goza la oxigenación como valor, sus células viven, se encandilan cuando se oxigenan, su sistema neuromuscular, se hincha en sus valores, se inflama la felicidad. De tal manera funciona la biología de los intereses humanos vitales. Es este el modo mediante el cual funciona la exactitud de la lógica anatómica, termodinámica, sentimental, neuronal. 

Así funciona la inteligencia humana vista o interpretada por el super-hombre de Frederick Nietzsche, el socialista conjunto comunitario de Carl Marx, asi funcionan los valores pensados por Max Weber, así están obligados a funcionar las demandas reproductivas sexual y emocionalmente de Sigismundo Freud. Religiosos ateos y religiosos diosísticos, igual conforman sus identidades apoyados en sus propios intereses biologicistas históricos, naturales.    

jueves, 21 de marzo de 2024

LA DIFÍCIL VERDAD DE LAS CREENCIAS, LA FE Y LOS ATEÍSTAS

 

Las denominadas "CREENCIAS", construcciones mentales referidas a esas convicciones generadas por sentimientos registrados en las activas redes neuronales, materialmente conformadas por una infinidad de circuitos y fuentes reactivas, electroquímicas, tienden a entrar en conflictos conceptuales cuando la realidad material parece hacerlas estallar repartidas en montones de partículas aparentemente desechadas, desmembradas de los sistemas digitales que las sustentan y las encumbran a valores humanizados, es decir, endiosados. 

Es así, como consecuentemente, las "CREENCIAS#, tanto las diosísticas, parejas simétricas que hacen coros con las ateístas, -al menos, las que propalan y promueven los ATEODOMISTAS, dominicanos-,  basados en sus iguales valores moralistas, culturales, espirituales,  etc., abogan por los mismos sistemas de justicia, organización económica, arreglos legales, formación educativa, etc. Por igual, carecen de motivaciones vitales esenciales, ningún propósito vital los empuja, los conmociona, con excepción de las fantasías salvacionistas prometidas en garantía espiritual, a los cristianos. 

Ninguna aseveración o aserto filosófico, parece definir con mínima precisión, el objeto de la vida, la existencia, el futuro, sus razones o metas. En nuestros medios intelectuales comunes, los más enjundiosos pensadores reconocidos desde los tiempos registrados en nuestras tradiciones, ni en lo más mínimo sería posible, -hasta donde conocemos-, hallar jutificación o convicción alguna, capaz de brindarnos razones sostenibles. 

A veces, de vez en cuando, estalla algún "iluminado" pensamiento que pareciera resolver, mover, conmover, el pensamiento intelectual, filosófico, espiritual, de algún sector científico, conceptualizador, "conmovedor", como habrían sido los aparentemente enjundiosos hallazgos de Karl Marx, Max Weber, Eisntein, Sócrates, Platón, Nietzsche, Charles Darwin y otros tantos   pensadores de profunda enjundia intelectual, que, sin embargo, en ningún caso, han alcanzado a descifrar la  humanamente inquietante pregunta que busca establecer alguna salida lógica sobre el incierto, indefinido motivo, razón o finalidad de la existencia universal. Poesía, sueños y fantasías, parecen proceder de la manera más razonable para ofrecer alguna respuesta complacedora. 

Hasta hoy, solo tontos y minusválidos tardíos, presumirían de contar con respuestas teminadas.

miércoles, 20 de marzo de 2024

LA COMUNICACIÓN, BOCABULARIOS ESPECIALIZADOS: RELIGIÓN, LITERATURA Y CIENCIAS

 

Cierto, ciertísimo es que siguiendo formas comunes, propias de nuestros vocabularios cotidianos, familiares, vulgares, corrientes de nuestro diarismo, logramos entendernos entre nuestros medios sociales más activos, consecuentemente, sin mayores dificultades, con propiedad suficiente para ejercer nuestras actividades vitales imprescindibles. 

Este fenomenal acontecer es el resultado del ejercicio inteligencial que durante años y a partir de los entrenamientos corrientes, inconscientes, naturales, aprehendidos como especialización desde los registros bioquímicos, electrónicos, extendidos como propiedades materiales. A partir de estas propiedades materiales, se encadenan y complejizan las especializaciones de las que derivan los resultados de la inteligencia comunicacional. 

Esa inteligencia comunicacional, demanda unos entrenamientos a fuerza de repeticiones y ordenamientos lógicos, de los que se extienden y encadenan los sistemas de redes neuronales de las que parten extractos y núcleos parciales, que pueden especializarse, manteniédose como bloques capaces de condensarse y constituirse en bloques  potencialmente compactos, conformados a partir de vocablos arreglados, bastante aislados de la comunicación regular, cotidiana, corriente. 

Esos bloques generan unas maneras de comprenderse, por lo general, tan difícil de accesar desde la comunicación no apropiada, que hace difícil su apreciación de frente a la comunidad no entrenada en dicho léxico, que puede parecernos estrambótico. 

Es así como ocurre con cualquier comunicación especializada para comunicarse entre las distintas ramas de las ciencias, materiales o sociales en general. Disciplinas como la literatura,  la Historia, las Ciencias Químicas, Físicas, Matemáticas, Medicinales, etc...suelen valerse de vocablos arreglados, compuestos siguiendo sus propias necesidades de comunicación. 

Sin embargo, cuando se trata de intentar comprender los complejos intríngulis de ciertas disciplinas, de esas cuyos enredos nos lucen, comúnmnente, francamente "estrambóticos", como serían los neologismos compuestos y acomodados a las Ciencias Bioquímicas, la Física, la Astronomía, etc. 

Todos aceptamos, casi sin chistar, que se trata de idiomas intocables, pero cuando se tratra de las especialidades como la literatura, en vista de que cada cual, cada ser humano que se comunica mediante la palabra, siente, piensa, entiende, que puede igualmente arreglárselas como creador del arte de decir, es común que todo quien lee y escribe, más o menos capaz de comunicarse, se asimile como auténtico creador del arte de novelar, relatar cuentos, poetizar, ensayar, etc., se proclame, anuncie y se promueva como autor y creador. 

Es así, como resulta que tantos aficionados al decir mediante letras escritas, se anuncen y publiciten como auténticos cientistas o creadores del arte del decir, muchas veces, mejor, expresado, en desdecir.

sábado, 16 de marzo de 2024

LAS HABICHUELAS DE MÁXIMA

 Tempo es de las habichuelas

Sabrán todos quien invita

Esta vez nadie me quita

Acompañadas de hojuelas

Fórmula de las abuelas


Según la convocatoria

Máxima activa la noria

Habrá galletitas dulces 

Fanfarria, poesía y luces

 Gloria a Dios con eurroria



Inscríbanse a tiempo todos

Con su más nuevo poema

No toque a Quico La Quema

No lo salpiquen sus lodos

Ni el calor de  sus apodos

 

Los poetas convocados

Lleguen de todos los lados

La hoya es grande grandota

Todo cubierto sin cuotoa

Sin diezmos, ni otros mercados










viernes, 15 de marzo de 2024

 Veinte años después

Prefacio de Humberto Maturana a la segunda edición. (págs. 9-32)

Prefacio de Francisco J. Varela García (págs. 34-61)

Libro (págs. 63-137)



Acoplamiento


Cada vez que el comportamiento de una o más unidades es tal que hay un dominio en que la conducta de cada una es función de la conducta de las demás, se dicen que ellas están acopladas en ese dominio; (M y S. 101);

El acoplamiento surge como resultado de las modificaciones mutuas que las unidades interactuantes sufren, sin perder su identidad, en el transcurso de sus interacciones: (M y S. 101);

Si durante la interacción se pierde la identidad de las unidades interactuantes, puede resultar de ello la generación de una nueva unidad, pero no se verifica acoplamiento: (M y S. 101);

En los sistemas vivos, la naturaleza del Acoplamiento La determina la organización autopoiética:

Los sistemas autopoiéticos pueden interactuar entre sí, sin perder su identidad, mientras sus respectivas modalidades de autopoiesis constituyen fuentes de perturbaciones mutuas compensables. 

Más aún, debido a su organización homeostática, los sistemas autopoiéticos pueden acoplarse de manera que sus respectivas autopoiesis se especifiquen durante el acoplamiento dentro de márgenes de tolerancia y variación determinados durante el acoplamiento. El resultado es una unidad en que el modo de acoplamiento de sus componentes cambia durante su historia;

Es posible la selección para el acoplamiento, y que por medio de la evolución bajo presión selectiva para acoplarse, puede desarrollarse (evolucionar) un sistema compuesto en que la autopoiesis  individual de cada uno de sus componentes autopoiéticos está supeditada a un ambiente determinado por la autopoiesis de todos los integrantes autopoiéticos de la unidad compuesta;

Tal sistema compuesto será necesariamente definido como unidad por las relaciones de acoplamiento de los sistemas autopoiéticos que lo integran, en un espacio especificado por la naturaleza del acoplamiento, y seguirá siendo una unidad mientras los sistemas componentes conserven la autopoiesis que les permite entrar en esas relaciones de acoplamiento;

Un sistema generado por el acoplamiento de varias unidades autopoiéticas puede, a primera vista, parecer autopoiético en la medida en que mantiene constante su organización a través de la actividad autopoiética de sus componentes. Sin embargo, si tal sistema no queda constituido como unidad en el espacio en que se lo señala por componentes que generan los mismos procesos de producción que los producen, sino que por otros procesos o relaciones concatenados de otra manera, el sistema no es autopoiético en dicho espacio, y el observador yerra porque la aparente autopoiesis  del sistema es incidental a la autopoiesis de sus componentes;

Por el contrario, un sistema generado por el acoplamiento de unidades autopoiéticas y constituido como unidad en un espacio determinado por componentes producidos en dicho espacio por procesos de producción que ellos mismos generan, es un sistema autopoiético en dicho espacio, independientemente de que estos componentes coincidan o no con las unidades autopoiéticas que los generan en su acoplamiento;

Un sistema autopoiético puede llegar a ser componente de otro sistema si algún aspecto de su trayectoria de cambios autopoiética puede participar en la realización de ese otro sistema. Como se dijo, esto puede ocurrir en el presente, por medio de un acoplamiento que se valga de los recursos homeostáticos de los sistemas interactuantes, o a través de la evolución mediante el efecto recurrente de una presión selectiva constante sobre el proceso de transformación de una red histórica reproductiva, lo cual da por resultado una subordinación de la autopoiesis individuales componentes (por medio de cambio histórico en la modalidad de éstas) al ambiente de perturbaciones mutuas especificado por ellas;



Alopoiesis


El producto de su operar es diferente de ellas mismas. (M y S. 104);




Amor


Hemos querido reemplazar el amor por el conocimiento como guía en nuestro quehacer y en nuestras relaciones con otros seres humanos y con la naturaleza toda, y nos hemos equivocado. (M y S. 32);

Amor y conocimiento no son alternativos, el amor es un fundamento mientras que el conocimiento es un instrumento. Más aún, el amor es el fundamento del vivir humano, no como una virtud sino que como la emoción que en lo general funda lo social, y en particular hizo y hace posible lo humano como tal en el linaje de primates bípedos a que pertenecemos, y al negarlo en el intento de dar un fundamento racional a nuestras relaciones y acciones nos hemos deshumanizados volviéndonos ciegos a nosotros mismos y a los otros. (M y S. 32);

 En esta ceguera hemos perdido en la vida cotidiana la mirada que permite ver la armonía del mundo natural a que pertenecemos, y ya casi no somos capaces de la concepción poética que trata a ese mundo natural, a la biosfera en su armonía histórica fundamental, como el reino de Dios, y vivimos en lucha con él. (M y S. 33);



Autonomía


La autopoiesis reposa sobre una concepción circular u auto referencial de los procesos. (...) Junto con la búsqueda de un fundamento más claro a la circularidad, se me hizo claro también que la noción de autopoiésis es un caso particular de una clase o familia de organizaciones con características propias. Lo que tiene en común es que todas ellas dan al sistema en cuestión una dimensión autónoma. (M y S. 53);

Sólo una circularidad del tipo de la autopiesis puede ser la base de una organización autónoma. La caracterización de la clase de organización pertinente es lo que comencé a llamar el principio de clausura operacional. La palabra clausura la uso aquí en su sentido de operación al interior de un espacio de transformaciones, como es habitual en matemáticas, y no, por cierto, como sinónimo de cerrazón o ausencia de interacción, lo que sería absurdo. Lo que interesa es caracterizar una nueva forma de interacción mediado por la autonomía del sistema. (M y S. 53-4);

(...) la autonomía es tan obviamente un rasgo esencial de los sistemas vivos, que siempre que uno observa algo que parece autónomo, la reacción espontánea es considerarlo viviente. Pero, aunque revelada de continuo en la capacidad homeostática de los sistemas vivos de conservar su identidad a través de la compensación activa de las deformaciones, la autonomía parece hasta ahora ser la más huidiza de sus propiedades. (M y S. 63);

Autonomía y diversidad, conservación de la identidad y origen de la variación en el modo como se conserva dicha identidad, son los principales desafíos lanzados por la fenomenología de los sistemas vivientes a los que los hombres han dirigido durante siglos su curiosidad acerca de la vida. (M y S. 63);



Autopoiesis


Es a esta red de producciones de componentes, que resulta cerrada sobre sí misma porque los componentes que produce la constituyen al generar las mismas dinámicas de producciones que los produjo, y al determinar su extensión como un ente circunscrito a través del cual hay un continuo flujo de elementos que se hacen y dejan de ser componentes según participan o dejan de participar en esa red. (M y S. 15);

Ciertamente es posible distinguir entre los seres vivos sistemas autopoiéticos de distinto orden según el dominio en que ésta se realiza:

En tal distinción, las células son sistemas de primer orden  en tanto ellas existen directamente como sistemas autopoiéticos moleculares;

Los organismos somos sistemas autopoiéticos de segundo orden en tanto somos sistemas autopiéticos como agregados celulares;

Sin duda es posible hablar de sistemas autopoiéticos de tercer orden al considerar el caso de una colmena, o de una colonia, o de una familia, o de un sistema social como un agregado de organismos. Pero allí, lo autopoiético resulta del agregado de organismos y no es lo definitorio o propio de la colmena, o de la colonia, o de la familia, o del sistema social, como la clase particular de sistemas que cada uno de estos sistemas es. (M y S. 18);

Al destacar y poner énfasis en el carácter autopoiético, de tercer orden, de tales sistemas, cuando ésta es de hecho algo circunstancial en relación a la constitución de sus componentes, y no los que los define como colmena, colonia, familia, o sistema social, lo propio de cada uno de ellos como sistema queda oculto. (M y S. 18-9)

Así por ejemplo, aunque es indudable que los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos de tercer orden por el solo hecho de ser sistemas compuestos por organismos, lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales no es la autopiesis de sus componentes, sino que la forma de relación entre los organismos que los componen, y que connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los distinguimos en su singularidad como tales al usar la noción de “sistema social”. Lo que sí no hay que olvidar ni desdeñar, es que estos sistemas autopoiéticos de orden superior se realizan a través de la realización de la autopoeésis de sus componentes. (M y S. 19);

Lo que demarca el trabajo hecho en torno a autopoiesis se articulan explícitamente en las ideas siguientes, las cuales expresan las especificidades de la autopoiesis:

El problema de la autonomía de lo vivo es central y hay que cernirlo en su forma mínima, en la caracterización de la unidad viviente;

La caracterización de la unidad viva mínima no puede hacerse solamente sobre la base de componentes materiales. La descripción de la organización de lo vivo como configuración a pattern es igualmente esencial;

La organización de lo vivo es, en lo fundamental, un mecanismo de constitución de su identidad como entidad material;

El proceso de constitución de la identidad es circular: una red de producciones metabólicas, que , entre otras cosas, producen una membrana que hace posible la existencia misma de la red. Esta circularidad fundamental es por lo tanto una autoproducción  única de la unidad viviente a nivel celular. El término autopoiesis designa esta organización mínima de lo vivo;

Toda interacción de la identidad auotopiética ocurre, no sólo en términos de su estructura físico-química, sino que también en tanto unidad organizada, esto es, en referencia a su identidad autoproducida. Aparece de manera explícita un punto de referencia en las interacciones y por tanto la emergencia de un nuevo nivel de fenómenos: la constitución de significados. Los sistemas autopoiéticos inauguran en la naturaleza el fenómeno interpretativo.

La identidad autopoiética hace posible la evolución a través de series reproductivas con variación estructural con conservación de la identidad. La constitución identitaria de un individuo precede, empírica y lógicamente, el proceso de evolución. (M y S. 45-6);

La idea de autopoiesis condensa tres conceptos que están en el centro de varias disciplinas científicas como la neurobiología y la biología evolutiva, las ciencias cognitivas y la inteligencia artificial, las ciencias sociales y de la comunicación:

Hay en la naturaleza propiedades radicalmente emergentes, que surgen de sus componentes de base, pero que no se reducen a ellos. La vida celular es un caso ejemplar de una tal propiedad emergente, y sobre esta base puede definirse lo vivo de una manera precisa y aún formalizable;

Toda serie evolutiva es secundaria a la individuación de los miembros de la serie. El proceso de individuación contiene capacidades emergentes o internas que hacen que la serie evolutiva no se explica sólo sobre la base de una selección externa, sino requiere también de las propiedades intrínsecas de la autonomía de los individuos que la constituyen;

El fenómeno interpretativo es una clave central de todos los fenómenos cognitivos naturales, incluyendo la vida social. La significación surge en referencia a una identidad bien definida, y no se explica por una captación de información a partir de una exterioridad. (M y S. 46);

La autopoiesis sólo pretende establecer la clase de individuos con la que esa serie evolutiva comienza y se origina: se trata del criterio de demarcación entre los primeros seres vivos y la sopa primordial que los precede, ni más ni menos. (M y S. 47);

Una organización autopoiética constituye un dominio cerrado de relaciones especificadas solamente con respecto a la organización autopoiética que ellas componen, determinando así un espacio donde puede materializarse esta organización como sistema concreto, espacio cuyas dimensiones son las relaciones de producción de los componentes que lo constituyen:

Relaciones constitutivas, que determinan que los componentes producidos constituyan la topología en que se materializa la autopoiesis;

Relaciones de especificidad, que determinan que los componentes producidos sean precisamente aquellos componentes definidos por su participación en la autopoiesis;

Relaciones de orden, que determinan que la concatenación de los componentes en sus relaciones de especificidad, constitutivas y de orden sean las especificadas por la autopoiesis. (m y S. 80);

Nociones generales de la forma en que las relaciones de producción se concretan o materializan  en un sistema autopoiético:

Es constitutivo de la organización autopoietica el hecho de que determinadas moléculas tengan entre sus propiedades la posibilidad de cierta interacción, porque en el contexto de esa interacción mantienen las debidas relaciones energéticas. Si los componentes pueden materializarse, la organización puede materializarse; queda implícito el cumplimiento de todas las relaciones termodinámicas y energéticas;

Las nociones tales como especificidad y orden, son referenciales; es decir, carecen de significado fuera del contexto en que son definidas. Así, cuando hablamos de relaciones de especificidad, nos referimos a la especificación de los componentes en el contexto de aquello que define al sistema como autopoiético. Damos por subentendido cualquier otro posible factor de especificidad, por muy necesario que sea para que los componentes sean factibles, pero que no esté definido por la organización autopoiética. Las relaciones de orden se refieren al establecimiento de procesos que aseguren la presencia de los componentes en la concatenación cuyo resultado es la autopoiésis. No se connota ninguna otra referencia, por concebible que sea para otros aspectos de la descripción;

Una organización autopoiética adquiere unidad topológica mediante su materialización en un sistema autopoiético concreto que conserva su identidad mientras sigue siendo autopoiético. Además, el espacio determinado por dicho sistema es completo en sí y no puede describirse usando dimensiones que definan otro aspecto. No obstante, cuando nos referimos a nuestras interacciones con un sistema autopoiético concreto, proyectamos ese sistema sobre el espacio en que efectuamos nuestras manipulaciones, y hacemos una descripción de esta proyección. Podemos hacer esto porque interactuamos con los componentes del sistema autopoiético a través de aquellas propiedades de sus elementos constitutivos que no quedan en el espacio autopoiético, y modificamos el sistema autopoiético modificando sus componentes;

Las nociones tales como codificación y transmisión de informaciones no entran en la determinación de un sistema autopoiético concreto, porque no constituyen en él elementos causales. Así, la noción de especificidad no implica codificación, información ni instrucciones; solamente describe ciertas relaciones determinadas dependientes de la organización autopoiética, que dan por resultado la producción de los componentes específicos. (...) La noción de codificación es una noción cognoscitiva que representa las interacciones del observador, y no un fenómeno operativo en el dominio físico. (M y S. 80-1);

La célula como materialización molecular de la autopoiésis:

Producción de las relaciones constitutivas: las relaciones constitutivas son relaciones que determinan la topología de la organización autopoiética y, por ende, sus límites físicos. La producción de relaciones constitutivas mediante la producción de los componentes que mantienen esas relaciones, es una de las dimensiones definitorias de un sistema autopoiético;

Producción de relaciones de especificidad: las relaciones de especificidad son relaciones que determinan la identidad (las propiedades) de los componentes de la organización autopoiética y, por lo tanto, su factibilidad material. La producción de relaciones de especificidad mediante la producción de componentes que puedan mantener esas relaciones, es otra de las dimensiones definitorias de un sistema autopoiético;

Producción de relaciones de orden: Las relaciones de orden son aquellas que determinan la dinámica de la organización autopoiética determinando la concatenación de las relaciones constitutivas, de especificidad y de orden y, por consiguiente, su realización efectiva. El establecimiento de relaciones de orden mediante la producción de componentes que controlan la producción de relaciones (constitutivas, de especificidad y de orden), representa la tercera dimensión del espacio autopoiético. (M y S. 82-3);

En un sistema molecular puede surgir la autopoiésis si las relaciones de producción están concatenadas de tal manera, que producen componentes que hacen del sistema una unidad que genera continuamente su carácter unitario. Esto equivale a decir que la autopoiésis  surge cuando la relación que concatena dichas relaciones se produce y se mantiene constante a través de la producción de los componentes moleculares que forman el sistema mediante esta concatenación. De modo que, en general, la cuestión del origen de un sistema autopoiético es una cuestión acerca de las condiciones que deben cumplirse para el establecimiento de un espacio autopoiético. No es, pues, un problema químico, en términos de cuáles moléculas tomaron o pueden tomar parte en el proceso, sino el problema general de qué relaciones deben satisfacer las moléculas, o cualquiera unidades constitutivas, para generar una unidad en dicho espacio. Esto amerita los siguientes comentarios:

Un sistema autopoiético es definido como una unidad por y a través de su organización autopoiética, y tiene existencia topológica en el especio en que sus  componentes tienen existencia como entidades que pueden interactuar. Para los seres vivos tal espacio es el espacio físico. Sin unidad topológica en un espacio determinado, un sistema no existe en ese espacio y, por consiguiente, sólo puede ser un sistema en el dominio de nuestra descripción, donde su unidad se estipula conceptualmente que lo constituirían como sistema operante;

El establecimiento de un sistema autopoiético no puede ser un proceso gradual: el sistema autopoiético o está ahí, o no está. En efecto, su establecimiento no puede ser un proceso gradual porque un sistema autopoiético es definido como sistema –vale decir, como unidad topológica- por su organización. Luego una unidad topológica o está conformada por su organización autopoiética y el sistema autopoiético existe y permanece, o bien no hay una unidad topológica, o la hay conformada de distinta manera, y no existe un sistema autopoiético, sino alguna otra cosa;

Una unidad se define mediante una operación de distinción: en un sistema autopoiético, la autopoiésis constituye la operación de distinción que lo define, y su origen es coincidente al establecimiento de dicha operación;

El problema del origen de los sistemas autopoiéticos tiene dos aspectos:

Su factibilidad: el surgimiento de cualquier sistema depende de la presencia de los componentes que lo integran y de las clases de interacciones en que pueden entrar; luego, dados los componentes apropiados y la debida concatenación de sus interacciones, el sistema se hace real. La cuestión concreta relativa a la factibilidad de un sistema autopoiético molecular es, pues, la cuestión de las condiciones en que pueden concatenarse diversos procesos químicos para formar unidades topológicas que constituyen redes en el espacio autopoiético;

Su posibilidad de aparición espontánea: dadas la factibilidad de los sistemas autopoiéticos y la existencia de sistemas autopoiéticos terrestres, ¿hay condiciones naturales en los que éstos pueden generarse espontáneamente? Concretando, la cuestión sería: ¿cuáles fueron o son las condiciones naturales en que surgieron o surgen espontáneamente en la Tierra componentes cuyas propiedades hacen factibles algunos sistemas autopoiéticos? Esta pregunta no puede contestarse independientemente de la forma como se responda la cuestión de la factibilidad, especialmente en lo que se refiere a la factibilidad de una o varias clases distintas de sistemas autopoiéticos moleculares. (M y S.  85-6-7);


Autopoiesis y ciencias humanas


Quiero distinguir en esta literatura (autopoiesis en las ciencias humanas) secundaria dos modos de transposición de la idea original (de autopoiesis): 

Una utilización literal o estricta de la idea:  (...) Aquí me refiero al hecho que ha habido intentos repetidos de caracterizar, por ejemplo, una familia como un sistema autopoiético, de manera que la noción se aplique en este caso estrictamente. Estos intentos se fundan, en mi opinión, en un abuso de lenguaje. <en la idea de autopoiesis las nociones de red de producciones y de frontera tiene un sentido más o menos preciso. Cuando la idea de una red de procesos se transforma en “interacciones entre personas”, y la membrana celular se transforma en el “borde” de un grupo humano, se incurre en un uso abusivo, como lo expresé en un comentario crítico que he publicado al respecto:

Una utilización por continuidad: se trata de tomar en serio el hecho de que la autopoiesis busca poner la autonomía del ser vivo al centro de la caracterización de la biología, y abre al mismo tiempo la posibilidad de considerar los seres vivos como dotados de capacidades interpretativas desde su mismo origen. Es decir,  permite ver que el fenómeno interpretativo es continuo desde el origen hasta su manifestación humana. (M y S. 52);

El ligar la autopoiesis como una opción epistemológica más allá de la vida celular, al operar del sistema nervioso y los fundamentos de la comunicación humana, es claramente fructífero. (M y S. 52);

La evolución cultural tiene lugar mediante copia secuencial de un modelo cambiante, en el proceso de adoctrinamiento social, generación tras generación: (M y S. 100);

Un sistema autopoiético cuya autopoiésis implica la autopoiésis de las unidades autopoiéticas que lo generan, es un sistema autopoiético de orden superior. Si tal sistema es autiopoiético en el espacio físico, es un sistema vivo. (M y S. 102-3);

Aún no sabemos si hay un espacio social en que una sociedad constituya una unidad autopoiética, ni cuáles serían sus componentes en dicho espacio, aunque sabemos que toda sociedad tiene mecanismos de automatización. (M y S. 103);

En una unidad autopoiética de segundo orden, los sistemas autopoiéticos componentes pasan necesariamente a quedar subordinados, en cuanto al modo de realizar su propia autopoiésis, a la conservación de la autopoiesis de la unidad autopoiética de orden superior que ellos, mediante su acoplamiento, definidos topológicamente en el espacio físico. (M y S. 104-5);

Si el sistema autopoiético de orden superior experimenta autorreproducción (por autorreproducción de una de sus unidades autopoiéticas integrantes, o por otro medio), se inicia un proceso evolutivo en el cual la evolución del modelo organizativo de los sistemas autopoiéticos componentes está necesariamente subordinada a la evolución del modelo organizativo de la unidad compuesta. Más aún, es previsible que, dadas las circunstancias apropiadas, las unidades autopoiéticas de orden superior se formarán por selección. (m y S. 105);

En efecto, si el acoplamiento surge como una manera de satisfacer la autopoiesis, una unidad de segundo orden formada a partir de sistemas autopoiéticos anteriores, será más estable mientras más estable sea el acoplamiento. (M y S. 105);

Sin embargo, la condición más estable de todas para el acoplamiento se presenta si la organización de la unidad se acopla precisamente para mantener esa organización, vale decir, si la unidad se torna autopoiética. Hay, pues, una presión selectiva siempre presente para la constitución de sistemas autopoiéticos de orden superior a base del acoplamiento de unidades autopoiéticas de orden inferior. (M y S. 105);

Parece que la única limitación al proceso de formación de unidades autopoiéticas de orden superior es la impuesta por las condiciones en que una unidad puede definirse en un espacio determinado. (M y S. 105);

Dos consideraciones generales que se pueden hacer respecto a la sociedad humana:

Si la sociedad humana hubiera de pasar a ser un sistema autopoiético compuesto de seres humanos, la unidad que se mantendría constante a través de su propio funcionamiento interno sería la sociedad, y a ella sería aplicable todo cuanto hemos dicho acerca de los sistemas vivientes en cuanto unidades. La fenemenología individual de los hombres en cuanto componentes setaría subordinada a la autopoiésis de la sociedad, y su propi autopoiésis estaría restringida a la que satisface el papel alopoiético de los individuos dentro de ella. “Cualquier cosa por el bien de la humanidad”, sería la justificación ética de la acción humana;

Aunque esto es posible, y una vez establecida puede ser muy difícil para los hombres interferir con la dinámica autopoiética de la socedad que constituyen, una sociedad autopoiética es solamente una de las formas en que pueden concatenarse los procesos generados por los seres humanos. En efecto, sabemos que una sociedad formada según un diseño arbitrario será biológicamente válida mientras satisfaga la autopoiesis de sus miembros. Así, podríamos imaginar una sociedad intencionalmente constituida por sus componentes como un sistema alopoiético que activamente niega toda jerarquización sistémica entre ellos, y cuya función sea satisfacer sus necesidades materiales, intelectuales y estéticas, proveyéndoles un medio interesante para su existencia como sistemas dinámicos y cambiantes.(M y S. 113);

Un fenómeno histórico es un proceso de cambio en el cual cada uno de los estados sucesivos de un sistema cambiante surge como modificación de un estado previo en una transformación causal, y no de novo como hecho independiente. (M y S. 135);

La fenomenología biológica es la fenomenología de los sistemas autopoiéticos, y un sistema es un fenómeno biológico solamente en la medida en que depende, de un modo u otro, de la autopoiésis de una o más unidades autopoiéticas. (M y S. 134-5);



Cartesianismo


No obstante, mientras más buscaban la formulación explícita de una u otras de esas fuerzas organizadoras especiales, más decepcionados quedaban los biólogos al hallar solamente lo mismo que en cualquiera otra parte del mundo físico: moléculas, potenciales y ciegas interacciones materiales gobernadas por leyes físicas carentes de objetivo. (M y S. 63);

De ahí que, bajo la presión inevitable de la experiencia y el impulso decisivo del pensamiento cartesiano, emergiera un enfoque distinto, y que el mecanismo ganara paulatinamente el mundo biológico, al insistir en que los únicos factores operantes en la organización de los sistemas vivos son los factores físicos y negar la necesidad de alguna fuerza inmaterial organizadora de lo vivo. En efecto, ahora parece evidente que, una vez que se lo ha definido adecuadamente, cualquier fenómeno biológico puede describirse como surgido de la interacción de procesos físico-químicos cuyas relaciones son especificadas por el contexto de su definición. (M y S. 63-4);



 Ciencia


La ciencia tiene dos discontinuidades:

que no funciona por acumulación empírica progresiva, y

que es inseparable de su contexto histórico social; (M y S. 45);

Cuando un espacio se divide en dos, nace un universo: se define una unidad. La descripción, la invención y la manipulación de unidades están en la base de toda indagación científica. (M y S. 63);

Ningún experimento ni observación son significativos a menos que se hagan e interpreten dentro de un marco teórico explícito. (M y SD. 74);



Conducta


Los cambios que un organismo sufre mientras mantiene su autopoiésis constituyen su conducta. Para un observador, la conducta de un organismo es aparente en los cambios que éste causa en el ambiente (incluyendo el observador) en que existe. En consecuencia, la conducta observada en cualquier organismo, cualquiera sea su grado de complejidad, es siempre expresión de su autopoiésis. (M y S. 121);

Como tal, la conducta siempre surge de una fenomenología que tiene lugar en el presente, esto es, la historia no es un componente de la organización autopoiética. Sin embargo, como objetos de nuestra observación o como observadores de la conducta de otros animales, vemos que las experiencias pasadas de un organismo modifican su sistema nervioso, y parecen actuar como agentes causales en la determinación de su conducta en el presente



Deriva natural


En la evolución como deriva natural, la selección aparece como condiciones de borde que deben ser satisfechas, pero al interior de las cuales el camino genotípico y fenotípico de un organismo se funda en su clausura operacional. (M y S. 55);




Determinismo estructural


Los seres vivos somos sistemas determinados en la estructura y, como tales, todo lo que nos ocurre surge en nosotros como un cambio estructural determinado también en nosotros en cada instante según nuestra estructura de ese instante. (M y S. 25);

La noción de determinismo estructural, sin embargo, no surge como un supuesto ontológico o un principio explicativo, sino que surge en un acto de síntesis poética como una abstracción de las regularidades de la experiencia del observador y, por lo tanto, tiene validez en cada caso sólo en el dominio de regularidades en que surge. Por esto, los distintos dominios de coherencias experienciales que el observador vive, constituyen distintos dominios de determinismo estructural, cada uno definido por las coherencias experienciales que le son propias y lo definen. (M y S. 25);

El que un sistema sea determinado estructuralmente, no implica que un observador pueda predecir los cambios estructurales que tendrá en su devenir. Como una predicción es un intento de tratar una situación cualquiera como un sistema determinado en su estructura para luego computar sus cambios estructurales, el observador debe conocer la estructura del sistema de que habla para predecir o computar sus cambios estructurales. (M y S. 25);

Todo el entendimiento científico se funda en reconocer, implícita o explícitamente, que en nuestro explicar sólo tratamos con sistemas determinados en su estructura cualquiera sea el dominio de explicar que consideremos, de modo que si no se cumple el determinismo estructural, pensamos en error o en conocimiento insuficiente. (M y S. 25);

Ocurre además, que no siempre podemos conocer la estructura de un sistema en el momento en que queremos computar sus cambios estructurales, ya sea porque no tenemos acceso a ella, o porque en el intento de conocerla la destruimos, o porque la dinámica estructural del sistema es tal, que cambia recursivamente con sus cambios de estado, y cada vez que buscamos regularidades en sus respuestas al interactuar con él, nos encontramos con que su estructura ha cambiado y responde de manera diferente. Los seres vivos son sistemas de esta última clase. (M y S. 25);



Dominio cognoscitivo de los sistemas autopoiéticos


Hay agentes deformantes que un observador puede ver, pero que el sistema autopoiético deformado no puede describir, porque no puede compensarlos. Este dominio, el dominio de todas las interacciones en que un sistema autopoiético puede participar sin perder su identidad, es decir, el dominio de todos los cambios que puedes sufrir al compensar perturbaciones, es su dominio cognoscitivo. (M y S. 114);

De esto se desprende que el dominio cognoscitivo de un sistema autopoiético es equivalente a su dominio conductual y, en la medida en que toda conducta puede ser observada, equivale a su dominio de descripciones. O, lo que es lo mismo, que toda conducta es expresión de conocimiento (compensación de perturbaciones) y que todo conocimiento es conducta descriptiva.

Observaciones que señalan la subordinación del dominio cognoscitivo a la autopoiésis individual:

Si el dominio cognoscitivo de un sistema autopoiético está determinado por su modo particular de  autopoiésis , y si todo conocimiento es conducta descriptiva,  se desprende que todo conocimiento es, necesariamente, relativo al dominio cognoscitivo del que conoce y que, por ende, está determinado por su organización;

Más aún, si la forma como se realiza la autopoiésis de un organismo cambia a lo largo de su ontogenia, su dominio cognoscitivo también cambia y su repertorio conductual (conocimientos) sigue una historia determinada por ella;

Intrínsecamente no es posible el conocimiento absoluto, y la validación eventual de todo conocimiento en los seres vivos (el hombre incluido) se da, necesariamente, en su autopoiésis continuada;

Los sistemas autopoiéticos pueden interactuar entre sí en condiciones que dn por resultado el acoplamiento conductual. En este acoplamiento, la conducta autopoiética de un organismo A pasa a ser fuente de deformación para un organismo B; y la conducta compensatoria del organismo B actúa, a su vez, como fuente de deformación para B, y así sucesivamente, en forma recursiva, hasta que se interrumpe el acoplamiento. (M y S. 115);

De esta manera, se desarrolla una cadena tal de interacciones eslabonadas que, aunque la conducta de cada organismo en cada interacción es determinada internamente por su organización, dicha conducta es para el otro fuente de deformaciones compensables y, por lo tanto, puede calificarse de significativa en el contexto de la conducta acoplada. <estas son interacciones comunicativas. (M y S. 115);

Si los organismos acoplados son capaces de una conducta plástica y permanentemente resultan modificados en las interacciones, sus cambios –que surgirían en el contexto de sus deformaciones acopladas- constituirían dos ontogenias históricamente eslabonadas que generan un campo consensual de conducta acoplada que se especifica (se hace consensual) durante proceso de su generación. (M y S. 115);

Un campo consensual así, donde los organismos acoplados se orientan recíprocamente en su conducta, internamente determinada, por medio de interacciones que se han especificado durante sus ontogenias acopladas, es un dominio lingüístico. En tal campo consensual de interacciones, la conducta de cada organismo se puede tratar como una descripción connotativa de la conducta del otro; o bien, en el dominio del observador, como una denotación consensual. (M y S. 115);

Las interacciones lingüísticas (de connotación) son intrínsecamente no informativas; el organismo A no determina, ni puede determinar, la conducta de B debido a la naturaleza misma de la organización autopoiética, la cual hace que todo cambio experimentado por un organismo sea necesaria e inevitablemente determinado por su propia organización, y no por la transmisión de información. (M y S. 115);

El dominio lingüístico –como dominio consensual que resulta del acoplamiento de ontogenias de sistemas autopoiéticos- es, pues, intrínsecamente no informativo, aún cuando el observador lo describa como si lo fuese, desatendiendo la determinación interna que lo genera en los sistemas autopoiéticos. Fenomenológicamente, el demonio lingüístico y el de la autopoiésis son dominios diferentes y, aunque el uno genera los elementos del otro, no se intersectan. (M y S. 115-6);

Un sistema autopoiético capaz de interactuar con sus propios estados (como puede hacerlo un organismo dotado de sistema nervioso) y de desarrollar con otros sistemas un dominio consensual lingüístico (en el campo donde puede interactuar con sus propios estados), puede tratar sus propios estados lingüísticos como fuentes de deformaciones y, así interactuar lingüísticamente en su dominio lingüístico cerrado. Tal sistema posee dos propiedades:

A través de interacciones recurrentes con sus propios estados lingüísticos, un sistema así puede permanecer siempre en situación de interactuar con las representaciones (según se las definió previamente) de sus interacciones. Tal sistema es un observador. El que un sistema autopoiético con dicha capacidad, en efecto genere durante su ontogenia una serie interminable de estados diferentes, depende, obviamente, de lo que constituye una identidad. En el dominio lingüístico, donde la historia de interacciones del organismo determina el contexto en que tiene lugar cada nueva interacción lingüística y donde la relevancia circunstancial que cada estado lingüístico tiene en la realización de la autopoiésis determina su valor semántico, pueden, en principio, generarse infinitos estados lingüísticos semánticamente diferentes;

Un sistema vivo capaz de ser un observador puede interactuar con sus propios estados descriptivos, que son descripciones lingüísticas de él mismo. Si lo hace en forma recursiva, genera un dominio de autodescripciones lingüísticas en el cual es un observador de sí mismo y un observador de su observación y de su autoobservación, de una manera interminable. Este dominio lo llamamos dominio de autoobservación, y la conducta autoconsciente es conducta en el dominio de autoobservación. (M y S. 116);

Toda interacción en un sistema autopoiético tiene lugar por medio de interacciones físicas, pero como tal sistema está definido en términos de relaciones, todas sus interacciones necesariamente dan por resultado cambios en estas relaciones. Así,  cualquiera sean las circunstancias de una interacción, ésta es siempre representada en la misma categoría fenomenológica: cambios en las relaciones de producción que definen y especifican el sistema autopoiético que, si son compensables, permiten la autopoiésis continuada. (M y S. 117);

Como resultado de esto, es decir, en virtud de la naturaleza misma de la organización autopoiética, dominios conductuales que son diferentes debido a que los determinan fenomenológicamente unidades distintas, pueden ser representados en la misma categoría fenomenológica de cambios en las relaciones internas de un sistema autopoiético. Esto tiene dos implicacncias de importancia en el dominio cognoscitivo:

Un observador mapea  todas sus interacciones como observador en el mismo dominio de relaciones, aun cuando esas interacciones pertenezcan a distintas fenomenologías porque él participa en ellas como una clase diferente de unidad (con propiedades diferentes). Mediante este mapeo, un observador puede establecer relaciones descriptivas entre sus descripciones de fenomenologías independientes. No obstante, estas relaciones sólo existen en el dominio lingüístico y constituyen conexiones solamente descriptivas, no operativas, entre fenomenologías independientes: su presentación depende de la presencia del observador;

El observador en cuanto tal necesariamente permanece siempre en un dominio descriptivo, vale decir, en un dominio cognoscitivo relativo. No es posible ninguna descripción de una realidad absoluta. Tal descripción requeriría una interacción con lo absoluto por describir, pero la representación que surgiría de semejante interacción necesariamente sería determinada por la organización autopoiética del observador, y no por el agente deformante; luego, la realidad cognoscitiva así generada dependería inevitablemente del conocedor, y sería relativa a él: (M y S. 117);

xii)



Distinción





Epigénesis


El carácter epigénico del operar sistémico en general, y en particular del devenir de cualquier ser vivo, excluye toda predeterminación. (...) La creencia en la posibilidad de una dinámica predeterminista en los sistemas obscurece la comprensión del fenómeno epigénico. ( M y S. 26);

El fenotipo surge en una epigénesis. Por la misma razón, la herencia como fenómeno de conservación reproductiva de un modo de vida o fenotipo ontogénico, es un fenómeno sistémico y no molecular. (M y S. 26);



Epistemología de los sistemas biológicos


La epistemología es un cuerpo de nociones conceptuales explícitas o implícitas que determina la perspectiva de la observación y, por lo tanto, qué se puede y qué no se puede observar, qué es y que no es validable por la experiencia, qué es y qué no es explicable mediante un conjunto de conceptos teóricos.(M y S. 110);

La clave para comprender la fenomenología biológica es entender la organización del individuo. Nosotros hemos demostrado que esta organización en la organización autopoiética. (M y S. 110);

Además, hemos demostrado que esta organización y su origen son plenamente explicables a base de nociones puramente mecanísticas, válidas para cualquier fenómeno en el espacio físico, y que un vez establecida, la organización autopoiética determina, en el dominio de la fenomenología mecenística, un subdominio fenomenológico independiente: el dominio de los fenómenos biológicos. (M y S. 110-1);

Como resultado, el dominio biológico queda totalmente definido como un dominio autocontenido; no son necesarias otras nociones adicionales, y cualquier explicación biológica adecuada tiene la misma validez epistemológica que cualquier explicación mecanística de cualquier otro fenómeno en el espacio físico. (M y S. 111);

Un dominio fenomenológico es definido por las propiedades de la unidad o las unidades que lo constituyen, singular o colectivamente, por medio de sus transformaciones o interacciones. Luego, cada vez que se define una unidad o que se establecen una o más clases de unidades capaces de experimentar transformaciones o interacciones, se define un dominio fenomenológico. (M y S. 111);

Dos dominios fenomenológicos se intersectan solamente en la medida en que poseen unidades generadoras comunes, vale decir, solamente en la medida en que interactúan las unidades que los determinan; de lo contrario, son completamente independientes y, evidentemente, no pueden generarse el uno al otro sin transgredir los dominios de relaciones de sus especificaciones respectivas. (M y S. 111);

En cambio, un dominio fenomenológico puede generar unidades que determinan un dominio fenomenológico distinto; pero ese dominio es especificado por las propiedades de las nuevas unidades distintas, y no por la fenomenología que las genera. De n o ser así, las nuevas unidades no serían en realidad unidades diferentes, sino que serían de la misma clase de las unidades que origeninan el domonio fenomenológico previo y generarían un dominio fenomenológico idéntico a él: (M y S. 111);

Los sistemas uatopoiéticos generan dominios fenomenológicos distintos al dar origen a unidades cuyas propiedades son diferentes de las propiedades de las unidades progenitoras. Estos nuevos dominios fenomenológicos están subordinados a la fenomenología de las unidades autopoiéticas, porque dependen de éstas para su realización efectiva, pero no son determinados por ellas; son determinados por las propiedades de las unidades que efectivamente les dan origen ( M y S. 111);

Un dominio fenemenológico no puede explicarse mediante relaciones válidas para otro; esto es una regla general que rige también respecto de los dominios fenomenológicos diferentes generados a través del funcionamiento de los sistemas autopoiéticos. En consecuencia, así como un sistema autopoiético no se puede explicar por medio de relaciones estáticas ni de relaciones mecanísticas no autopoiéticas en el espacio físico, y debe por tanto explicarse por medio de relaciones mecanísticas autopoiéticas, los fenómenos generados por las interacciones de unidades autopoiéticas deben explicarse en su dominio de interacciones y por medio de las relaciones que determinan este dominio. (M y S, 111-2):

La organización del individuo es autopoiética, y en esto estricba toda su importancia: su modo de ser es definido por su organización y su organización es autopoiética. (M y S. 112);



Espacio


a. Un sistema viviente es tal porque es un sistema autopiético, y es una unidad en el espacio físico porque es definida como unidad en ese espacio por medio y a través de su autopoieis. (M y S. 106)

Un espacio físico está definido por componentes que pueden determinarse mediante las operaciones que los caracterizan en términos de propiedades –tales como masa, fuerza, aceleración,distancia, campo, etc.-, las propiedades a su vez quedan definidas por las interacciones de los componentes que ellas caracterizan. (m y S. 106);

En el espacio físico pueden tener lugar dos clases de fenomenología, según cómo participen los componentes en su generación, a saber:

La fenomenología estática, que es una fenomenología de relaciones entre propiedades de los componentes;

La fenomenología mecanística, que es una fenomenología de relaciones entre procesos generados por las propiedades de los componentes. (M y S. 106-7);

Como los fenómenos biológicos son fenómenos de relaciones entre procesos, los fenómenos biológicos son fenómenos mecanísticos, pero de una clase particular, porque las relaciones entre sus procesos constitutivos son determinados por la participación autopoiética. La fenomenología de los sistemas vivos es, pues, la fenomenología mecanística de las máquinas autopoiéticas. (M y S. 107);

Los seres vivos en cuanto a unidades autopoiéticas en el espacio físico definen su mundo fenomenológico en relación con su autopoiésis en dicho espacio, y algunos operan en ese mundo en forma recurrente, a través de sus descripciones, siéndoles imposible salir de ese dominio descriptivo relativo mediante descripciones. (M. Y S. 119);

Más aún, en este dominio de descripciones estos sistemas autopoiéticos señalan que el espacio físico es singular porque es el espacio donde ellos se dan y donde ellos, mediante su conducta, pueden describirlo como el espacio donde ellos se dan. Esto exige un enfoque cognoscitivo enteramente nuevo: hay un espacio en el cual tiene lugar distintas fenomenologías: una de ellas es la fenomenología autopoiética; la autopoiésis genera una dominio fenomenológico; éste es el dominio cognoscitivo. (M y S. 119);



Espontaneidad (finalidad u objetivo)


La espontaneidad en el surgimiento de los sistemas, niega cualquier dimensión de intencionalidad o finalidad en su constitución o en su operar, y hace que finalidad e intencionalidad pertenezcan sólo al ámbito reflexivo del observador como comentarios que él o ella hace al comparar y explicar sus distinciones y experiencias en distintos momentos de su observar. (M y S. 29 );

Quien no acepta la espontaneidad de los procesos moleculares, no puede aceptar la espontaneidad de las coherencias operacionales entre el ser vivo y el medio propias del vivir. (M y S. 29 );

Dado el determinismo estructural, una vez que un sistema surge, su devenir consiste necesariamente en una historia de interacciones recurrentes con los elementos de un medio que surge con él y lo contiene. Además tal historia de interacciones recurrentes entre el sistema y el medio cursa necesariamente como una coderiva estructural. (M y S. 29);

Esto es, tanto la estructura del sistema, como la estructura del medio, cambian necesariamente y de manera espontánea de un modo congruente y complementario mientras el sistema conserva su organización y la coherencia operacional con el medio que le permite conservar su organización. (M y S. 29 );

Esto ocurre en una dinámica de complementariedad operacional en la que un observador ve al sistema deslizarse en el medio siguiendo el único curso que puede seguir en la conservación de su organización, en un proceso en el que las estructuras del sistema y del medio cambian juntas de manera congruente hasta que el sistema se desintegra. (M y S. 29);

Finalidad u objetivo no son rasgos de la organización de ninguna máquina (alo o autopoiética). Estas nociones quedan en el terreno del comentario de nuestras acciones, vale decir, pertenecen al dominio de las descripciones y, cuando se las aplica a una máquina o a cualquier sistema exterior a nosotros, expresan que estamos considerándolo dentro de algún contexto más amplio. (M y S. 76);

En general, el observador le da algún uso a la máquina, mental o concreto, determinando así el conjunto de circunstancias en que ésta opera, así como el dominio de sus estados que él considera sus salidas. El nexo entre estas salidas, las correspondientes entradas y la relación de unas y otras con el contexto en que las incluye el observador, constituye lo que llamamos objetivo o finalidad de la máquina que está situado, necesariamente, en el dominio del observador, quién decide el contexto y establece los nexos. (M y S. 76);



Evolución


Un fenómeno histórico es un proceso de cambios en el cual cada uno de los estados sucesivos de un sistema cambiante surge como modificación de un estado previo en una transformación causal, y no de novo como hecho independiente. Por consiguiente, la noción de historia de puede usar, o para referirse a los antecedentes de un fenómeno dado como la sucesión de hechos que le dan origen, o bien para caracterizarlo como proceso. (m y S. 95);

La historia de un fenómeno como descripción de sus antecedentes no puede contribuir a explicarlo, porque los antecedentes no son componentes del fenómeno que preceden o generan. M y S. 95);

A la inversa, dado que la historia en cuanto fenómeno ha de explicarse en presente como red causal de hechos concatenados secuencialmente, en la cual cada hecho es un estado de la red que aparece por transformación del estado anterior, se infiere que la historia, aunque no contribuya a explicar ningún fenómeno, puede permitirle a un observador explicar el origen de un  fenómeno como estado dentro de una red (histórica) causal, porque el tiene acceso observacional (o descriptivo) independiente a los distintos estados del proceso histórico. (M y S. 96);

Elementos que hay que tener presente para comprender la evolución comom proceso histórico por la autopoiésis de las unidades biológicas:

La evolución en cuanto proceso es la historia del cambio de un modelo de organización materializado en unidades independientes, generadas secuencialmente a través de etapas autorreproductivas, en las cuales la organización definitoria particular de cada unidad aparece como modificación de la anterior, que constituyen así sus antecedentes secuencial e histórico;

Por lo tanto, la evolución requiere reproducción secuencial y cambio en cada etapa reproductiva. Sin reproducción secuencial –proceso reproductivo en que la organización definitoria de cada unidad de la serie constituye el antecedente para la organización definitoria de la siguiente-, no hay historia; sin cambio en cada etapa reproductiva de la serie, no hay evolución;

En contraste, las transformaciones sucesivas de una unidad sin cambio de identidad constituyen su ontogenia, o sea, su historia individual si es una unidad autopoiética;

Los cambios en estos aspectos de la organización de las unidades generadas secuencialmente, que ocurren ya sea durante su propia ontogenia o en el proceso de su generación, llevan necesariamente a ña producción de una red histórica en que las unidades producidas inevitablemente encarnan de manera sucesiva un modelo cambiante de organización en el cual cada estado surge como modificación del anterior;

En general, pues, la reproducción secuencial necesariamente conduce a la evolución, y en particular en los sistema autopoiéticos, la evolución es una consecuencia de la autorreproducción;

La ontogenia y la evolución son fenómenos totalmente distintos, tanto en su operar como en sus consecuencias:

En la ontogenia, como historia de la transformación de una unidad, la identidad de la unidad –cualquiera sea el espacio en que exista- no se interrumpe jamás;

En la evolución, como proceso de cambio histórico, hay una sucesión de identidades generadas por reproducción secuencial que forman una red histórica, y lo que varía (evoluciona) –el modelo organizativo de las unidades generadas sucesivamente- existe en un dominio diferente del de las unidades que lo encarnan;

Si en cada etapa reproductiva existe reproducción secuencial y posibilidad de cambio, la selección puede hacer, de la transformación del modelo organizativo reproducible encarnado en cada unidad sucesiva, una función recursiva del dominio de interacciones especificado por esa misma unidad autopoiética;

Si todo sistema autopoiético que se concreta es necesariamente adaptado al dominio en que existe, y si la adaptación es el requisito para que cualquier sistema autopoiético pueda realizarse, la evolución tiene lugar solamente como proceso de continua adaptación de las unidades que encarnan al modelo organizativo en evolución;

En los sistemas vivientes autorreproductores que conservan su identidad en el espacio físico (mientras su organización autopoiética homoeostática es compatible con las limitaciones del ambiente en que ellos existen), la evolución es necesariamente un proceso de adaptación continuada, porque solamente se reproducen, de entre estos sistemas, aquellos cuya autopoiesis puede realizarse, sin que importe cuánto varíe en otros aspectos, en cada etapa reproductiva, la forma de concretarse de su autopoiesis;

Para que la evolución tenga lugar como verdadera historia de cambios de un modelo organizativo mediante su materialización en unidades generadas sucesivamente, la reproducción debe permitir que cambie la organización reproductiva secuencialmente. En los sistemas vivos actuales, la reproducción se efectúa como modificación de la autopoiesis, y está ligada a ella;

Una vez que en un sistema autopoiético tiene lugar el proceso autorreproductor mñás simple, la evolución está en marcha y la autorreproducción puede iniciar una historia de cambios, con el consiguiente desplazamiento total (por selección natural) de cualquiera unidades autopoiéticas no autorreproductoras coexistentementes. De ahí la vinculación entre autopoiesis y reproducción, en los sistemas vivientes terrestres;

Sólo cambios innovadores, es decir, cambios no compensados que modifican el modo de realización de la autopoiesis sin interrumpirla (como cambios estructurales del ADN de organismos actuales), permiten la generación por autorreproducción de unidades reproductivamente conectadas en un proceso evolutivo;

En cualquier caso, una vez que la autorreproducción aparece en la autopoiesis, toda perturbación innovadora resulta, necesariamente, en la generación de linajes de organismos con nuevas propiedades susceptibles de selección; por lo tanto, toda perturbación innovadora constituye una fuente de variación genética en la dinámica evolutiva;

En consecuencia, la fenomenología de la evolución biológica depende de dos procesos:

Reproducción, que se refiere a las formas posibles de complicación de la autopoiésis;

Variación, que se refiere a los mecanismos de introducción de perturbaciones innovadoras en la autopoiesis; 

Una especie es una población, o colección de poblaciones, de individuos interconectados reproductivamente que, de esta manera, son nodos en una red histórica. Genéticamente, esos individuos comparten un patrimonio común de genes, es decir, un modelo esencialmente equivalente de organización autopoiética en transformación histórica;

Históricamente, una especie surge cuando una red reproductiva de este tipo da origen a otra red reproductiva como rama que, precisamente por constituir en red histórica independiente (reproductivamente separada), tiene otra historia. Se dice que lo que evoluciona es la especie, y que los individuos están, en su existencia histórica, subordinados a esa evolución;

Lo que evoluciona es un modelo de organización autopoiética materializado en muchas variantes particulares, en una colección de individuos transitorios que juntos definen una red histórica reproductiva;

xviii). Los individuos son, pues, indispensables, porque representan la única existencia física de la trama que ellos definen. La especie tiene un carácter puramente descriptivo y, aunque representa un fenómeno histórico, no constituye un componente causal en la fenomenología evolutiva. (M y S. 95-6-7-8-9-100-01);






Explicación


Una explicación es siempre la reformulación de un fenómeno de manera tal que sus elementos aparezcan casualmente relacionados en su génesis. Más aún, una explicación la damos siempre en nuestra calidad de observadores, y es primordial distinguir en ella lo propio del sistema, como constitutivo de su fenomenología, de los que pertenece a nuestro dominio descriptivo y, en consecuencia, a nuestras interacciones con él, con sus componentes y con el contexto en que se le observa. (M y S. 65);

Con nuestro dominio descriptivo resulta de que contemplamos al mismo tiempo la unidad y sus interacciones en el campo de observación, las nociones que surgen en el dominio de la descripción no forman parte de la organización constitutiva de la unidad (el fenómeno) por explicar.(M y S. 65);

Una explicación biológica debe ser una reformulació en términos de procesos subordinados a la autopoiésis de los organismos participantes, o sea, una reformulación en el dominio fenomenológico biológico. (My S. 108);































Externo (lo) o perturbación


Una de las críticas que debe hacerse a esta obra (así como a mi libro del 79) es que la crítica de la representación como guía del fenómeno cognitivo es reemplazada por una alternativa débil: lo externo como mera perturbación de la actividad generada por la clausura operacional, que el organismo interpreta ya sea a nivel celular, inmunitario o neuronal. (M y S. 55);

Reemplazar la noción de input-output por la de acoplamiento estructural fue un paso importante en la buena dirección porque evita la trampa del lenguaje clásico de hacer del organismo un sistema de procesamiento de información. Pero es una formulación débil porque no propone una alternativa constructiva al dejar la interacción en la bruma de una mera perturbación. (M y S. 55-6);

A menudo se ha hecho la crítica que la autopoiesis, taly como está expuesta en este libro, lleva a una posición solipsista. (...) La tentación de una lectura solipsista de estas ideas deriva de que la noción de perturbación en el acoplamiento estructural no toma adecuadamente en cuenta las regularidades emergentes de una historia de interacción en donde el dominio cognitivo no se constituye ni internamente (de un modo que lleva efectivamente al solipsismo), ni externamente (como lo quiere el pensamiento representacionista tradicional). (M y S. 56);

En estos últimos años he desarrollado una alternativa explícita que evita estos dos escollos, haciendo de la reciprocidad histórica la clave de una codefinición entre un sistema autónomo y su entorno. Es lo que propongo llamar el punto de vista de la enacción  en la biología y ciencias cognitivas. (M y S. 56);

Enacción es un neologismo inspirado del inglés corriente en vez del griego como lo es la autopoiesis. Corrientemente enacción se usa en el sentido de traer a la mano o hacer emerger, que es lo que me interesa destacar.(M y S. 56);

El comportamiento que un observador puede presenciar en una máquina autopoiética, es el reflejo de la sucesión de cambios que ella experimenta mientras mantiene constantes las variables afectadas por perturbaciones y mientras establece los valores en cuya vecindad se mantienen en todo momentos esas variables. (M y S. 78);

Como la máquina autopoiética no tiene entradas ni salidas, toda correlación que el observador pretende revelar entre hechos externos que la perturban periódicamente y la transición de un estado a otro resultante de esas perturbaciones, pertenece a la historia de la máquina en el contexto de la observación, y no al funcionamiento de su organización autopoiética. (M y S. 78);

El dominio de interacciones de una unidad autopoiética es el dominio de todas las deformaciones (provocadas por perturbaciones desde el entorno, nota de JYG) que ella puede experimentar sin perder su autopoiésis. Para cada unidad, ese domino queda determinado por el modo particular de realizarse su autopoiesis y, en consecuencia, es necesariamente acotado; es decir, hay interacciones (deformaciones) que ella no puede sufrir sin perder su identidad. (M y S. 114);




Fenómenos biológicos


1. .Lo central de la biología como ciencia es que el biólogo trata con entes discretos y autónomos que generan en su operar fenómenos generales en tanto se parecen, mientras que lo central en la física como ciencia es que el físico trata, por el contrario, con leyes generales, sin atender a lo particular de los entes que los realizan. (M y S. 11);

La tarea central de un biólogo es explicar y comprender a los seres vivos como sistemas en los que tanto lo que pasa con ellos en la soledad de su operar como unidades autónomas, como lo que pasa con ellos en los fenómenos de la convivencia con otros, surge y se da en ellos en y a través de su realización individual como tales entes autónomos. (M y S. 11)

Todos los fenómenos biológicos ocurren a través de la realización individual de los seres vivos. (M y S. 11);

4. Los fenómenos biológicos son necesariamente fenómenos de relaciones entre procesos que satisfacen la autopoiesis de los sistemas autopoiéticos participantes. En consecuencia, un fenómeno biológico no se define en ninguna circunstancia por las propiedades de los elementos que participan en él, sino que siempre es definido y constituido por una concatenación de procesos en relaciones subordinadas a la autopoiesis de por lo menos un sistema vivo. (M y S. 107); 

5. Como los fenómenos biológicos son fenómenos de relaciones entre procesos, los fenómenos biológicos son fenómenos mecanísticos, pero de una clase particular, porque las relaciones entre sus procesos constitutivos son determinados por la participación autopoiética. La fenomenología de los sistemas vivos es, pues, la fenomenología mecanística de las máquinas autopoiéticas. (M y S. 107);

La teoría de la autopoiésis en una forma matemática será una teoría de la concatenación de los procesos de producción que constituyen los sistemas autopoiéticos, y no una teoría de las propiedades de los componentes de los sistemas vivos. (M y S. 108);

Sin una teoría adecuada de la autopoiésis no es posible entender los fenómenos biológicos y no será posible responder preguntas tales como:

Dado un sistema dinámico, ¿qué relaciones debo observar entre sus componentes materiales, para determinar si ellos participan o no en los procesos que hacen de él un sistema viviente?;

Dado un conjunto de componentes con propiedades bien definidas, ¿en qué procesos de producción pueden ellos participar de tal modo que puedan concatenarse para formar un sistema autopoiético? (M y S. 108);

En particular, debiera ser posible determinar, a partir de consideraciones teóricas biológicas, qué relaciones debe satisfacer cualquier conjunto de componentes, para que éstos participen en procesos que constituyen una unidad autopoiética. (M y S. 109);

La fenomenología biológica no es ni más ni menos que la fenomenología de los sistemas autopoiéticos en el espacio físico. (M y S. 109);

Toda tentativa de explicar un fenómeno biológico en términos estáticos o mecanismos no autopoiéticos, sería una tentativa de reformularlo en términos de relaciones entre propiedades de componentes o de relaciones entre procesos que no producen una unidad autopoiética en el espacio físico que, necesariamente, no conseguirá reformularlo. (M y S. 108);

Como un fenómeno biológico tiene lugar mediante el funcionamiento de los componentes, siempre es posible abstraer de él procesos componentes que pueden describirse adecuadamente, ya sea en términos estáticos, ya en términos mecanísticos no autopoiéticos, porque, en su calidad de procesos parciales, corresponden de hecho a fenómenos estáticos o mecanísticos. (M y S. 108);

En tal caso, todo nexo entre los procesos estáticos o mecanísticos no autopoiéticos y el fenómeno biológico integrado por ellos, lo proporciona el observador que los mira a ambos simultáneamente; el fenómeno biológico, sin embargo, no queda representado en estas explicaciones que, necesariamente, siguen siendo intentos de reformulación en un dominio fenomenológico no autopoiético. (M y S. 108);

Una explicación biológica debe ser una reformulación en términos de procesos subordinados a la autopoiésis de los organismos participantes, o sea, una reformulación en el dominio fenomenológico biológico. (. M y S. 108);



Filogenia


Se considera la filogenia como una historia de transformaciones adaptativas a través de procesos reproductivos, tendiente a llevar a cabo el plan de la especie con una total subordinación del individuo a ese fin. (M y S. 75);

Más aún: hay organismos que incluso pueden mostrarse capaces de especificar por anticipado (como los autores de este libro) algún objetivo, y que coordinan todas sus actividades para conseguirlo (heteropoiésis). Ese elemento de aparente propósito o posesión de un proyecto o programa, que ha sido llamado teleonomía sin implicar ninguna connotación vitalista, se considera a menudo un rasgo definitorio necesario, si no suficiente, de los sistemas vivos. (M y S. 75-6);



Función


La noción de función surge cuando el observador describe los componentes de una máquina o de un sistema refiriéndolos a una unidad más amplia –que puede ser la máquina en su totalidad o parte de ella- cuyos estados constituyen el objetivo al que han de conducir los cambios de los componentes. (M y S. 76);

De nuevo aquí, no importa cuán directo sea el nexo causal entre el cambio de estado de los componentes y el estado del sistema en total a que ellos dan origen con sus transformaciones; la connotación de diseño a que alude la noción de función, es establecida por el observador y no pertenece al dominio de la máquina misma. (M y S. 76);

La organización de una máquina, auto o alopoiética, sólo enuncia relaciones entre componentes y leyes que rigen sus interacciones y transformaciones. Es decir, solamente especifica las condiciones en que surgen los diversos estados de la máquina, los cuales aparecen como resultado necesario cada vez que se presentan esas condiciones. Luego, las nociones de finalidad y función no tienen ningún valor explicativo en el campo fenomenológico que pretenden esclarecer, porque no intervinen como factores causales en la reformulación de fenómeno alguno. (M y S. 76);



Giro ontológico de la modernidad


La tendencia a la que hago referencia, dicho rápidamente, es la desaparición del espacio intelectual y social que hace del conocer una representación mentalista y del hombre un agente racional. Es la desaparición de lo que Heidegger llama la época de la imagen del mundo y que puede también designarse como cartesianismo. (M y S. 34);

Si la autopoiesis ha tenido influencia es porque supo alinearse con otro proyecto cuyo centro de interés es la capacidad interpretativa del ser vivo que concibe al hombre no como un agente que “descubre” el mundo, sino que lo constituye. (M y S. 34);

Es lo podemos llamar el giro ontológico de la modernidad, que hacia el fin del siglo XX se perfila como un nuevo espacio de vida social y de pensamiento que ciertamente está cambiando progresivamente el rostro de la ciencia. (M y S. 34);

Las ideas aparecen como movimientos de redes históricas en que los individuos son formados, más que ellos a las ideas. (M y S. 35);

Escribir este prefacio es, insisto, un pliegue de la historia donde los hombres y las ideas viven porque somos más puntos de acumulación de las redes sociales en las que habitamos que voluntades o genios individuales. (M y S. 35);

(...) para poner más en claro lo que hasta entonces aludía como el carácter autorreferido de los seres vivos, y para definitivamente identificar la noción de representación como el pivote epistemológico que había que cambiar. En su lugar era necesario poner al centro de atención la concatenación interna de los procesos neuronales, y describir al sistema nervioso como un sistema “cerrado” como dice el texto. (M y S. 42);

(...) una progresiva mutación del pensamiento que termina con la larga dominancia del espacio social del cartesianismo y que se abre a la conciencia aguda de que el hombre y la vida son las condiciones de posibilidad de la significación y de los mundos en los que vivimos. (M y S. 58);

Que conocer, hacer y vivir no son cosas separables y que la realidad y nuestra identidad transitoria son partners  de una danza  constructiva. Esa tendencia que designo como un giro ontológico no es una moda de filósofos, sino que se refleja en la vida de todos. (M y S. 58);

Entramos en una nueva época de fluidez y flexibilidad que trae detrás la necesidad de una reflexión acerca de la manera de cómo los hombres hacen los mundos donde viven, y no los encuentran ya hechos como una referencia permanente. (M y S. 58);



Individualidad (unidad)


Un sistema viviente puede señalarse como unidad de interacciones, y como individuo, en virtud de su organización autopoiética, que determina que todo cambio en él se produzca subordinado a su conservación, fijando así los límites que determinan lo que le pertenece y lo que no le pertenece en su materialización concreta. (M y S. 77);

Si en un sistema vivo no se cumpliera (directa o indirectamente) la subordinación de todo cambio a la conservación de su organización autopoiética, dicho sistema perdería ese aspecto de su organización que lo define como unidad y, por ende, se desintegraría. (...) lo peculiar de los sistemas vivientes no es su posibilidad de desintegrarse, sino el hecho de que se desintegran siempre que pierden su organización autopoiética. (M y S. 77);

Consecuencia de esto es que, en cada sistema vivo, todo cambio debe producirse sin interferir con su funcionamiento como unidad, en una historia de cambios a través  de la cual su organización autopoiética permanece invariante. Luego la ontogenia es expresión tanto de la individualidad de los sistemas vivos como de la forma en que esa individualidad se concreta. En cuanto proceso la ontogenia no representa, pues, el paso de un estado incompleto (embrionario) a otro más completo o definitivo (adulto), sino la manifestación del devenir de un sistema que es en cada instante la unidad en su totalidad. (M y S. 77);

La unidad (posibilidad de distinguirse de un fondo y, por lo tanto, de otras unidades) es la sola condición necesaria para tener existencia en cualquier dominio dado. En efecto, la naturaleza de una unidad y el dominio en que ella existe son especificados sólo por la operación de distinción que la señala, sea ésta conceptual –cuando un observador define una unidad distinguiéndola en su campo de expresión o descripción_ sea ésta material –cuando se establece una unidad poniendo efectivamente en acción sus propiedades definitorias mediante su funcionamiento real en el espacio físico. En consecuencia, clases distintas de unidades necesariamente difieren en el dominio en que se establecen y, teniendo dominios de existencia diferentes, pueden interactuar o no, según que estos dominios se intersecten o no. (M y S. 88-9);

La distinción de una unidad (...) es una noción operante relativa al proceso por medio del cual llega una unidad a constituirse o definirse: las condiciones que determinan definen su fenomenología. En los sistemas vivientes, estas condiciones son determinadas por su organización autopoiética. (M y S. 89);

En efecto, autopoiesis implica subordinación de todo cambio en el sistema autopoiético a la mantención de su organización autopoiética y, como esta organización lo define como unidad, subordinación de toda la fenomenología del sistema a la conservación de su unidad. Esta subordinación tiene las siguientes consecuencias:

El surgimiento de una unidad determina el dominio de su fenomenología, pero el modo com está constituida la unidad determina la clase de fenomenología que ella genera en ese dominio. De lo cual resulta que la forma particular adoptada por la fenomenología de cada unidad (biológica) autopoiética depende de la forma particular en que se concreta su autopoiesis individual, y que el dominio de cambios ontogénicos (incluida la conducta) de cada individuo es el dominio de las trayectorias homestáticas por medio de las cuales puede él conservar su autopoiesis.

Toda la fenomenología biológica es necesariamente determinada y realizada por individuos (es decir, por unidades autopoiéticas en el espacio físico), y consiste en todas las series de transformaciones que ellos pueden experimentar como homeostáticos, aisladamente o en grupos, en el proceso de mantener constantes sus relaciones definitorias individuales;

La identidad de una unidad autopoiética se mantiene mientras ella sigue siendo autopoiética, vale decir, mientras ella, en cuanto unidad en el espacio físico, sigue siendo una unidad en el espacio autopopiético, sin que importe cuánto se transforme en otros aspectos en el proceso de mantener su autopoiesis;

Solamente después que una unidad se ha constituido en unidad autopoiética, puede la reproducción (individual) tener lugar como fenómeno biológico.(M y S. 89-90);



Máquinas autopoiéticas


Una máquina autopoiética es una máquina organizada como un sistema de procesos de producción de componentes concatenados de tal manera que producen componentes que:

generan los procesos (relaciones) de producción que los producen a través de sus continuas interacciones y transformaciones; y

constituyen a la máquina como una unidad en el espacio físico; (M y S. 69)

Una máquina autopoiética continuamente especifica y produce su propia organización a través de la producción de sus propios componentes, bajo condiciones de continua perturbación y compensación de esas perturbaciones (producción de componentes) (sistema homeostático). (M y S. 69);

Toda unidad tiene una organización especificable en términos de relaciones estáticas o dinámicas, relaciones entre elementos o relaciones entre procesos o ambos. Entre estos caso posibles, las máquinas autopoiéticas son unidades cuya organización queda definida por una concatenación particular de procesos (relaciones) de producción de componentes, la concatenación autopoiética, y no por los componentes mismos o sus relaciones estáticas. (M y S. 69);

Puesto que las relaciones de producción de componentes existen sólo como procesos, si éstos se detienen, las relaciones de producción desaparecen; en consecuencia, para que una máquina sea autopoiética es necesario que las relaciones de producción que la definen sean continuamente regeneradas por los componentes que producen. (M y S. 69);

 Más aún, para que estos procesos constituyan una máquina, deben concatenarse para constituir una unidad, y esto es posible sólo en la medida que los componentes que ellas producen se concatenan y especifican una unidad en el espacio físico. (M y S. 69);

La organización autopoiética significa simplemente procesos concatenados de una manera específica tal que los procesos concatenados producen los componentes que constituyen y especifican al sistema como una unidad. Es por esta razón que podemos decir que cada vez que esta organización se concreta en un sistema real, el dominio de deformaciones que este sistema puede compensar sin perder su identidad deviene en dominios de cambios en el cual el sistema, mientras existe, mantiene constante su organización. (M y S. 70);

Las consecuencias de la organización autopoiética son importantísimas:

Las máquinas autopoiéticas son autónomas; es decir, subordinan todos sus cambios a la conservación de su propia organización, independientemente de cuan profundas sean las demás transformaciones que puedan sufrir durante el proceso;

Las máquinas autopoiéticas poseen individualidad; esto es, por medio de la mantención invariante de su organización conservan activamente una identidad que no depende de sus interacciones con un observador;

Las máquinas autopoiéticas son definidas como unidades por, y sólo por, su organización autopoiética: sus operaciones establecen sus propios límites en el proceso de autopoiesis;

Las máquinas autopoiéticas no tienen entradas ni salidas. Pueden ser perturbadas por hechos externos, y experimentar cambios internos que compensan esas perturbaciones. Si éstas se repiten, la máquina puede pasar por series reiteradas de cambios internos, que pueden ser o no los mismos. Sin embargo, cualquier serie de cambios internos que se produzca está siempre subordinada a la conservación de la organización de la máquina, siendo esta condición definitoria de las máquinas autopoiéticas. Así, toda relación entre dichos cambios y la serie de perturbaciones que podamos señalar, pertenece al dominio en que se observa la máquina, y no a su organización. Luego, aunque una máquina autopoiética puede tratarse como máquina alopoiética, esto no revela su organización en cuanto máquina autopoiética. (M y S. 71-2);

Puede haber muchas clases distintas de máquinas autopoiéticas; no obstante, todas ellas serán tales que cualquier interferencia física con su funcionamiento fura de su campo de compensaciones dará por resultado su desintegración: la pérdida de su autopoiésis. (M y S. 72);

Más aún, la forma real en que se materializa la organización autopoiética de estas máquinas determina qué alteraciones pueden sufrir sin desintegrarse y, por ende, el dominio de interacciones en que es posible observarlas. (M y S. 72);



Observador


1. Además, para el observador que mira el ámbito de donde surge un sistema desde las coherencias del operar de éste como totalidad sin que él o ella lo pueda describir, ese ámbito es, sensu stricto, caótico: en otras palabras, desde la perspectiva del operar de un sistema que surge sin que un observador sea capaz de predecir su surgimiento, el ámbito desde el cual surge antes de su aparición, es el caos, después, si el observador es hábil y logra proponer un mecanismo generativo, deja de serlo. (M y S. 27 );

2.Pienso que debo insistir aquí en que el que la noción de caos surge de la inhabilidad del observador para prever el surgimiento de un cierto sistema desde un ámbito de determinismo estructural que no puede describir, no indica que la organización del sistema que surge dependa del arbitrio del observador. (M y S. 28);

Sin duda está en juego lo que el observador distingue, y lo que él o ella de hecho distingue está asociado a la operación de distinción que hace, pero el observador sólo distingue lo que le cabe distinguir en el espacio de coherencias estructurales que surge en las coherencias de su experiencia. (M y S. 28);

En general, el reconocimiento efectivo de un sistema autopoiético ofrece dificultades cognoscitivas que tienen que ver con la capacidad del observadoer para reconocer las relaciones que definen al sistema como unidad, y con su capacidad para distinguir los bordes que lo limitan en el espacio en que se da, cualquiera que éste sea. (M y S. 103);

Más aún, para señalar un sistema autopoiético es condición necesaria que el observador realice una operación de distinción que defina los límites del sistema en el mismo espacio (dominio fenomenológico) en que éste queda constituido como unidad. Si el observador no puede realizar tal operación de distinción, no puede observar al sistema autopoiético aunque pueda concebirlo.(M y S. 103);

Las dificultades que un observador tiene para señalar un sistema autopoético son de dos tipos:

Por una parte el observador puede tratar al sistema como unidad haciendo una operación de distinción en un espacio o dominio fenomenológico distinto de aquel en que el sistema es autopoiético, si no reconoce adecuadamente sus componentes ni las relaciones de producción que ellos generan; en este caso el observador no reconoce las relaciones topológicas que definen al sistema como unidad. Aquí el observador hace una operación de distinción que no señala un sistema autopoiético sino que señala una unidad diferente con la cual opera;

Por otra parte, el observador, debido a su propia estructura cognoscitiva (modo particular de autopoiesis) puede ser incapaz de interactuar en el espacio en que el sistema es autopoiético y, por lo tanto, incapaz de observarlo por no poder generar las dimensiones preceptúales adecuadas. Aquí ninguna operación de distinción es posible, y el observador al no poder señalar ningún sistema, no tiene sistema con que operar;

En ambos casos la fenomenología del sistema autopoiético es un inobservable. Por el contrario, si el sistema es identificado conceptualmente, aunque su unidad no sea un observable, es posible inducir su fenomenología al reconocer su organización: M y S. 103-4);




Ontogenia


La ontogenia se considera generalmente un proceso integral de desarrollo hacia un estado adulto, mediante el cual se alcanzan ciertas formas estructurales que le permiten al organismo desempeñar ciertas funciones en concordancia con el plan innato que lo delimita con respecto al medio circundante. (M y S. 75);

Consecuencia de esto es que, en cada sistema vivo, todo cambio debe producirse sin interferir con su funcionamiento como unidad, en una historia de cambios a través  de la cual su organización autopoiética permanece invariante. Luego la ontogenia es expresión tanto de la individualidad de los sistemas vivos como de la forma en que esa individualidad se concreta. En cuanto proceso la ontogenia no representa, pues, el paso de un estado incompleto (embrionario) a otro más completo o definitivo (adulto), sino la manifestación del devenir de un sistema que es en cada instante la unidad en su totalidad. (M y S. 77);

El simple hecho de que un sistema autopoiético es un sistema dinámico hecho realidad mediante relaciones de producción que implican interacciones y transformaciones físicas concretas, implica que la ontogenia de un sistema vivo deba efectuarse en el espacio físico. Esto da lugar a varias consideraciones:

Como el modo de mantener su identidad de un sistema autopoiético depende de su modalidad particular de autopoesis, distintas clases de sistemas autopoiéticos tienen diferentes clases de ontogenia;

Como un sistema autopoiético no tiene entradas ni salidas, todos los cambios que él experimente sin perder su identidad y, por lo tanto, manteniendo sus relaciones definitorias, son necesariamente determinados por su organización homeostática. Luego, la fenomenología de un sistema autopoiético necesariamente está siempre en correspondencia con las perturbaciones o deformaciones que él sufre sin perder su identidad, y con el ambiente deformador en que está situado; de no ser así, se desintegraría;

Como consecuencia de la naturaleza homeostática de la organización autopoiética, la forma en que la autopoiésis realiza en cualquier unidad dada puede variar durante su ontogenia, con la sola restricción de que esto debe realizarse sin pérdida de la identidad, es decir, a través de una autopoiésis ininterrumpida;

Aunque los cambios que un sistema autopoiético puede experimentar sin perder su identidad, mientras compensa las perturbaciones o las deformaciones causadas por sus interacciones, son determinados por su organización, el orden sucesivo de tales cambios es determinado por el orden sucesivo de esas deformaciones. Dos son las fuentes de deformaciones de un sistema autopoiético:

El ambiente, con sus sucesos independientes en el sentido de que ellos no son determinados por la organización del sistema;

La otra la constituye el sistema mismo, con sus estados resultantes de la compensación de deformaciones, estados que pueden ser, por su parte, deformaciones que dan origen a nuevos cambios compensatorios;

Un observador que contempla un sistema autopoiético como unidad en un contexto que también observa y describe como medio circundante del sistema puede distinguir en él perturbaciones de origen interno y de origen externo, aún cuando ellas sean intrínsecamente indiscernibles para el sistema autopoiético mismo. El observador puede utilizar esta distinción para hacer afirmaciones acerca de la historia del sistema autopoiético que él observa, y usar esa historia para describir un ambiente que él infiere ser el dominio en que existe el sistema;

La continua correspondencia entre la conducta y el ambiente, revelada durante la ontogenia, es el resultado de la naturaleza homeostática de la organización autopoiética y no de la existencia en ella de ninguna representación del ambiente; ni es necesario en lo más mínimo que el sistema autopoiético deba obtener o desarrollar tal representación para subsistir en un ambiente cambiante;

Los cambios compensatorios que experimenta un sistema autopoiético conservando su identidad, pueden ser de dos clases según la forma en que se realiza su autopoiesis:

Cambios conservadores, los cuales sólo implican compensaciones que no requieren cambios en las variables mantenidas constantes a través de sus procesos homeostáticos compenentes. Aquí las interacciones (internas o externas) causantes de las deformaciones no conducen a ninguna variación en la forma de realizarse la autopoiesis, y el sistema permanece en el mismo punto del espacio autopoiético. Esto implica un caso de ontogenia conservadora;

Cambios innovadores, que implican cambios en la calidad de esas variables. Aquí las interacciones conducen a una variación en el modo de realizarse la autopòiesis y, por ende, a un desplazamiento del sistema en el espacio autopoiético. Esto implica una ontogenia que es además un proceso de especificación de una autopoiesis particular cuya determinación necesariamente depende tanto de las limitaciones organizativas del sistema como de su historia de interacciones. M y S. 90-1-2);

La ontogenia es no sólo un proceso de especificación continua de la modalidad de autopoiésis de un organismo, sino que también de su dominio cognoscitivo. (M y S. 114);



Organización (máquinas)


Uno de los postulados más repetidos de esta corriente (vida artificial), hoy en día muy publicitada en medios periodísticos, es que es una organización lo que permite definir la vida, y no los componentes, por muy sofisticadas que sean sus propiedades enzimáticas o replicativas. (M y S. 51);

Nuestro enfoque será mecanicista: no se aducirán fuerzas ni principios que no se encuentren en el universo físico. No obstante, nuestro problema es la organización de lo vivo y, por ende, lo que nos interesa no son las propiedades de sus componentes, sino los procesos, y relaciones entre procesos, realizados por medio de los componentes. (M y S. 65);

En nuestras explicaciones de la organización de los sistemas vivos, nos ocuparemos de las relaciones que los componentes físicos reales deben satisfacer para constituir uno de estos sistemas, no de identificar estos componentes físicos. Nuestra hipótesis es que existe una organización común a todos los sistemas vivos, cualquiera sea la naturaleza de sus componentes. Dado que nuestro tema es esta organización, y no las diversas formas en que puede hacerse efectiva, no haremos distingos entre tipos de sistemas vivientes. (M y S. 66);

Las propiedades significativas de los componentes se consideran tales referidas a las relaciones, como trama de las interacciones y transformaciones, en que pueden entrar los componentes al funcionar la máquina que ellos integran. (M y S. 67);

Las relaciones que determinan, en el espacio en que están definidos, la dinámica de interacciones y transformaciones de los componentes y, con ello, los estados posibles de la máquina como unidad constituyen su organización. (M y S. 67);

Una máquina –cualquier máquina- es un sistema que puede materializarse mediante muchas estructuras diferentes y cuya organización definitoria no depende de las propiedades de los componentes. A la inversa, para dar cuenta de una máquina específica concreta, es necesario tomar en cuenta las propiedades de los componentes reales que en sus interacciones nos permiten inducir las relaciones definitorias de la organización de la máquina. (M y S. 68);



Ser humano


El sentido de la vida de un ser humano es el vivir humano al ser humano en el humanizar. Y todo esto en el entendido de que el ser vivo es sólo el resultado de una dinámica no propositiva. (M y S. 12);

Sistemas autopoiéticos no moleculares, esto es, que existen en tanto unidades compuestas en un dominio no molecular porque tienen otro tipo de componentes, son sistemas autopoiéticos de otra clase, que comparten con los seres vivos lo que tiene que ver con la autopoiesis, pero que al existir en otro dominio tienen otras características que los hace completamente diferentes. Así, por ejemplo, es posible que una cultura sea un sistema autopoiético que existe en un espacio de conversaciones, pero es una cultura, no un ser vivo. (M y S. 15);

Aunque los seres vivos somos determinados en la estructura, los seres humanos como seres vivos que vivimos en el lenguaje existimos en el fluir recursivo del convivir en coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales, y configuramos el mundo que vivimos como un convivir que surge en la convivencia en cada instante según como somos en ese instante. (M y S. 32);

Por eso no da lo mismo saber o no saber cómo somos como seres vivos, y no da lo mismo saber o no saber cómo vivimos el ser libres. Tampoco da lo mismo saber o no saber que somos libres en la reflexión, y saber o no saber que la reflexión nos permite salir de cualquier trampa y, de hecho, trascender el determinismo estructural de nuestra corporalidad en la conducta responsable. Es la responsabilidad y la libertad que el conocimiento y la reflexión hacen posible lo que yo quiero (...). (M y S. 32);

Es en el dominio de la relación con el otro en el lenguaje donde pasa el vivir humano, y es, por tanto, en el dominio de la relación con el otro, donde tiene lugar la responsabilidad y la libertad como modos de convivir. Pero es allí, también, donde tienen lugar las emociones como modos de conducta relacional con el otro o lo otro, y es allí, en lo que es en el fondo el alma humana donde está la frustración y el enojo de los seres humanos jóvenes. (M y S. 32);



Seres (sistemas) vivos


Lo central para explicar y comprender a los seres vivos era hacerse cargo de su condición de entes discretos, autónomos, que existen en su vivir como unidades independientes. (M y S. 11);

Desde 1960 orienté mis reflexiones a encontrar un modo o forma de hablar de los seres vivos que captase la constitución de su autonomía como sistemas en los que todo lo que pasa con ellos en su operar como unidades discretas, tanto en su dinámica relacional como en su dinámica interna, se refiere sólo a ellos mismos, y ocurre como una continua realización de sí mismos en una dinámica relacional en la que el resultado no es un factor en los procesos que le dan origen. (M y S. 12);

Esto es, mis reflexiones me llevaron a pensar que todo lo que pasa en y con los seres vivos tiene lugar en ellos describiendo el operar de los seres vivos de modo que surgiesen como tales como un simple resultado de ese propio operar. (M y S. 112);

Comencé a describir, a mi juicio con propiedad y sin confundirlos, los dos dominios en que se da la existencia de un ser vivo:

el dominio de su operar como totalidad en su espacio de interacciones como tal totalidad;

el dominio del operar de sus componentes en su composición sin referencia a la totalidad que constituyen, y que es donde se constituye de hecho el ser vivo como sistema vivo. (M y S. 13);

Esto es, yo quería describir el operar de los componentes del ser vivo en términos exclusivamente locales, no funcionales, y no propositivos. Yo quería mostrar cómo el ser vivo surgía de la dinámica relacional de sus componentes de una manera ajena a toda referencia a la totalidad a que éstos daban origen. Y quería también mostrar cómo el ser vivo surge como totalidad en un dominio distinto del dominio del operar de sus componentes como simple consecuencia espontánea del operar de éstos, cuando se concatenan en su operar de una manera particular.(M y S. 13);

En fin, yo quería describir la manera particular de concatenación del operar de los componentes del ser vivo que lo hacen ser vivo, y pensaba que para demostrar que lo había hecho, debía mostrar que todos los fenómenos biológicos resultan de ese modo de operar si se dan las contingencias históricas adecuadas. (M y S. 13-4);

Así pues, pensando que la autonomía de los seres vivos en los términos que señalé más arriba era la expresión indirecta de la concatenación de procesos que los definía, comencé a hablar de ellos como sistemas auto referidos, como sistemas en los que su operar sólo hace sentido con respecto a sí mismos, y los diferencié de ese modo de los sistemas que producimos los seres humanos, los que por diseño hacen sentido sólo en relación a un producto o algo distinto de ellos, y a los que por eso llamé sistemas alo referidos. (M y S. 14);

En ese momento me di cuenta de que lo que definía y de hecho constituía a los seres vivos como entes autónomos que resultaban auto referidos en su mero operar, era que eran unidades discretas que existían como tales en la continua realización y conservación de la circularidad productiva de todos sus componentes, de modo que todo lo que ocurría con ellos ocurría en la realización y en la conservación de esa dinámica productiva, que los definía y a la vez constituía en su autonomía. (M y S. 14);

Un ser vivo ocurre y consiste en la dinámica de realización de una red de transformaciones y de producciones moleculares, tal que todas las moléculas producidas y transformadas en el operar de esa red, forman parte de la red de modo que con sus interacciones:

generan la red de producciones y de transformaciones que las produjo o transformó;

dan origen a los bordes y a la extensión de la red como parte de su operar como red, de modo que ésta queda dinámicamente cerrada sobre sí misma formando un ente molecular discreto que surge separado del medio molecular que lo contiene por su mismo operar molecular; y

configuran un flujo de moléculas que al incorporarse en la dinámica de la red son partes o componentes de ella, y al dejar de participar en la dinámica de la red dejan de ser componentes y pasan a ser parte del medio. (M y S. 14-5);

Para la comprensión de lo que son los seres vivos es necesario aceptar:

que el ser vivo es, como ente, una dinámica molecular, no un conjunto de moléculas;

que el vivir es la realización, sin interrupción, de esa dinámica en una configuración de relaciones que se conserva en un continuo flujo molecular; 

que en tanto el vivir es y existe como una dinámica molecular, no es que el ser vivo usa esa dinámica para ser, producirse, o regenerarse a sí mismo, sino que es esa dinámica lo que de hecho lo constituye como ente vivo en la autonomía de su vivir. (M y S. 15-6);

La caracterización del ser vivo como sistema de organización circular era adecuada, porque de hecho me permitía mostrar, en concordancia con mi planteamiento inicial, cómo cada uno y todos los fenómenos biológicos surgen en el vivir del ser vivo como un sistema que se realiza y existe en la continua producción de sí mismo de la manera indicada. (M y S. 16);

Mostramos en este libro (...) que los sistemas que distinguimos como seres vivos en el ámbito de lo biológico, son sistemas autopoiéticos moleculares, y que lo hacemos mostrando que todos los fenómenos biológicos resultan en el operar de los sistemas autopoiéticos moleculares, o de las contingencias históricas de su operar como tales y que, por lo tanto, ser vivo y sistema autopoiético molecular son lo mismo. (M y S. 18);

Pero, tal vez lo más iluminador de la teoría de lo viviente, que es la teoría de la autopoiésis, radica en que ella muestra que el ser vivo es un ente sistémico aun cuando su realización sea de carácter molecular. Esta teoría muestra que ninguna molécula, o clase de molécula, determina por si sola ningún aspecto o rasgo del operar del ser vivo como tal, pues todas las características del ser vivo se dan en la dinámica de su autopoiesis. En efecto, un  fenómeno es él sistémico si ocurre como resultado del operar de los componentes de un sistema mientras realizan las relaciones que definen al sistema como tal, y en tanto ninguno de ellos lo determina por sí solo, aun cuando su presencia sea estrictamente necesaria. (M y S. 23);

En fin, al entender que el fenómeno del vivir es la dinámica autopoiética molecular, se puede entender:

que el devenir histórico de los seres vivos es un proceso espontáneo de conservación de linajes y de formación de nuevos linajes en la conservación reproductiva de distintos modos de vida (o fenotipos ontogénicos), en un deriva ontogénica y filogénica;

que las variaciones en los modos de vida que al conservarse en la reproducción dan origen a nuevos linajes, surgen como variaciones epigénicas que se conservan en la reproducción en circunstancias que la herencia ocurre como un fenómeno sistémico de la relación organismo medio, y no como un fenómeno de determinación molecular; y

que lo connotado con la noción de selección natural, es el resultado de la conservación diferencial de la variación en la diversificación de linajes, no el mecanismo generativo de ella; (M y S. 24);

Los seres vivos actuales constituimos el presente de la dinámica histórica espontánea de constitución y conservación en la producción de sistemas autopoiético en la tierra, que al ocurrir inició un codevenir de coherencias operacionales entre los distintos seres vivos que no surgen solamente de fenómenos causales locales, sino que surgen primariamente como coherencias históricas. (M y S. 29);

En efecto, los seres vivos terrestres exhiben ahora, y han debido exhibirlo en todos los momentos de su coderivar histórico como biosfera, coherencias operacionales entre sí y con el medio de carácter histórico que no pueden sino aparecer incomprensibles a un observador que busca conexiones causales locales si él o ella no recurre a argumentos finalistas. (M y S. 29-30);

Los seres vivos somos entes históricos participantes de un presente histórico en continua transformación. (...) Ello permite comprender que el vivir se da en la realización de la autopoiesis molecular. (M y S. 30);

También es necesario entender que los seres vivos existimos en el presente de una continua dinámica de emergencia histórica, para no intentar usar al presente (resultado de la historia) como argumento causal para explicar su origen. (M y S. 30);

En resumen se puede señalar:

que los seres vivos y el vivir tienen lugar en la realización de sistemas autopoiéticos moleculares discretos;

que la dinámica molecular de la autopoiesis ocurre, cuando tiene lugar, como un fenómeno espontáneo, en el que todos los procesos moleculares ocurren en una determinación estructural local sin ninguna referencia a la totalidad que constituyen; y

que los fenómenos biológicos, como fenómenos que surgen en la realización de lo vivo, tienen y han tenido lugar en las contingencias del devenir histórico de la realización de la autopoiesis molecular, en las unidades discretas que los seres vivos son. Aún así, tal vez lo que resulta más inesperado, es que en la espontaneidad del vivir surjan, espontáneamente, el observador al explicar, y este mismo libro como meras contingencias del devenir del vivir de los seres vivos. (M y S. 30-1);

Los seres vivos existimos en dos dominios:

en el dominio de la fisiología donde tiene lugar nuestra dinámica corporal; y

en el dominio de la relación con el medio donde tiene lugar nuestro vivir como la clase de seres que somos; (M y S. 32);

Estos dos dominios aunque disjuntos se modulan mutuamente de una manera generativa, de modo que lo que pasa en uno cambia según lo que pasa en el otro. (M y S. 32);

Humberto intuía que los seres vivos son, como decía en aquella época, “auto referidos”, y que de alguna manera el sistema nervioso es capaz de generar sus propias condiciones de referencia. (M y S. 39);

Nosotros sostenemos que los sistemas vivos son máquinas: al hacerlo, estamos apuntando a varias nociones que debieran ponerse en claro:

Primero, implicamos un criterio no-animista que debería ser innecesario comentar mayormente;

Segundo, estamos subrayando que a un sistema vivo lo define su organización y, por lo tanto, que es posible explicarlo como se explica cualquier organización, vale decir, en términos de relaciones, no de propiedades de los componentes;

Por último, señalamos el dinamismo ostensible en los sistemas vivos connotado por la palabra máquina. (M y S. 66);

24. Es trivialmente obvio que, si son máquinas, los sistemas vivos son máquinas autopoiéticas: transforman la materia en ellos mismos, de tal manera, que su producto es su propia organización. Consideramos también verdadera la afirmación inversa: si un sistema es autopoiético, es viviente. En otras palabras, sostenemos que la noción de autopoiesis es necesaria y suficiente para caracterizar la organización de los seres vivos.(M y S. 73);



Sistema


También resulta muchas veces difícil aceptar que un sistema, cualquiera que éste sea, surge en el momento en que en un conjunto de elementos comienza a conservarse unas dinámica de interacciones y de relaciones que da origen a un clivaje operacional que separa a un subconjunto de esos elementos que pasa a ser el sistema, de otros elementos que quedan excluidos de éste, y pasan a ser su entorno. (M y S. 26);

La dinámica de interacciones y relaciones que como configuración relacional entre elementos al conservarse separa a un conjunto de elementos de otros dando origen a un sistema, pasa a ser la organización del sistema, en tanto que el conjunto de elementos y relaciones que realizan esa organización en la unidad operacional que surge así separada de un medio como un ente particular, pasa a ser su estructura. (M y S. 27);

Esto es,el observador ve que al surgir un sistema surge también el medio como aquel dominio de complementariedad operacional en el que el sistema se realiza como un ente discreto mientras su organización se conserva. ( M y S. 27);

La dinámica de formación espontánea de sistema y medio, constituye, para el observador que no puede prever el surgimiento de un sistema porque no puede ver las coherencias estructurales desde donde surge, el surgimiento de orden a partir del caos. (M y S. 27);

En este sentido, todo surge del caos, en tanto surge como algo que se forma en el comienzo de la conservación de una organización que no preexiste, y que no se puede deducir desde las coherencias operacionales donde lo nuevo tiene sentido relacional para el observador. (M y S. 27);

El fenómeno histórico es un continuo surgir del caos en tanto el presente es sólo comprensible a posteriori en su relación con el pasado, y la relación generativa que le da origen surge como una relación explicativa que el observador propone para relacionar dos dominios disjuntos conservando el determinismo estructural. (M y S. 27);

Al reflexionar sobre lo que pasa en la dinámica espontánea de constitución de los sistemas, lo que un observador nota es que en la distinción de un sistema surgen para él o ella tres dominios de orden:

el dominio de las coherencias estructurales del sistema distinguido,

el dominio de las coherencias estructurales de lo que surge como medio y en su distinción del sistema, y

el dominio de la dinámica de las relaciones entre el sistema y el medio. (M y S. 27);

Además, para el observador que mira el ámbito de donde surge un sistema desde las coherencias del operar de éste como totalidad sin que él o ella lo pueda describir, ese ámbito es, sensu stricto, caótico: en otras palabras, desde la perspectiva del operar de un sistema que surge sin que un observador sea capaz de predecir su surgimiento, el ámbito desde el cual surge antes de su aparición, es el caos, después, si el observador es hábil y logra proponer un mecanismo generativo, deja de serlo. (M y S. 27 );

La organización espontánea de un sistema al surgir este en la conservación de una configuración relacional entre un conjunto de elementos que crea un clivaje con respecto a un entorno que surge en ese momento, tiene, entre otras, dos consecuencias fundamentales.

Una es la aparición de un nuevo dominio relacional o fenoménico que antes no existía, en el cuál la entidad o sistema, que surge como unidad definida como tal por la organización que comienza a conservarse de ahí en adelante, tiene propiedades como sistema o totalidad, que no son propiedades de sus componentes. Tal dominio relacional o fenoménico, no se puede deducir de las propiedades de los componentes del sistema porque surge con la composición;

La otra consecuencia, es que se genera una asimetría en el suceder, porque cada situación surge como una composición espontánea de lo anterior en la que aparecen nuevos dominios relacionales o fenoménicos, que el observador distingue al hablar de historia y tiempo. (M y S. 28);



Sistemas social


Así por ejemplo, aunque es indudable que los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos de tercer orden por el solo hecho de ser sistemas compuestos por organismos, lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales no es la autopiesis de sus componentes, sino que la forma de relación entre los organismos que los componen, y que connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los distinguimos en su singularidad como tales al usar la noción de “sistema social”. Lo que sí no hay que olvidar ni desdeñar, es que estos sistemas autopoiéticos de orden superior se realizan a través de la realización de la autopoiesis de sus componentes. (M y S. 19);

En tanto es la organización lo que define la identidad de clase de un sistema, y es la estructura lo que lo realiza como un caso particular de la clase que su organización define, los sistemas existen solamente en la dinámica de realización de su organización en una estructura. (M y S. 20);

Esto es, si lo que hace al ser vivo ser vivo, es su ser un sistema autopoiético molecular, lo que hace al sistema social sistema social, no puede de ninguna manera ser lo mismo, en tanto el sistema social surge como sistema distinto del sistema vivo al surgir en la distinción como sistema social, aun cuando su realización implique el vivir de los seres vivos que le dan origen. Lo que nos confunde es la intersección estructural de los sistemas, la realización de dos o más sistemas distintos por medio de la  misma estructura o de los mismos componentes estructurales. (M y S. 20 );

En la intersección estructural las distintas organizaciones de los sistemas que se intersectan, no se intersectan, y permanecen distintas dando origen a sistemas que existen como totalidades diferentes en espacios distintos. (M y S. 20);

No hay intersección de organizaciones, ni pueda haberla, porque la distinción implica la organización, y al distinguir sólo surge la organización implicada por la operación de distinción. Esto es, las distintas organizaciones que implicamos con las diferentes palabras que usamos, permanecen independientes y distinguibles entre sí, a pesar de la intersección de sus distintas realizaciones estructurales. La identidad del sistema queda especificada sólo en su organización, no en su estructura.(M y S. 20);

Como la organización no es directamente distinguible, sino que queda implicada en el acto de distinción que trae a la mano una estructura, y debido de que los sistemas interactúan por medio de su estructura, los sistemas son reconocidos sólo por aspectos particulares de su realización estructural. Sin duda todo esto lo sabemos desde la vida cotidiana porque es en ella donde nos damos cuenta de que podemos realizar en nuestro vivir varias identidades diferentes simultáneas o sucesivas en la misma corporalidad. (M y S. 20-1);

Pero no nos damos cuenta, además, de que las palabras que usamos de hecho implican la organización de lo que distinguimos, no nos percatamos de que no podemos pretender que es posible adscribir cualquier organización que se nos ocurra al sistema distinguido, pues éste surge en la distinción con una organización implícita que queda especificada en su distinción. El no darse cuenta de esto ha llevado al uso indiscriminado de la palabra autopoiesis. (M y S. 21.);



Tiempo


El tiempo surge en el explicar del observador desde la distinción de la asimetría del suceder de su experiencia, aún en la situación en la que él o ella distingue un fenómeno que llama reversible pues para hacer tal cosa el observador debe distinguir su propia asimetría experiencial. (M y S. 28);

Ambos, tiempo e historicidad, son proposiciones explicativas de la asimetría en el suceder de la experiencia del observador, en las que se connota precisamente su irreversibilidad intrínseca. (M y S. 28);

Es decir, el observador propone la noción de tiempo al distinguir la historicidad de su experiencia, y es de esa historicidad que él o ella genera una referencia desde la cual puede hablar como si hubiese reversibilidad temporal en los fenómenos cíclicos aun cuando el suceder experiencial del observador por surgir en una dinámica epigénica es intrínsecamente irreversible y unidireccional. (M y S. 28 );