Llegarán mañana a pedir posada en los claros y limpios aposentos de tus pensamientos
Muy señoras serían para otros reinos, mas, harás sellar tras escudo ventanas y portal
Nunca surgirán estaciones en tus prados para ser hospederos de alientos vencidos
La atalaya de tu santuario será vigilia de guarda para tus dones sagrados
De tus buenaventuranzas congeniadas con las voluntades del Cielo mismo.
Ofrecida agua fresca y lisa voluntad, visarás su viaje a otras veredas y otras lunas
Tus nombres enteros recitarás en oración bendiciendo el vientre de tus horizontes
Libres al honor de su mirada dejarás hurgar lo cierto bajo los arcos de tus cejas
Esa frescura inmaculada del iris radiado desde los perfiles de tu sangre verde
Eres estirpe de matriarca consentida entre guerreros licuados a los pies de su poder
Elegida de negro aceituna entre las mujeres coronadas de privilegios divinos
No prodigan tu voz ni mirada, ansias de sol ni ausencias de lunas, al envés está tu risa
Prodigan repartidos hilos impolutos en ritos de diamantes en amanecer de rocíos
Castillo afirmado sobre densos ladrillos de luz, transparencia de cosmos y distancias
Torre en cristal de observatorio de astros sin medidas, transparente al amor de Dios
He visto pulir la pureza de las lentes transitadas en deflexión de tus haces
Votiva lumbre encendida sin descansos desde los días primeros de la creación
Eres tríada de la perfección divina, unidad de hoy entre tus padres para ser tu misma
Sin puente de verbos inciertos ni candil apagado, sólo asibles son tu calor y nombre.
Presto soy rudo tallado de mi transido templo hecho horcón natural de tu altar
Prontos hojanchos curados en negro y corazón acorazado, soportan tus andamios
Valiente y completa, ave de mar en vuelo de alas perfectas y profundo oriente
Sin extravíos, navegando siempre sobre las corrientes tormentosas y contrariadas
Hasta el aterrizaje inevitable sobre las tibias arenas del puerto maternal.
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