Brillaban las mañanas como siempre brillan los amaneceres de mi pueblo,
Doncellas adolescentes tímidamente sonreídas trocaban fugaces miradas por un gesto,
Todas caminaban hacia la escuela apurando la gracia de sus pasos,
Angelita era el nombre de una niña de mirada despierta y distinta,
De palabras completas y pasos adelantados a la prisa,
Sus gestos escolares iban definidos por su uniforme relucido,
A la medida del orden monárquico como infanta consentida.
Ningún salto estaría permitido para invadir sus cercos,
Sólo Dios conocía los códigos de sus puertas.
Sólo Dios porque Dios lo sabe todo.
Angelita era distinta a todas porque su gracia era inmensa.
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