Mujer de mis amores, el brillo del día ya reluce este domingo de cuaresma
Campanean en mis adentros los llamados de mi madre para ir a la misa
Vale bien aprovechar la ocasión para convocar a que me acompañe Tinto.
Despertemos desde ya los mejores instintos del espíritu de su divina infancia
Inflamados de dulzura, hijo y madre enderezan el desayuno y todos los arreglos
Se abrieron las puertas de salida, el adiós y los besos sagrados a hijo y padre
Todos los ritos fueron cumplidos, la misa, el saludo al párroco y final bendición
De camino llegaron a saludar donde Serena, novia de tiempos sin final previsto
Hubo saludos entre café y cigarrillos, ternuras y dulces para el despierto infante
Cómplice inocente de gestos y recuerdos entre sonrisas y arreglos de borras
Instantes extendidos de la despedida fueron ocasiones para corcho y vino
Al fin el regreso, la instrucción sabia al niño decía solamente: "no comentes nada"
Llegó Tinto con sus ambas manos entre los bolsillos, estirado, obediente y discreto
Atinó su adelanto al saludo materno sin mediar palabras: "no comentaré nada"
No dijo nada pero los demonios del bien y el mal lo oyeron con toda precisión y despertaron la tarde.
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