lunes, 31 de agosto de 2015

SOL DE PADRE



Desde siempre la imagino en versos, hilos de libres formas

Encendidos, radiados al rodar despiertos mis pensamientos 

Medidos con varas extraviadas en las honduras De Dios  

Poesía tintada,  fluida y registrada en mi cada única célula

Rayo de reflujos rimados por burladeros de materia y gravedad


Integros trazadores de somas radiantes que fluyen con ardor

Los profundos intersticios de mis sueños mientras voy dormido

Materia y biología, ser que vibra en los adentros de mis vinos

Escanciados aun entre brumas, heridas y torturas de suplicios

Golpes que rompen  a martillo contra el yunque de mis huesos


Mi dolor derramado en sangre de mi llanto no cubre el suyo

Coagulado sin remedios mientras espigaba en flor su mies


Amenazaron nubarrones de pactos tormentosos bajo el cielo

Desaguaron abatidas las aguas represadas de lo incierto


Fueron liberados del Cosmos ángeles de dioses y demonios 

Asomaron dilatados triunfos del bien sobre el mal y fue la luz

Mas, no se apaga el titilar de brasas entre el gris de las cenizas


No vale curación espiritual mercurio, ni oraciones para dioses

La impiedad de la historia y los hombres prescriben mi final

Ningún sacrificio de carnes  lavará el color de sus marcas

Perduradas sin remisión  por los tiempos grandes del Cosmos

Míseros gusanos de muladar libren lo eterno de mi nombre 

Sobre humus de mi estiércol florezca su virtud niña de Dios

Gigante como mis faltas, deje atrás los despojos del pecado

Así rindan las aguas extraídos sabores de mi escasa armonía

Disonantes y arrítimicos, sin razón ni saber de dioses o reyes  

Cubra el olor alimentado los colores abiertos en  su rosal

Sobre el negro olvido, sangre fermentada que aun mancha

Infama con justicia mi castigo irredento más allá de la muerte

Sin santo perdón de unción extrema ni alivios de purgatorios, 


Indigno para cruz de sacrificio, infiel inmerecido de su amor

Solo asome su sonrisa alguna vez desamarga mi paz perdida

Sería Dios más grande aun si esa dicha floreciera su mirada

 Sus ojos de niña inundarían los espacios secos de mi aliento 

Bajo el manto glacial de viajeros sin vueltas ni sepulturas

Sin misas, homilías, gracias ni indulgencias de hija ni oficiante.

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