domingo, 15 de enero de 2017

MÁS RELATOS ANTROPOMORFOS

Tolico entraba en la pubertad, Rubilo le sobrepasaba en unos dos años. Eran vecinos contiguos. En los patios indivisos, entre arbolados de cafetos, naranjos, pomales y amplios yerbajos se criaban chivas, cerdos y hasta unos que otros vacunos, potros, hasta burros, propiedade de unos y otros vecinos. Tanto Rubilo como Tolico ya servían algunas obligaciones familiares sobre el cuidado de los animales. Rubilo sorprendió a Tolico aprovechando La Brincona, una cabrita que no sobrepasaba el año en edad. Lo rezongó de forma ruidosa y muy burlona, tanto que hasta los demás muchachos de los patios comunes nos enteramos de los amores. Al día siguiente cuando Tolico se acercaba con sigilo a completar la rutina de sus encuentros, observó que Rubilo se le adelantaba. Con malicioso sigilo regresó a los alrededores del hogar donde retozaban otros muchachos, los convocó a seguirlo, se acercaron a los matorrales hasta donde pudieron observar a Rubilo en pleno afán y los pantalones cortos descolgados. Amenazó con golpearlos a todos,eran menores que él. Ya era imposible, El desquite logrado fue tal que hoy, medio siglo más tarde, nadie que fuera entonces residente del patio lo ha olvidado a Brincona y Rubilo.


Corcho nunca se entusiasmó con asistir a la escuela, preferia poner sus atenciones en practicas de deportes corrientes como el beisbol y ocasionalmente el boxeo, sobre todo, le fascinaban las lidias de gallos así como entretenerse retozando con el perro grande de su casa del que solía acompañarse regularmente todo el día. En lo profundo del patio se hallaba amarrada una puerca criada para engorde que ya alcanzaba la edad de ser pesada como carne. Un berraco fugado  de los patios vecinos que habría captado su condición de celos habría de dejarla preñada sin que nadie se enterara. Sin embargo, resultaba que durante un atardecer que la ahijada de la vecina dueña del animal llegaba para dejarle comida al mismo, se topó con que Corcho se hallaba montando la puerca. Este se espantó y lloroso le rogó a la muchacha que no contara nada y hasta le prometió algún regalo a cambio de su lealtad, Ella casi cumplió, solo se lo dejó a saber en confidencia a su propio pretendiente con el que ya andaba próximo al matrimonio, Este presionó a Corcho con exigencias económicas que Corcho, hijo de un importante colmadero, cumplió su parte a pesar de lo cual, las exigencias no cesaban, Corcho seguía drenando monedas del colmado, pronto fue descubierto por su  hermano mayor que ya sospechaba de sus desacostumbrados acercamientos al negocio así como de sus notables gestos de tormento. No pudo retener la confidencialidad que tanto le costaba cuidar. Fueron avisados padre y madre. De cualquier modo se enteraron los demás hermanos y los vecinos. El novio de la ahijada fue  llamado a reclamo por el padre de Corcho, Todo terminó en la afrenta de que la comunidad adujo que las evidencias apuntaban a que el padre putativo de los diez marranitos de los que nadie conocía que fuera otro, dadas las evidencias, serían obligadamente de Corcho.



Largo era un joven  de mudas palabras, rostro de gestos inexistentes, mirada miedosa, redondos ojos grandes, miedosos.  Primero que cualquiera y que el día mismo bajaba a bañarse al charco del río. Justo al cruzarlo crecían los matorrales junto a los que llevaba a beber una lustrada pollina a la que además del baño diario, bien estregada con hojas de guajabo, cuidaba siempre con denodado esmero y solo utilizaba para bajar a bañarse al río. Rezaba la murmuración popular cierta sospecha sobre el rito casi religioso de Largo que se abría paso entre la neblina primero que el pleno amanecer. Los atrevimientos adolescentes de sus pares los conminó a una temprana mañanita. Adelantados se ocultaron a cuidada distancia encaramado entre los pomales, cumplieron la misión prevenida de malicia y curiosidad. Vieron la pareja de bien acostumbrados amantes .





  

No hay comentarios:

Publicar un comentario