Son apenas cuarenta los años transcurridos entre unos besos
Horas detenidas en los rosales de nuestro conmovido reloj
De agujetas resueltas en temblores de anhelos despiertos
A razón de majestuosos desencuentros y añejas capitulaciones
Nos restan la visión del amor tras noble esplendor de cristales
Nuevos, enmarcados de dorada dignidad para adorar tu belleza
Espejada en verdes laureles de vientre en mosaicos olímpicos
Suerte divina, de nuestros hijos, ellos y estos, míos y tuyo
Rozaran las ternuras de tus dedos los cierres de mis restañados
Surcos de esta sobrevida certificada la esperanza del encuentro
Regalado por las guardas determinadas por dioses ancestrales
Cuesta abajo mis pasos revolotean en la imagen de tus caderas
Retornadas, cimbreantes y puras, a los recuerdos de mis manos,
Tercios incidentes en tu divino rostro harán mis delicias rosadas
La suerte emvellecida de tus piernas jugarán entre mis dedos
Nos hará sonreír la cuenta infinita de resecas melancolías
Nostalgias de retos incumplidos, penas, tristezas y alegrías
Versarán entre los triunfales momentos de enojados calores
Finalmente, intentaremos transgredir palabras evangélicas
Bajo el manto dispensado por los edictos del amor divino
Tambores y redoblantes, cítaras y cornetas serán citados
A esta triunfal salvación de la historia con cierre de musical.
Horas detenidas en los rosales de nuestro conmovido reloj
De agujetas resueltas en temblores de anhelos despiertos
A razón de majestuosos desencuentros y añejas capitulaciones
Nos restan la visión del amor tras noble esplendor de cristales
Nuevos, enmarcados de dorada dignidad para adorar tu belleza
Espejada en verdes laureles de vientre en mosaicos olímpicos
Suerte divina, de nuestros hijos, ellos y estos, míos y tuyo
Rozaran las ternuras de tus dedos los cierres de mis restañados
Surcos de esta sobrevida certificada la esperanza del encuentro
Regalado por las guardas determinadas por dioses ancestrales
Cuesta abajo mis pasos revolotean en la imagen de tus caderas
Retornadas, cimbreantes y puras, a los recuerdos de mis manos,
Tercios incidentes en tu divino rostro harán mis delicias rosadas
La suerte emvellecida de tus piernas jugarán entre mis dedos
Nos hará sonreír la cuenta infinita de resecas melancolías
Nostalgias de retos incumplidos, penas, tristezas y alegrías
Versarán entre los triunfales momentos de enojados calores
Finalmente, intentaremos transgredir palabras evangélicas
Bajo el manto dispensado por los edictos del amor divino
Tambores y redoblantes, cítaras y cornetas serán citados
A esta triunfal salvación de la historia con cierre de musical.
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