Detenido bajo el manto de una oscura noche
El invierno retuvo congelados nuestros llantos
Hasta el encuentro de esta rescatada primavera
Rebosada de flores repartidas entre los prados
Trillados por caminos distintos hasta la meta
Abierta y profunda, enraizada y repartida
Venida a voluntad de otros dioses del Cosmos
Derroches de bengalas rosadas y azules
Iluminan el verbo encarnado de nuestro amor
Resguardo sagrado, recompensa a la espera
Sacrificada, cronología calculada en los cielos
Donde mora el silencio de nuestros juramentos
Caoba tallada contra los vientos de tormentas
Tropicales, pulida y repuntada en lealtades
Inconfesas de pensamientos y tiernos fervores
Brasa votiva de resplandores articulados a reloj
Sin azares, siempre a favor de prevista certeza
Difuminadas en promesas prestas a cumplirse.
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