miércoles, 5 de diciembre de 2018

LA NOVICIA QUE LLORABA

Hilados y frescos iban los arroyuelos,  de interminables historias inundaban los océanos de ternuras propias del noviciado. ralucían sus lágrimas hormonales en corrientes incoherente desde donde hormigueaban sin pausas los pensamientos
tras variaciones tornasol de las entretelas translúcidas de sus incertidumbres vocacionales
Confluían en los mismos zaguanes de los insomnios grises,  la adolescencia aun no resuelta,  la dicha divina y las dudas humanas
Dios les servía  el ideal profundo de la felicidad, el sabor fresco de las frutas y sus olores a capullos de primaveras
Fueron historias recitadas en oraciones durante las meditaciones del noviciado, llegaban en valijas cargadas de heroicos partes de batallas
Contra los gigantes del mal rebosos de miserias difundidas en signos de manchas virales, de la muerte y el exterminio del hecho humano
Una novicia visionaria lloraba la catástrofe visible en  ausencia de sus oraciones y ruegos al Dios del Bien contra el mal.
Sin madurar los cerezos, la novicia que lloraba armó su arneses incompletos tras la urgencias de los mares que reclamaban sus arrojos
Alzaron vuelos los alados caballos del bien humano dispuesto por la razón de Los Cielos y la suerte del Gran Creador.
Todas las batallas ganadas contaban la historia triunfal de la novicia. Se había olvidado de llorar por falta de imsomnios.
Subrepticia llegaron los tormentos de la oscuridad de los tormentos oscuros  llegaron a encender los escándalos junto a sus poemas de la muerte al pie de los altares
La novicia fue estremecida de dolor y sus lágrimas volvieron a llorar sobre el manto de sus luchas contraidas al esplendor humano
Crece su dolor, la novicia no pierde el placer adolescente por sus batallas ganadas. La novicia, sin embargo, aun llora. llora más.









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