Religión de mis pensamientos ha sido este amor sin torpes nudos
Cendra al calor donde renacen los cristales de pasiones consentidas
Sin borrascas ni tormentos, sin embudos, mentiras ni poluciones
De idas y retornos de espumosos salitres perfumados entre las olas
Siempre estás, siempre entre las entrañas calurosas de mis recuerdos
Siempre mía, siempre tuyo, siempre añoro las ternuras de tus mieles
De tus risas, de tus gestos sin excusas, de tus francas leturas de ser
Letras del verbo amar, verso de un poema sin dobles, fresca pradera
Arroyuelo de corrientes sensuales bañado entre espejos silvestres
Libres de saltos ruidosos, sin rocosos escándalos, sin limos ni fangos
Transporte de flores hijas de humana nobleza y otros manantiales
Eres sortilegio admirable de este embrujo, talismán dominador
Te sigo, idealia de mis ambiciones tu figura, tu mirar y mi sed
Tu decir de palabras abiertas, incondicionadas, nido de la belleza
Mujer siempre despierta, razón inconsciente de ansiososos respiros
Hundidos en mis adentros cuando los sueños agotan tus ausencias
Receladas y contrapuestas a los muros de inverosímiles verdades
Heladas como como escarchas resecas, crujientes tras el tiempo
Desparramado al amparo de razones dominantes imperfectas
El reinado de las nubes sigue acomodado en la frescura del rocío
Desesperado por dejarnos caer sus gotas, libres y en abundancia
Caladores somos de azúcar granulado en cristales y sabor infinito
Don divino es la razón de saber que existes, pleno te pertenezco.
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