Hasta donde las capacidades atesoradas como actividad neuronal, sistémica, alcanzadas hasta los límites del conocimiento con el que los dioses y el Gran Dios nos unge en calidad de creaturas de Dios, todo el Universo sigue estrictamente esos mandatos prediseñados por esa inteligencia infalible, perfecta, sin torceduras, mellas ni requiebros alterables contrarios a ese diseño algorítmico, único, sobre todo previsto y conocido por Su Diseñador, libre errores ni necesidades de mejoramientos, impecable. De modo que, aun las incertidumbres denunciadas por Einstein como brujería, nos toca acogernos al Designio Mayor, insuperable ante cualquier amago de voluntad o contradicho, de modo, que así ha de ser, es y tiene que ser. Asi, tal que a todo efecto, responde un nuevo efecto compensatorio, tal que el equilibrio de todo el Universo se mantiene así compensado, sin huecos ni salientes desequilibrantes. Así ha de funcionar la dinámica Universal, hasta que Dios disponga la remoción de ese paradigma, aun pendiente de superar, pero que bien nos luce francamente, materialmente insuperable.
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