Fresita creció como todas las niñas crecen, para ser amada,
parir sus hijos y sean cristianos hijos de Dios
parir sus hijos y sean cristianos hijos de Dios
Una mañana, un día de Sol, una tarde nublada, una noche de luna, una madrugada
de tormenta
Una y otra vez, hasta contar hasta diez antes de perder la cuenta, de
Enero a Diciembre
Nacía uno, hembra o varón, para ser amamantado hasta lo que duraba la
próxima postura tras el portal
próxima postura tras el portal
Ella le hablaba en oración al amanecer, los gallos cantaban
sus pensamientos, La Virgen los escuchaba
sus pensamientos, La Virgen los escuchaba
Siempre La Virgen escuchaba las oraciones, siempre salidas de su alma
purísima, siempre humilde
Sus días corrían como los días corren por los caminos de los
campos del Cibao, paridos de flores y frutos
Donde una comadrona siempre ocupada comparte la suerte de las tisanas
con los sanadores divinos
Doña Fresa nunca oyó hablar de mutaciones genéticas, clonaciones, de lluvias
químicas ni feromonas
Sinembargo su ciencia le enseñaba a lavar los jarros de la leche porque el
demonio lamía los restos y les dejaba sus vahos.
Los vahos del demonio provocan Colerín a los niños mal santiguados y mueren
Así fué como Doña Fresa logró, siempre siguiendo los consejos de La
Virgen, salvar diez de sus críos
Porque luchar contra el demonio y las brujas que se chupan los niños nunca ha
sido fácil en El Cibao
Pero cuando la mano de La Virgen toca los niños, todos los
vahos endemoniados se alejan de la casa
Doña Fresa lo sabía y vivió siempre colgada a los pies de su
infalible devoción, santa como su pensamiento.
Sólo La Virgen pudo haber sido madre más santa que Doña Fresa, más
entregada, de más puro amar
Iba todos los días a los manantiales para buscar agua limpia, siempre hervía
los pañales de los niños
Porque es bien sabido que los vahos de los demonio le huyen como
a La Cruz a las aguas calientes
Asímismo siempre supo que huyen en los vapores de los alimentos hervidos, limpios y sanos
Ella bien sabía que los demonios se vuelven cucarachas y ratas para dejar
sus vahos durante las noches
Así sabía resguardar con sales las carnes, porque supo que los demonios también
les huyen a la sal
Uno a uno de sus hijos iban aprendiendo a ser, como su padre los varones, como
su madre las niñas
Inclinados rogaban la bendición a sus mayores, obedecían sus consejos,
aprendieron de su amor
Nunca recibió castigos, nunca repartía castigos, Doña Fresa enderezaba
con paciencia sin subir la palabra
Cada uno aprendió a cuidar el tabaco de las babas del demonio que al
escupirlas dañaba las hojas.
Aprendieron a trabajar en los cultivos y en los ranchos,
pero un día el tiempo creció sobre los unos y las otras.
Los muchachos iniciaron sus ritos de escapes, unos y
otras, se fueron tras las luces y los ruidos
Volvían para anunciar las rutas hacia sus nidos alejados, Doña
Fresa los encomendaba a La Virgen
Los entregaba en sus oraciones y los bendecía con los
mensajes consejeros de La Virgen amada
Cada hijo, cada sobrino, cada nieto, cada cual sabía que
a Doña Fresa le hablaba la Virgen con su voz
Su Virgen la cuidó cada día, cada instante, hasta que un día,
saturada de amar y del amor de todos
Entregó en oración su alma a La Virgen, voz callada y labios inocentes
se elevó al Cielo, junto a Dios.
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