Ella era única entre todas las divinidades del bosque de mis fantasías
Era más bella que un ángel escogido de Dios para definir la belleza
Ella iniciaba la vida de las virtudes cantadas en mis libros infantiles
Era la luz única de mis fantasías para alumbrar mis sueños alados
Ella era la paz de mis coincidencias con El Cielo de mi Primera
Confesión
Ella conducía los hilos de mis voluntades con su voluntad como la
imaginaba.
Sus Cabellos
Sus cabellos iban terminados en olas negras que rompian en arcos contra
sus hombros
Corridos suavemente desde su frente apenas
liberada por algunos espaciados entre sus hilos
Tupidos como mar de noche en calma, su brillos
reflejaban escondidos los rayos del cielo
Sus ondulaciones danzaban en vaivén de elásticos desplazamientos
como hilos con memoria
Eran como la mantilla del honor de señorita que florecía entre los
jardines de sus días.
Su voz,
Su voz era una caricia de eufonía musical no igualado jamás ante mis
oídos sintonizados en su solas ondulaciones.
Bibravan sus notas en tonos de violín afinado para
sinfonías de coros infantiles
Cada palabra era un himno cantado tras unos labios
escoltados por jasmines abiertos al rocío
Quebraba unas sílabas tras otras con su ternura adolescente
de trece primaveras
Niña temprana de palabras infantiles pronunciadas siguiendo la
escuela maternal para ser princesa
Solamente Dios puede saber como es de imposible que nunca olvide su
candor.
Sus Ojos
Sus ojos sabían fijarse hacia delante con brillo mojado por la
inocencia sorprendida
Por mis palabras emocionadas, diluido en gestos irreverentes imposibles de
ocultar
Sus párpados parecían dormirse en la quietud de las órbitas desvanecidas
en mis ojos
Pestañas enternecidas en la humedad de sus definiciones
extendidas de su negro natural
Hacían brotar de su mirada un efluvio irresistiblemente seductor, hasta la
paranoia del desvelo
Una inmensa neblina de pasión desbordaba mis entrañas, me
ahogaba en emotivas lascivias.
Sus Labios
Sus labios parecían vibrar al mismo ritmo caótico del temblor de mi
aliento desesperado,
Un idescriptible juego de sus labios de
sangre reflejada recorria la mordida de un lado al otro,
De una isla de rosas surgía la fuente apropiada para
el decir de sus palabras casi en silencio
Sutiles de verbo en inclinado acento colegial, breves y
precisas poesías de niña prodigiosa
Eran la carne frágil de la infancia que se volvía mujer,
inexplorada, casi para no tocarla.
Sus Manos
Sus manos se dejaron extender en saludo de un segundo interminable
en mi reloj detenido
Nada, nada podía ser tan inmaterial como el
plumón aceituna de su piel imperceptible
Le salían los dedos desde su palma
como brotes improvisados en un lirio rosado en
primavera
Percibían mis manos el imaginario ruido del flujo púrpura de sus
corrientes vitales
Eran las manos soñadas de las infanta inspiradas en los reinos del
agua de ninfas y nereidas
Eran las manos sagradas de los angeles adolescentes en los
retablos anticipados de Miguel Angel.
Sus Pechos
Disimulada silueta de higos verdes bajo el lienzo de las sedas de una
blusa privilegiada
Nunca habría signos válidos ante un sublime poeta de Dios para
describir su latencia virginal
Dos polluelas reverenciadas, candial ligero de
los trigales de la reina para las hostias del sacramento
Paridad insoluble en líneas paralelas de virtud definida bajo la
indiscreción de una mirada casual
Así mis latidos corrían revueltos en razones contenidas en la cultura de
mis oprimidas declaraciones.
Su Cintura
Se desglosaba su cintura en suave delineado hasta el ancho perfecto de
sus caderas recién abiertas
De vueltas completas en líneas increíblemente definidas como asiento de
mujer formada para amar
Iban cayendo las marcas de unas piernas talladas a la corrección de
diamantes de los museos reales
Desde sus pies hasta sus rodillas, se iban llenando sus pantorrillas en
hinchada y armoníca lisura
Sus Pasos
Sus pasos torneaban la brisa suavemente con la cadencia de las sensuales
danzas por la vida misma
Tremolaban las piezas de sus vestidos embrujados en compromisos
guardianes ante mis deseos
Se escandalizaban los fríos de mis sudores irredentos cargados de trazos
hormonales inocultables
Cuando a su paso un dulce aliento de feromonas
inadvertidas detenían en sus hechizos mis respiros.
Sus Recuerdos
Sus recuerdos son mi fantasía única escrita en mis imaginarios de
lo perfecto
La luz de las noches determinadas para los reflejos
ciegos y mudos del ocio
Son la música de las canciones de la nostalgia vestida de adas maravillosas.
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