martes, 30 de octubre de 2012

LA OFRENDA DE ESTHER COLÓN




La vida caminaba tomada de sus manos, apoyada en los bríos de la tierna potranca

Esther era su nombre traído de tesimonios divinos para cultivarse en los jardines de Dios

Una flor distinta, a ella se abría el sol de las mañanas hechizado ante el influjo de su voz

De su rostro enteramente libre de eufemismos y artificios, reboso de gracias y luces

El rito natural de los colores del día obedecían a los deseos encantados de sus armonías

Sus ojos fijos iban dibujando hechizos de su confianza y entrega repartidos entre todos

Doncella conservada como Talismán ensortijado, Grial sagrado sin máculas de la carne

Fué la pura mujer de voluntades tan firmes, su piel adolescente transformaba la mirada

El cortinaje de sus pestañas guardaba quizás algún secreto, mas, ella fue siempre la luz

Con piernas de mujer  colgadas del vaivén de sus caderas, vibraban en los regalos

De las palabras murmuradas con irreverencias tras la dinamia escultural de sus caderas

Gesto de niña, gesto de mujer,  niña o mujer, era una oración, era misma la luz de Dios.

En algún momento El Cielo dispuso,  fueron probados los argumentos divinos en su pecho

Sin contratos ni cirujanos, sin pócimas malditas, sin rayos ardientes: sus entrañas latían

Así resguardó su coraje de heroína la vida que ante El Creador juró cambiar por la suya

Ofrendó su cuerpo, sirvió el cáliz de su sangre gota a gota a  su vientre sin el dolor de la duda

Sin fiestas, sin escándalos ni altares, sólo su alma y su Dios firmaron el futuro y la gloria

No hubo anuncios ni denuncias,  no hubo medios ni intermedios ni responsos parroquiales

No hubo marchas volcánicas, ni loros, ni cotorras, ni monjas, ni monseñores ni cardenales

Transcurrió la verdad, el amor divino, la razón sublime del sacrificio perfecto de El Ungido

Resignó su cuerpo, redimió la vida de sus entrañas, santificó su alma y ascendió a Los Cielos.

Los signos de su nombre van subiendo las escalas en las notas de su garganta jilguera

Canta a su Dios y al amor en la vida de su premio perfecto hecho verbo clonado de su bien

Estremecido en la faz de sus misma mirada, pestañas y el sin fronteras de sus pensamientos


Descendiò de todas las divinidades, fue Nereida, Musa y Ninfa a la vez, Minerva y Afrodita.

Lo cantan todas las flores de los robles y encinas de los cerros más encumbrados

En coros de su iglesia, escuelas y academias donde vibran las cuerdas de su voz y guitarra

Delineada muñeca de arte y deporte, mujer y versos eróticos, gracia y ternura

Inigual voluntad de la empinada razón, ágil pensamiento esclarecido por Los Cielos 


Virtud sobrada de valor valiente y de valores rectos como verdades del Ungido Galileo.

Cobró el universo antes del tiempo esperado en la imaginación de hombres

Cuando dispuso El Señor más poderoso su santa autoridad lacerando el músculo del cuerpo

De sus huesos, nuestros ojos empapados, nuestras venas  conmovidas y golpeadas

Nos resta una oración de dolor mal resignado, irreverente y profano ante Dios y su perdón.

Sea  Él su paz, sea su voluntad, sea su digna salvación la seguridad de su Reino Mayor.

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