Mao, medio nombre de su medio cuerpo, socio infantil de cacerías a tirapiedras
Orquesta de ramos, banda de gomas y codo de suela, arma de caza y amenaza
Risa despierta entre mocos, puntería de precisón divina sin heroicas pretensiones
Creció si creció entre ramos y mañanas neblinosas como todos al fin crecimos
Entre silbos de grillos, aguaceros, ríos y arroyos, rayos y brisas, misas y letanías
Procaz virtud su ironía precisada entre sarcasmos contra necios, gordos y torpes
Libre de cuentas sobre levedad de su famelia sin alzada de ancas ni envergadura
Desjuiciado alguno jamás acumuló cargos ni castigos contra su mordiente risería
Inteligido a diligencia de encargos menudos por adelantada bendición de panza
Mal entusiasta de aulas y abecedarios, por reconocimiento virtuoso sus canicas
Aventajó su milagro a todos en todos los ruedos al terrazón de patios y caminos
Cada vez caí, perdedor favorito de sus suertes, valían la muerte sus sarcasmos
Siempre fuimos los otros vencidos, una y tantas veces, por todo signo sus dedos
Parejas con Dios fueron sus cuentas amarradas al celo despierto de tal fortuna
Caminos y caminitos nos llevaron a los charcos de peces, jaibas y crecedores
Sagos, guabinas, dajaos y tilapias novedosas, nunca sumamos juntos los demás
Bastante suma hasta las cuentas de sus cuentas, su bendición fue su bendición
Descamisado el regreso, tiritaban los fríos en nuestras costillas y labios cenizos
Mao cargaba su carga, los demás, clamor y pena, cristianas culpas de confesión
Arribaron horas, días y hormonas que hacían cantar los gallos en cada patio
En cada vena de nuestra sangre signada de nombres propios de los abuelos
Muchacho, canicas y peces voltearon mira y avistar la hombrada de gallerías
Las apuestas rezan en oraciones a la fina mirada de los comensales de su Dios
Vuelto el hilo de su mirada al tiempo eventual, Mao siempre vio la dicha de Dios.
Lloro su huida de la vida cuando aun me restaba pasar balance a las canicas
A los peces y a los pájaros, a los pollos de primeros botones de espuelas
A sus risas y a sus historias de aventuras y caminos atardecidos de muertos
A su desnudez y mi desnudez en los patios, arroyos y orillas del Relumbrón
Charco y peligro profundo alejado del lavadero de nus madres lavanderas
Pendientes apuestas nos esperan con las canicas en los bolsos de medias viejas
En las varas y cuerdas de pescas a las orillas de cualquier charquito verde-azul
Angostos son los huecos de nostalgia ajena para este sin par, perdido lagrimón
Oleaje claro con sabor a sal, sombra de neblina sobre el sol del alma abierta
Mi aliento tibio nubla la mirada, mis letras, memorial de homenaje a sus dones.
Orquesta de ramos, banda de gomas y codo de suela, arma de caza y amenaza
Risa despierta entre mocos, puntería de precisón divina sin heroicas pretensiones
Creció si creció entre ramos y mañanas neblinosas como todos al fin crecimos
Entre silbos de grillos, aguaceros, ríos y arroyos, rayos y brisas, misas y letanías
Procaz virtud su ironía precisada entre sarcasmos contra necios, gordos y torpes
Libre de cuentas sobre levedad de su famelia sin alzada de ancas ni envergadura
Desjuiciado alguno jamás acumuló cargos ni castigos contra su mordiente risería
Inteligido a diligencia de encargos menudos por adelantada bendición de panza
Mal entusiasta de aulas y abecedarios, por reconocimiento virtuoso sus canicas
Aventajó su milagro a todos en todos los ruedos al terrazón de patios y caminos
Cada vez caí, perdedor favorito de sus suertes, valían la muerte sus sarcasmos
Siempre fuimos los otros vencidos, una y tantas veces, por todo signo sus dedos
Parejas con Dios fueron sus cuentas amarradas al celo despierto de tal fortuna
Caminos y caminitos nos llevaron a los charcos de peces, jaibas y crecedores
Sagos, guabinas, dajaos y tilapias novedosas, nunca sumamos juntos los demás
Bastante suma hasta las cuentas de sus cuentas, su bendición fue su bendición
Descamisado el regreso, tiritaban los fríos en nuestras costillas y labios cenizos
Mao cargaba su carga, los demás, clamor y pena, cristianas culpas de confesión
Arribaron horas, días y hormonas que hacían cantar los gallos en cada patio
En cada vena de nuestra sangre signada de nombres propios de los abuelos
Muchacho, canicas y peces voltearon mira y avistar la hombrada de gallerías
Las apuestas rezan en oraciones a la fina mirada de los comensales de su Dios
Vuelto el hilo de su mirada al tiempo eventual, Mao siempre vio la dicha de Dios.
Lloro su huida de la vida cuando aun me restaba pasar balance a las canicas
A los peces y a los pájaros, a los pollos de primeros botones de espuelas
A sus risas y a sus historias de aventuras y caminos atardecidos de muertos
A su desnudez y mi desnudez en los patios, arroyos y orillas del Relumbrón
Charco y peligro profundo alejado del lavadero de nus madres lavanderas
Pendientes apuestas nos esperan con las canicas en los bolsos de medias viejas
En las varas y cuerdas de pescas a las orillas de cualquier charquito verde-azul
Angostos son los huecos de nostalgia ajena para este sin par, perdido lagrimón
Oleaje claro con sabor a sal, sombra de neblina sobre el sol del alma abierta
Mi aliento tibio nubla la mirada, mis letras, memorial de homenaje a sus dones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario