No puedo evitar llevarla tan adentro donde me late tibia el alma
Replicada en cada resquicio de la carne espiritual de mi materia
Verbo hecho de noches largas en extendido manto de nostalgia
Arde el calor despierto de las ansias en los desiertos de la espera
Aquí, donde los soles del medio día aun se echan contra el gris
De nubes en tardes de despedidas sin pensar la nueva primavera
Los astros lucen tan lejanos, hoy sólo sueños lían atisbos de futuro
Allende los tiempos sin consumir do los hielos guardan la pasión
De sus ojos derretidos en los tiernos brotes de su dormido mirar
Sus labios de novia destilados en celo por hormonas de cachorra
Guardo lo mejor de mi aliento, fiera curtida en bahos de montes
Inundado en los ilesos humores de una nostalgia virgen y dulce
Los signos de la palabra jamás darían alcance al pensamiento
De esta tristeza almacenada en las bodegas fermentadas del amor
Aquella voz de silencio devuelto en cantos y gorjeos de infancia
Tornan mis memorias detenidas en el pasar etéreo de su gracia
Levitada como plumón de ave sorprendido en un leve sonrisa
Transparente a la mirada ansiosa por beber en su aliento de niña
Tiempo verde aun se refleja en los albores preñados de su savia
Calostro divino del primer intento suspendido en mi Cosmos vital
Moriré saturado en la sal de mis intentos, pintado de reflejos
Han de iluminarme mil colores imaginados al sol de sus caricias
No cesaré por deletrear sus carnes con mis dedos y mis besos
Acaecidos sin dolor bajo el murmullo de jadeos enrojecidos
Recurriré al dios de las aguas encerradas en lagos congelados
Mis ruegos abrirán las compuertas inmensas de esta verdad.
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