Muralla de verdad absoluta. certeza misma de Dios
No imaginé amar una niña vertida en carnes de mujer
Posible lo imposible, un jamás esculpido en inciertos
De palabras talladas y terminadas al filo del acero
Repujado a golpes y calor de pensamientos nuevos
Mandriles viejos y pasión de encumbrado robledal
Voces y palabras verdaderas de aceitunas por senos
Cabezales ungidos al furor de juegos maternales
Cósmica razón, espasmos de orugas bajo el vientre
Corren ahora humores divinos con olor a sirenas
Deslizadas sobre el nácar de su lecho y su manto
Llegará una tarde, una noche o una abierta mañana
Estaré anclado al fondo de esta larga y tierna espera
Libre quedaré del hambre de sus hechos y palabras
Corridos en mis pensamiento a chorros de estrellas
Estremecidos mis temblores me hablará su garganta
Revoloteará su lengua, haremos fuego sus promesas
Al abrir los cofres rojos de verdad y flujo de la vida
Emergerá el Olimpo, cerro fertilizado en su vientre
Una vez y otra, estalle la dicha a salvar el Universo
Soles de media noche despiertos sobre el estuario
De las abundancias desde alturas sobre bien y mal
A historias de tiempos perdidos, mis versos ganados
Viajeros de madrugadas, rocío y sudor de amaneceres
Intensa estadía de sueños realizados y luz consumida
Al momento exacto, razón de cuantos en la materia
Razón divina de esta religión mía que eres y serás
Mi hoy y mañana, final de mi final, mi siempre siempre.
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