¿A donde va el alma cuando pasa frente a su imagen…?
¿Desde qué mundo infinito llegan las voces de sus reflejos?
Sordo momento, plasmado en el gran olvido nos despierta,
¿Tras qué ventana escondidos nos, aguardan sus lamentos?
¡Cuánto callan las imágenes! ¡Cuánto dice un solo gesto!
El retorno llega ansioso en voz y dolor de alumbramiento
Se escucha un verso simple: -¡Estremecedor vive un latido!-
Símbolos humanos perpetuados en su aura espectral
Arriba a templados paralelos lo sensible de un suceso.
Recreo de un lapso que fue transcurso y diálogo cierto,
En rasgadas pasiones, tras cantos, encantos y cortejos.
¡Son mis retratos, crónicas frías de grandes momentos!
Traen gracias sus labios, donde cuelgan besos ardientes,
Un mimo impreciso mira desde la roja herida transversa…
Tan singular sus siluetas, tan lisas son sus cubiertas,
Acaso sino olvidado del convexo rostro de las tinieblas.
El charol que hay en sus ojos, precipicio a lo soberbio,
Ni el mismo mar semeja todo su antojado resplandor
Esperanza o desmayo bajo el haz que nos despedaza
y cercena matices de arrojo que desbordan sus pechos.
Miel de tu boca al roce de brisas frías validan mis dedos
Revolcadas en nuestras pieles, fuego y azufre su sexo.
¿O es la historia una pesquisa que nunca tocó la carne?
¿Es la gaviota errante elevada sobre los surcos profanos?
A voluntad del artista, vuela la memoria de mis rasgaduras
Alcancemos a recibir el boceto, presagio indeterminado
Imagen y milagro de Dios armador de mis pedazos:
¡Encarnada en lento olvido, veo mis caìdas en los retratos!
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