Eran aun sus días ocupados en aprender el alfabeto de las palabras
Ritual animado por su madre era dibujar en trenzas sus cabellos
El sonido infantil de su voz salpicaba el aire de ternura y candidez
Redoblaba el tambor del músculo, comprimida el alma en asombro
Los inciertos miraron sin acento ni certeza mi inconfundida fijación
Mis labios en tremor, manos exprimidas en sudores, filios fraternos
Estremecieron toda piel, quebráronse los signos de voz y lágrimas
Doblegados fueron mis fuerza y espíritu ante la miel de su inocencia
Opuestos a los infernales olvidos, de frente al futuro reivindicado
Contra el magma muerto de viejas ansiedades y la sal de otra suerte
Estalló el bien, hacinado en los codos secos de la insensatez social
Torpe y ahumada entre los trances y llamas firmes del amor en lucha
Quedaron mis rodillas rendidas, entonces fui su cortesano que soy
Quise adosar sus temblores y su todo a mi mismo en único abrazo
Crecieron las azucenas de mi jardín entre sus manos, hoy las cultivo
Esparcido manto de calor contra vencidos fríos del asma y su pavor
Ella es principal de mis entregas, obediencias y fantasías parentales
Reo soy de su voluntad moral, espiritual, es sol de mis pensamientos
Su risa estrellada resuelve su virtud en inflamar mis vivos sentidos
Ilusión total de mi existir es mi Laurita, azul de mi cielo y mis aguas
Rictus libre de esta oración a Dios por tan sagrada y sublime filiación.
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