Cuéntales a ellos que hoy lloramos sus recuerdos juntos en las mismas lágrimas
Como uno son nuestros hijos, como son míos los amores que a ellos los exprime
Cuéntales que es imposible nombar El Cibao sin respirar el aliento de sus almas
Sin igual, sus voces timbradas en las cuerdas del amor más completo imaginable
Cuéntales los nombres de quienes aprendimos a amarles sin nieblas ni resquicios
El blanco luminoso de sus canas y cada surco tras el cristal marino de su mirada
Cuéntales como los hijos, hijos de sus hijos escriben sus nombre con rayos de sol
Cuando no llueve y lo corean al ritmo musical de cada tarde y noche de lluvia
Cuéntales que nos huelen las mañanas a tierra mojada dibujada por sus pasos
Hoy que saltas las empalizada de sus patios floridos, iluminados y frescos
Cuéntales que igual soñamos con ser recibidos de nuevo como un día fuimos.
Al fin, cuéntales cuanto nos rinde el tesoro caluroso de sus noblezas y amor
Cuéntales los modelos consagrados de sus oraciones atildadas en voz de Sofía
Ante altares erigidos bajo sus nombres benditos y proclamados santos de Dios
Llévales completo el jardín de los blancos alelíes de esa generación segunda
Bañada de ternuras fluidas, valladar de luces, colores y sembradíos de risas
Entrégales nuestros nombres arrodillados a sus pies al besar sus pálidas plantas
Agradecidos sin parámetros ni límites imaginados, sigan abiertas las puertas
Siempres abiertas, siempre, como siempre la vieron nuestros despiertos espejos.
Como uno son nuestros hijos, como son míos los amores que a ellos los exprime
Cuéntales que es imposible nombar El Cibao sin respirar el aliento de sus almas
Sin igual, sus voces timbradas en las cuerdas del amor más completo imaginable
Cuéntales los nombres de quienes aprendimos a amarles sin nieblas ni resquicios
El blanco luminoso de sus canas y cada surco tras el cristal marino de su mirada
Cuéntales como los hijos, hijos de sus hijos escriben sus nombre con rayos de sol
Cuando no llueve y lo corean al ritmo musical de cada tarde y noche de lluvia
Cuéntales que nos huelen las mañanas a tierra mojada dibujada por sus pasos
Hoy que saltas las empalizada de sus patios floridos, iluminados y frescos
Cuéntales que igual soñamos con ser recibidos de nuevo como un día fuimos.
Al fin, cuéntales cuanto nos rinde el tesoro caluroso de sus noblezas y amor
Cuéntales los modelos consagrados de sus oraciones atildadas en voz de Sofía
Ante altares erigidos bajo sus nombres benditos y proclamados santos de Dios
Llévales completo el jardín de los blancos alelíes de esa generación segunda
Bañada de ternuras fluidas, valladar de luces, colores y sembradíos de risas
Entrégales nuestros nombres arrodillados a sus pies al besar sus pálidas plantas
Agradecidos sin parámetros ni límites imaginados, sigan abiertas las puertas
Siempres abiertas, siempre, como siempre la vieron nuestros despiertos espejos.
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