Entrar en la experiencia de conducir procesos académicos de enseñanza como profesor de niños, adolescentes y adultos jóvenes, ayuda a asentar nuevos y firmes conocimientos sobre los efectos de variables trascendentes ante el proceso de aprendizaje concernido a los alumnos que son guiados por el profesor. Referir la variable "comunicación", viene a ser ese eje trascendental que atraviesa y se empata con el sistema constituido junto a la inteligencia, la atención y la concentración. Alcanzar la comunicación efectiva entre el conductor o coordinador fundamental del proceso de aprendizaje, implica la comprensión clara y segura de los signos del lenguaje.
El aprendizaje que tiene efecto sobre los procesos filosóficos, físicos y biológicos, como generalidad de todo el conjunto científico, demanda, en primer lugar, la máxima claridad en la comprensión de los términos o signos del lenguaje que han de comunicar las ideas expresadas por el conductor, lo mismo que entre el escritor de los textos en los que se exponen los conceptos y los planteamientos de los problemas cuya resolución veraz demanda la dilucidación científica. Es, por tanto, imprscindible que el profesor cuente con un conjunto lexical de signos firmemente seguro de sus dominios, prescindiendo de lenguajes circulares redundantes y confusos.
Este proceso implica la necesidad de formar profesores capaces de dominar con precisión y seguridad la lengua en la que se dirigen a los alumnos, a la vez que los alumnos han de ser igualmente correctamente bien formados en el conocimiento de la lengua con la que esperan comunicarse con sus conductores en la enseñanza y aprendizaje de los conceptos desarrollados como verdad científica.
Todas estas líneas que acabo de exponer, bien puden ser motivo de confusión si la pensamos como pura y simple perogrullada por lo que, sin embargo, señalo que trato de precisar la necesidad de procurar la formación previa en primer lugar del profesorado y como extensión igualmente obligada, del mismo alumnado, en el dominio eficaz de la lengua, al pensar alcanzar una funcional superación de los niveles de formación en todo el proceso de formación académica que se verifica en la República Dominicana.
Con mayor precisión, como estudiante y profesor de ciencias, dejo constancia de que la mayor dificultad verificada en los procesos de aprendizaje de las ciencias, incluidas las llamadas Ciencias Sociales, parte de la pobreza comunicacional que tiene su origen en la escasa formación que sobre los signos liguísticos que sirven de operadores y enlaces acusan los alumnos y los mismos profesores al expresar o desarrollar los conceptos que han de establecer la efectiva comunicación y relación entre variables.
Este mensaje, con franca humildad pero como efecto de mis experiencias, quiero que sea leido y pensado por el Prof. Don Braulio Rodríguez, cuyas actividades aún les permiten tomar nota de la trascendencia que la precisa comunicación opera sobre la comprensión y la comprehensión del fenómeno y el proceso científico. Este espacio conducido por el Dr. Frank Peña, tanto, por cierto, que las mismas participaciones del mismo Don Braulio Rodríguez, constituyen modelos firmes de como su efectiva comunicación logra que todos los lectores aquí comprendamos y aprendamos de sus cátedras.
No es, sin embargo, el caso de ellos dos, el caso más común de lo que ocurre entre profesores nuestras universidades, mucho menos en nuestras escuelas primarias y secundarias.
El aprendizaje que tiene efecto sobre los procesos filosóficos, físicos y biológicos, como generalidad de todo el conjunto científico, demanda, en primer lugar, la máxima claridad en la comprensión de los términos o signos del lenguaje que han de comunicar las ideas expresadas por el conductor, lo mismo que entre el escritor de los textos en los que se exponen los conceptos y los planteamientos de los problemas cuya resolución veraz demanda la dilucidación científica. Es, por tanto, imprscindible que el profesor cuente con un conjunto lexical de signos firmemente seguro de sus dominios, prescindiendo de lenguajes circulares redundantes y confusos.
Este proceso implica la necesidad de formar profesores capaces de dominar con precisión y seguridad la lengua en la que se dirigen a los alumnos, a la vez que los alumnos han de ser igualmente correctamente bien formados en el conocimiento de la lengua con la que esperan comunicarse con sus conductores en la enseñanza y aprendizaje de los conceptos desarrollados como verdad científica.
Todas estas líneas que acabo de exponer, bien puden ser motivo de confusión si la pensamos como pura y simple perogrullada por lo que, sin embargo, señalo que trato de precisar la necesidad de procurar la formación previa en primer lugar del profesorado y como extensión igualmente obligada, del mismo alumnado, en el dominio eficaz de la lengua, al pensar alcanzar una funcional superación de los niveles de formación en todo el proceso de formación académica que se verifica en la República Dominicana.
Con mayor precisión, como estudiante y profesor de ciencias, dejo constancia de que la mayor dificultad verificada en los procesos de aprendizaje de las ciencias, incluidas las llamadas Ciencias Sociales, parte de la pobreza comunicacional que tiene su origen en la escasa formación que sobre los signos liguísticos que sirven de operadores y enlaces acusan los alumnos y los mismos profesores al expresar o desarrollar los conceptos que han de establecer la efectiva comunicación y relación entre variables.
Este mensaje, con franca humildad pero como efecto de mis experiencias, quiero que sea leido y pensado por el Prof. Don Braulio Rodríguez, cuyas actividades aún les permiten tomar nota de la trascendencia que la precisa comunicación opera sobre la comprensión y la comprehensión del fenómeno y el proceso científico. Este espacio conducido por el Dr. Frank Peña, tanto, por cierto, que las mismas participaciones del mismo Don Braulio Rodríguez, constituyen modelos firmes de como su efectiva comunicación logra que todos los lectores aquí comprendamos y aprendamos de sus cátedras.
No es, sin embargo, el caso de ellos dos, el caso más común de lo que ocurre entre profesores nuestras universidades, mucho menos en nuestras escuelas primarias y secundarias.
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