jueves, 28 de julio de 2022

BÉLICA GACELA

    

 Migraba tu infancia, deshilaban por tu rostro los rizos escolares

De los cabellos despeinados, caidos sobre las rosas de tus mejillas puberinas

Sin risas ni atenciones, desarmabas mis afanes apenas si por ti descubiertos

Encantos discretos enmarcados entre tus brazos abrían la anunciada aurora

Ya era firme la orquilla imaginada sobre  tus dobles pantorrillas musculadas

De casi mujer, de gestos resguardados, potra descubierta por mis miedos

Asi te miraban mis ojos con fijeza asustados, bajo el peso de ser culpable 

Gastáronse los años de mis indiscretas miradas, brotaron los tiernos claveles

Tu jardín de bellezas se ufanaba de rigores, sagrados límites y oraciones

Cantaron las aves desde las ramas de tus alturas embellecidas por el amor

Descubriéronse los cristales  y reflejos de la verdad revelada, mas, tardía

Aun no se derrumban mis fantasías, mis sueños, sin renuncias  ni finales

Van  entre cielos y tierra desgranando estrellas, tesoros de mi resguardo 

Eternamente amado, sin limites, infinito, inmarcesible diamante santificado

Pincelado por la agonía del deseado encuentro, purificación del pensamiento

Será el momento que Dios elija para mirarte de renuevo a mis votos eternos

Flor de pureza inagotable, poesía de un fantástico poema nunca editado, 

Selva encantada, libérrima libélula de ternuras atadas, pienso tus bríos

Escudriño en mis locuras los saltos de tus aguas y avalanchas incontenidas.

Crecen mis ansias anochecidas, alargadas las esperas, parusía irrevocable

Eres fuente  de líquido caudal relicto de mis memorias húmedas de pasiónes

Remotas pero verificadas con certeza firme en los más densos tramos neurónicos

De los centros entrampados de mis ilusiones gigantes, cósmicas y perpetuas

Anhelos libres de mi poesía expresa, sin riendas, desatada de frenos y arneses

Jugando a descubrir la intuición de tu mirar quieto hacia la calle y la calzada

Mientras la música dirigida desde mi escondite, trataba de hallar tus oidos

Sin saberlo nadie más, quizás ni tus sentidos ni tu corazón de niña, quizás

Cuando algunas veces se cruzaron nuestras miradas, pareciste no enterada

Perdía yo la en mi batallar sin guerra declarada, sin más espada ni alforjas

Solo mis pensamiento, desde adentro, desde las entrañas, desde alma misma.

Abominable temor, abominable distancia, abominable insuficiencia de valor.

Finalmente ennegreció la tortura de tu despedida hacia el infinito destino

De tu viaje, inolvidables palabras, inolvidable encuentro, santificado, divino

Altar de mis memorables instintos últimos por rezar a tu regreso imposible

De rodillas sigo persistiendo en la fe del soldado que no rinde su coraje

Su verdad ni sus promesas, su estandarte ni otros signos de su inven cible proa.  

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