Migraba tu infancia, deshilaban por tu rostro los rizos escolares
De los cabellos despeinados, caidos sobre las rosas de tus mejillas puberinas
Sin risas ni atenciones, desarmabas mis afanes apenas si por ti descubiertos
Encantos discretos enmarcados entre tus brazos abrían la anunciada aurora
Ya era firme la orquilla imaginada sobre tus dobles pantorrillas musculadas
De casi mujer, de gestos resguardados, potra descubierta por mis miedos
Asi te miraban mis ojos con fijeza asustados, bajo el peso de ser culpable
Gastáronse los años de mis indiscretas miradas, brotaron los tiernos claveles
Tu jardín de bellezas se ufanaba de rigores, sagrados límites y oraciones
Cantaron las aves desde las ramas de tus alturas embellecidas por el amor
Descubriéronse los cristales y reflejos de la verdad revelada, mas, tardía
Aun no se derrumban mis fantasías, mis sueños, sin renuncias ni finales
Van entre cielos y tierra desgranando estrellas, tesoros de mi resguardo
Eternamente amado, sin limites, infinito, inmarcesible diamante santificado
Pincelado por la agonía del deseado encuentro, purificación del pensamiento
Será el momento que Dios elija para mirarte de renuevo a mis votos eternos
Flor de pureza inagotable, poesía de un fantástico poema nunca editado,
Selva encantada, libérrima libélula de ternuras atadas, pienso tus bríos
Escudriño en mis locuras los saltos de tus aguas y avalanchas incontenidas.
Crecen mis ansias anochecidas, alargadas las esperas, parusía irrevocable
Eres fuente de líquido caudal relicto de mis memorias húmedas de pasiónes
Remotas pero verificadas con certeza firme en los más densos tramos neurónicos
De los centros entrampados de mis ilusiones gigantes, cósmicas y perpetuas
Anhelos libres de mi poesía expresa, sin riendas, desatada de frenos y arneses
Jugando a descubrir la intuición de tu mirar quieto hacia la calle y la calzada
Mientras la música dirigida desde mi escondite, trataba de hallar tus oidos
Sin saberlo nadie más, quizás ni tus sentidos ni tu corazón de niña, quizás
Cuando algunas veces se cruzaron nuestras miradas, pareciste no enterada
Perdía yo la en mi batallar sin guerra declarada, sin más espada ni alforjas
Solo mis pensamiento, desde adentro, desde las entrañas, desde alma misma.
Abominable temor, abominable distancia, abominable insuficiencia de valor.
Finalmente ennegreció la tortura de tu despedida hacia el infinito destino
De tu viaje, inolvidables palabras, inolvidable encuentro, santificado, divino
Altar de mis memorables instintos últimos por rezar a tu regreso imposible
De rodillas sigo persistiendo en la fe del soldado que no rinde su coraje
Su verdad ni sus promesas, su estandarte ni otros signos de su inven cible proa.
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