viernes, 16 de diciembre de 2022

"TO É TÓ Y NA É NÁ"

La nostalgia y la melancolía comulgan religiosamente, sacramentalmente, detenidas en la historiografía que cuelga  en los dinteles del verano, consumidor de las orgánicas proteínas y vitaminas que disueltas en humus alimentan los nuevos retoños al calor de la primavera que renueva la naturaleza, evolucionando como lo mandan los dioses materiales y espirituales. Aun no maduran los cuantos filosóficos acunados en los delirantes huertos de Einstein, Nath Bosé, Bohr y el Super-hombre de Nietzsche, cuando ya se advierte la aparición de nuevos algoritmos tan poderosos, capaces de jugar con la interpretación del pensamiento convertido en sustancia material numérica, físico-química, de una biología pobremente enamorada de los espíritus, de las almas y hasta del pensamiento humano, más inclinado a reconvertir la linguística, la filosofía y la poesía en oros de criptomonedas intangibles, sueños de planetas consumidos, ondas condensadas y verdades sin sentimientos morales. Solo nos quedaba el tiempo, pero al parecer, ha sido destronado ya como esencia material, lo cual nos aseguraría que el dicho más sabio y permanente, no pasaría del tó e tó y ná e na. Cierto, ciertísmo es que si bien no existe efecto alguno sin efecto previo, no es posible tampoco una historia sin historia. La historia de los filósofos de hoy es la herencia de los filósofos de ayer.

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