El árbol del vicio de los resentimientos amontonados como fangos de muladares en la sistemática anatomía emocional de un par de procuradores de las leyes de El Estado, ha echado raíces firmes alimentadas desde esos ricos sumideros.
Han revolcado las leyes del sistema embadurnándolo todo con borrosas caricaturas de justicia, en un rifi-rafe escénico de retorcimientos, añadiduras y truculentas torpezas.
Todos los desechos del hecho civilizador de la justicia han sido convertidos en cambalaches electorales por denegación de justicia, la solemnidad jurídica ha sido contrabandeada tras bajo las hárganas de la farandulería mediática y el desahogo paranoideo, enfermizo, diplópico.
El ensañamiento sanguíneo mostrado en forma desventurada y torpe, capaz de hacer vomitar al más viceralmaníaco caníval exhibido como trofeo de reconocimiento y odio contra-humano, ha sido, sigue siendo, un desdichado modelo de "lo que jamás ha de ser", la justicia de hombre, de sus instituciones, de su signo.
Menos mal que hasta a la Magistrada Miriam Germán, le ha repugnado.
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