jueves, 21 de marzo de 2024

LA DIFÍCIL VERDAD DE LAS CREENCIAS, LA FE Y LOS ATEÍSTAS

 

Las denominadas "CREENCIAS", construcciones mentales referidas a esas convicciones generadas por sentimientos registrados en las activas redes neuronales, materialmente conformadas por una infinidad de circuitos y fuentes reactivas, electroquímicas, tienden a entrar en conflictos conceptuales cuando la realidad material parece hacerlas estallar repartidas en montones de partículas aparentemente desechadas, desmembradas de los sistemas digitales que las sustentan y las encumbran a valores humanizados, es decir, endiosados. 

Es así, como consecuentemente, las "CREENCIAS#, tanto las diosísticas, parejas simétricas que hacen coros con las ateístas, -al menos, las que propalan y promueven los ATEODOMISTAS, dominicanos-,  basados en sus iguales valores moralistas, culturales, espirituales,  etc., abogan por los mismos sistemas de justicia, organización económica, arreglos legales, formación educativa, etc. Por igual, carecen de motivaciones vitales esenciales, ningún propósito vital los empuja, los conmociona, con excepción de las fantasías salvacionistas prometidas en garantía espiritual, a los cristianos. 

Ninguna aseveración o aserto filosófico, parece definir con mínima precisión, el objeto de la vida, la existencia, el futuro, sus razones o metas. En nuestros medios intelectuales comunes, los más enjundiosos pensadores reconocidos desde los tiempos registrados en nuestras tradiciones, ni en lo más mínimo sería posible, -hasta donde conocemos-, hallar jutificación o convicción alguna, capaz de brindarnos razones sostenibles. 

A veces, de vez en cuando, estalla algún "iluminado" pensamiento que pareciera resolver, mover, conmover, el pensamiento intelectual, filosófico, espiritual, de algún sector científico, conceptualizador, "conmovedor", como habrían sido los aparentemente enjundiosos hallazgos de Karl Marx, Max Weber, Eisntein, Sócrates, Platón, Nietzsche, Charles Darwin y otros tantos   pensadores de profunda enjundia intelectual, que, sin embargo, en ningún caso, han alcanzado a descifrar la  humanamente inquietante pregunta que busca establecer alguna salida lógica sobre el incierto, indefinido motivo, razón o finalidad de la existencia universal. Poesía, sueños y fantasías, parecen proceder de la manera más razonable para ofrecer alguna respuesta complacedora. 

Hasta hoy, solo tontos y minusválidos tardíos, presumirían de contar con respuestas teminadas.

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