Siempre la he llevado conmigo en todos mis pensamientos, momentos
de amor y desamor
Durante los tristes tiempos de tormentas, de mis dolores del alma y mis dolores de la vida
Yo sentí su adolescencia vibrar entre mis manos con toda la candidez de sus temblores
Vi destilar de sus labios la húmeda timidez de los aromas y hormonas inflamadas de ardor
Crecieron desesperados sus cabellos despeinándolos entre torpezas mis dedos temblorosos
Sus pechos como disparos escandalizaban la mirada más discreta de los dioses y las mías
Se hinchaban ante mis propios ojos, sus caderas se tallaban entre mis brazos contra los cuerpos
Sobre el pedestal de sus muslos la cascada viva de su espalda detenía la comba de mis manos
La uva negra de su piel hinchada de feromonas sobreturbaban sin redención mis controles
Solamente los faunos de las montañas saben de los impulsos cruzados de mis carnes hirvientes
La amé con mis ojos, mis oídos, mis sueños, con mi piel y con los deseos y con mi alma
Una tarde cualquiera llegaron sus letras, llegaron los días de mis insomnios, sustos y tormentos
Asomaron las lágrimas de mis cobardías, lágrimas de niño perdido en los bosques del fracaso
Nunca volverían a mis fueros de hombre mis fortalezas, se desvanecieron mis impulsos y mi fé
Volvierían las veladas de risas junto al calor de sus labios, sus palabras, su sabor, sus humores
Pero nunca vovieron sus miradas a penetrar mi alma, ni la música de su voz mi entrañas
Volvieron los días de lluvias y golondrinas, las noches de olas y arenas, las lunas confidentes
Volvieron las tristezas compartidas, las promesas, los juramentos y las sábanas del pudor
Yo la miro, aun me flojan las rodillas sus encantos, yo la quiero, yo la busco, yo la reclamo
Su voz es su voz, sus cabellos son sus cabellos, su mirada es la misma y sus labios se mojan
Aun lloros sus llantos, aun río sus risas y celebro sus triunfos, pero aun sigue de viaje el amor.
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