miércoles, 28 de noviembre de 2012

SILBO DE LOBO



Ya las palabras han perdido el furor de las hormonas adolescentes

Canecido de los tobillos a los cabellos, canecida la voz y la mirada

Párpados pesados, vencidos por el silbo madrugador de los trasnoches

Queda una mirada, la llama de una lámpara votiva, un rezo, una ilusión

El romano gladiador en carnes de acero, quedo, sin espada ni puertas

Si a los largos suspiros, al olfato estepario del lobo curtido de inviernos

La saga de un samurai, una doncella robada a las aguas de un riachuelo

Eso queda, historias muertas, un vencedor de guerras, espadas y honores

Caballeros del bien, de dones consagrados por Dios, de alma y cuerpo

Fabulosas virtudes en los olores de hombres, sus triunfales pecados

Prole perfecta, sublime la prole de su prole por doble divina perfección

Sonrisa de entablado, semi-abierta, lujosa, metrada, al brillo de la cera

Ella canta su risa en garganta de cigua, su paso es entero y empinado

Sus pechos son rosales de mayo, encendidos en luz del día temprano

Escoltan su cuello blanco, sus mejillas y labios escandalizados, su ojos

Vestidos de mantilla negra, abierta  la ventana a sus brillos de mujer

Riman en ojeadas al calor tibio de la primavera que fluye en sus venas

Una sinfonía de tambores sordos vibra en su piel, en todas sus carnes

Todas las glándulas de su cuerpo afinan tonos en armonía sinfónica

Saliva líquida timbra al casi hablar, gusta y moja la rosa de sus labios

Le hablo en versos, buscan los deseos de mi lascivia asirse a su sensus,

Volcarse contra el jardín de sus pechos y caderas, sus piernas y lucero

Ojalá los astros de las noches tormentosas no despierten este sueño. 

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