lunes, 7 de diciembre de 2015

TU, IBIS SAGRADA

Espera infinita de noches y distancias infinitas vueltas hoy un breve día

Reescriben nuevos trazos, líneas vivas, despiertas, tintadas de sol y noche

Regreso a desandar mis pasos uno a uno, cachorro de pelaje adolescente

Carga de sustos vulnerables, temblor de piel y dedos, sudor de párpados

Días escolares, domingos, mañanas, tardes, lunas, iglesia, plaza, paseos

Todos los espacios y tiempos estuvieron llenos de tu sonrisa blanca, grande

Abierta a la eufonía de tu voz, arreglo musical, digna la palabra perfecta

Hay simetría extrema en tu rostro, impostura natural, bello paradigma  

Geometría medieval de las pantorrillas que sube en negro por tus piernas

Al metro divino de Los Olimpos, lascivos reciben la carne de tus muslos

Bajo una doble redondez, carne de tus ancas, caderas y cintura de diosa

Encajan tu vientre en el preciso cuerpo de lo perfecto, bajo tus costillas

Capiteles francos de  atalaya que soporta tus sublimes pechos de ser madre

Caoba de tiempo noble, maduro, bastión de purezas dormidas sin razones

Sedimento en cristales impolutos, azúcar morena, reservas de invierno real

Recibí las flores traídas en tus manos púberes para La Virgen de Mayo

Dos y dos iban otras niñas, bajaba voz del cielo, fuiste la garganta de Dios

Se quebraba la compostura en mis rodillas y pensamientos al mirar tus ojos

Cerca a los míos, yo agradecía los florales, liturgia católica de quinta luna

Medía el andar de tus cercanías deportivas y sobresalientes brillos escolares

Tu Devoción de pasos llevaba a La Comunión el fervor cristiano y tu pureza

A tu espalda pecaba el pensamiento, en sueños, manos y oraciones profanas

Escalar tus muros fue imposible bajo equipaje grave de mis tiernos miedos

Sucedieron los nubarrones, las lluvias apagaron  vestigios, senderos y faros

La noche fue extendida sobre toda la tierra, han pasado cuarenta inviernos

Noé despierta sobre las aguas, laten mandatos divinos entre sus corrientes

Hormonales, vivas, cementadas en nostalgias por estallar contra imposibles

Una confluencia de cristales rotos empalmados en letra "ye", nos fundirá

Yo, lobo de reparo curtido en las estepas del hambre, del frío y la contienda

Tu, ibis sagrada, reserva de néctar impoluto, libre fermentos desautorizados

Guardián en puerta de celosas transparencias, lejos mis lodos arrepentidos

Mas, el jardín de los resucitados nos deja la anchura de Dios, para seguir vivos.

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