El infinito mar de la eternidad desvanece la roca de mis pensamientos
Ruedan por el cosmos los carros sin rumbos del instante nunca consumido
Del abrazo evaporado en las más oscuras nubes de revueltos huracanes
Estremecidos de frío quedaron los sustos adolescentes ante los inciertos
Bendijo Dios la primavera de otras fértiles aventuras del polen cruzado
Nos embargan los néctares derramados por la flor en su madura verdad
Los fuegos y tambores de amenazas y peligros nos hinchan de ilusiones
Espejismos dormidos que despiertan en líquidos humores de pubertad
Prendidos por revueltos ensueños en urgidas tardanzas para los abrazos
Reclamados por los más caros tesoros, sensibles al amor entre los dioses
Libertad consumada sobre las montañas y valles libres del impuro material
Razón del beso que se asienta en la densa profundidad del alma amada.
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