El hombre breve transita complacido y completo los caminos largos de la virtud
Lleva el Cosmos en su bolso viajero, sin ser abatido por cansadas estaciones
Sobre su pecho, imperdible y cierta, arrastra como talismán divino su identidad,
Construye el portal de su paz junto a los establos vitales donde moran los genios
De largas sabidurías contenidas en pócimas de breves y condensadas fórmulas
Hadas y sirenas lo alimentan con migas de los asaltos en batallas por gaviotas y
Albatros mensajeros, invasores que sobrevuelan lejanías y arrebatan mares ajenos
El hombre breve rema al ritmo de olas y corrientes, sobre estelas leves de la paz
Concernida a capellanes llegados a tiempo entre breves cabotajes de noches tibias
No pierde el ritmo ni las marcas de días claros, nunca habla de duelos ni pesares
Pero el hombre breve ora cautivo, aconsejado por las tibiezas de los crepúsculos
Alimenta los ánimos de su cuerpo con setas del amanecer cristalizadas al rocío
Primado del alba, al ascender silencioso de los búhos a sus madrigueras calladas
Secretas como sus aromas y discretas miradas, son pesares grises del anochecer
Cierra en sombras los colores sin tonos de sus vestidos cerrados, bien enjuagados
El hombre breve alarga sus horas de meditación bajo lluvias y soles de estación
Al oír de fieras y batallas ensangrentadas muda su territorio siguiendo temblores
De luceros solitarios mientras la madrugada descansa sin despertares de lobos
El hombre breve no compromete su fe ante dioses ni en su contra arrastra culpas
Anunciero cierto de tormentas, las advierte igual que las aves de vuelos marinos
Brevemente avitualla tierra adentro para un comensal, temprano y sin prisas
Su amor por las aves deja precavidas migas a bien de su espíritu puro y redimido
Ante fuego sagrado que entibia las corrientes desalentadas de su vanecida calma
Inerte a la tentación pedestre de zumos fermentados, cura en firme sus represiones
Sin lascivias ni gulas por orgías de palabras encarnadas, desentonos ni adelantos
Sobre juicios inconclusos, no desdice ni maldice del pozo ni el agua que se sirve
El hombre breve retrocede siempre a tiempo fuera del plano de las avalanchas
De contiendas desgatadas sobre filosofía y otras aventuras complejas y difusas
Reconoce el sabor de las aguas limpias, pero valida el agrio sabor a limón verde,
La miel y las flores donde liban abejas, colibríes y los verdes reptiles arborícolas,
El hombre breve retiene sin decir los olores a prado fresco y el de los azahares
Mientras acaricia la razón del amor amablemente, mas, nunca llora aun la pierda
Muere siempre sobre su propia tumba, abrazado a si mismo, sin dejar olores propios
Lleva el Cosmos en su bolso viajero, sin ser abatido por cansadas estaciones
Sobre su pecho, imperdible y cierta, arrastra como talismán divino su identidad,
Construye el portal de su paz junto a los establos vitales donde moran los genios
De largas sabidurías contenidas en pócimas de breves y condensadas fórmulas
Hadas y sirenas lo alimentan con migas de los asaltos en batallas por gaviotas y
Albatros mensajeros, invasores que sobrevuelan lejanías y arrebatan mares ajenos
El hombre breve rema al ritmo de olas y corrientes, sobre estelas leves de la paz
Concernida a capellanes llegados a tiempo entre breves cabotajes de noches tibias
No pierde el ritmo ni las marcas de días claros, nunca habla de duelos ni pesares
Pero el hombre breve ora cautivo, aconsejado por las tibiezas de los crepúsculos
Alimenta los ánimos de su cuerpo con setas del amanecer cristalizadas al rocío
Primado del alba, al ascender silencioso de los búhos a sus madrigueras calladas
Secretas como sus aromas y discretas miradas, son pesares grises del anochecer
Cierra en sombras los colores sin tonos de sus vestidos cerrados, bien enjuagados
El hombre breve alarga sus horas de meditación bajo lluvias y soles de estación
Al oír de fieras y batallas ensangrentadas muda su territorio siguiendo temblores
De luceros solitarios mientras la madrugada descansa sin despertares de lobos
El hombre breve no compromete su fe ante dioses ni en su contra arrastra culpas
Anunciero cierto de tormentas, las advierte igual que las aves de vuelos marinos
Brevemente avitualla tierra adentro para un comensal, temprano y sin prisas
Su amor por las aves deja precavidas migas a bien de su espíritu puro y redimido
Ante fuego sagrado que entibia las corrientes desalentadas de su vanecida calma
Inerte a la tentación pedestre de zumos fermentados, cura en firme sus represiones
Sin lascivias ni gulas por orgías de palabras encarnadas, desentonos ni adelantos
Sobre juicios inconclusos, no desdice ni maldice del pozo ni el agua que se sirve
El hombre breve retrocede siempre a tiempo fuera del plano de las avalanchas
De contiendas desgatadas sobre filosofía y otras aventuras complejas y difusas
Reconoce el sabor de las aguas limpias, pero valida el agrio sabor a limón verde,
La miel y las flores donde liban abejas, colibríes y los verdes reptiles arborícolas,
El hombre breve retiene sin decir los olores a prado fresco y el de los azahares
Mientras acaricia la razón del amor amablemente, mas, nunca llora aun la pierda
Muere siempre sobre su propia tumba, abrazado a si mismo, sin dejar olores propios
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