miércoles, 10 de noviembre de 2021

DESARRAIGO EMOCIONAL Y MENTAL DEL MESTIZAJE EN REPÚBLICA DOMINICANA

 El desarraigo mental, emocional, étnico, falsopatrio, que sufre la dominicanidad, mejor expresado, este desarraigo, -como siempre ocurre con los seres humanos  colonizados y domesticados-, se vuelve muchísimo más expresivo, sentido, resentido y a veces hasta feroz, en los frutos del mestizaje, donde, como mandan las leyes de la evolución biológica natura, tiende a imponerse la cultura dominante, sobre todo, en terminos del poder y dominio sobre la capacidad de la autoridad sobre los signos que benefician la supervivencia de los individuos, como del conjunto que se impone. 

Para ningún estudioso de los signos sociales propios de los atributos cultivados, por ejemplo, en este Julio Ramírez quien esto escribe, lo mismo que cualquier otro mestizo igualmente colonizado, como  Juan Freddy Armando,  se le haría difícil comprender ese desarraigo étnico, social, biológico, cultural, falsopatriótico, que nos hace sentirnos tan separado de la haitianidad de la que parten nuestras marcas históricas mejor acentuadas. 

Así que no ha de resultale extraño a nadie, que por ejemplo, intelectuales como Milton Ray Guevara, Manuel Núñez, Héctor Pimentel, Juan  Freddy Armando, Julio Martínez Pozo, Euri Cabral...y muchísísimos otros nombres más... se manifiesten con tanto encono, rechazo y quien sabrá que otros sentimientos igualmente "santos", para denunciar y sobre todo negar nuestra ascendencia política, cultural, social, histórica natural. 

Entre varios de los cuales, suelen darse casos de taponamientos mentales, intelectuales y racionales hasta para aceptar, comprender, asimilar, el hecho económico de la favorabilidad que, sin embargo, tanto beneficia, una situación de casi imprescindibilidad, esa mano de obra semiesclavizada, que fomenta y sustenta el crecimiento económico que históricamente ha valido para hacer crecer sobre el sudor y la sangre de esa esclavitud obrera que sigue significando el sustento patrio dominicano. 

Pobres de inteligencia numérica, de razonamientos materiales, obnubilados, atastacados en sus incapacidades para enteder las teorías  de la Economía de los Estados, ni siquiera pueden comprender que la suerte económica de la sociedad dominicana descansa en esa capacidad para beneficiar esa capacidad productiva de esa obrería que tiende a prefigurar la cimiente embrional de una posible economía capitalista en República Dominicana, apoyada en la mano de obra semiesclavisada dominico-haitiana. 

Penoso, por señero, me ha resultado y aun resulta, ese caso tan especial, del académico dominicano, Juan Freddy Armando, un signo político de la cosecha boschista desfigurada por ese avasallamiento de desprecio intelectual que, como puede leerse en una trascendente carta de Juan Bosch a los intelectuales dominicanos, no es nada nuevo en nuetro medio.

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