domingo, 29 de noviembre de 2015

JUAN FREDDY ARMANDO, FILOSOFÍA Y POESÍA

CONSIDERACIONES SOBRE LA DISERTACIÓN DESARROLLADA POR DON JUAN FREDDY ARMANDO.
FILOSOFÍA EN LA POESÍA
FILOSOFÍA DE LA POESÍA
FILOSOFÍA COMO POESÍA
SOBRE LA DISERTACION DE JUAN FREDDY ARMANDO
El pasado domingo en la mañana, durante una extendida, académica y tesística disertación auspiciada por el "CIRCULO DE FILOSOFIA, CIENCIA Y CULTURA ANDRES AVELINO" que coordina la Lic. Máxima Hernández y suele celebrar muy regularmente sus sesiones dominicales en el domicilio local del Colegio de Artistas Plásticos, ubicado en el último tramo del peatonal "El Conde", el académico de la lengua, Juan Freddy Armando, abordó con remarcada pericia comunicacional las relaciones que comunican los compromisos de ida y vuelta, entrega y devolución mutuos en los aportes poesía Vs. filosofía.
La filosofía puesta al servicio de la creatividad en el arte poético queda explícita e implicita en la formulación y el armamento literal y conceptual de la esencia contenida en la construcción de la estructura que en el poema sustenta el arte poético, la poesía y la sublimidad del arte y su creación. Así, la filosofía entra con todo su poder epistémico a robustecer y robustecerse en las formas de decir de la poesía, se vale de su elegancia y capacidad de penetración en la psique humana, impresiona, conmueve, estremece y hasta convence. Dota así a la poesía de un instrumento de fuerzas irrefutables apostada sobre la atalaya de lo invencible cuando el firmamento filosófico del poeta ha sido objetivamente sustentado y espiritualmente racionalizado.
La Poesía misma, ademas, es concebida como fuente y parte a la vez de la filosofía. La filosofía concibe la noción de poesía como una expresión de su propio filosofar, su propio hacer filosofía, una pata de su intimidad sustancial. La filosofía de la poesía implica un conjunto de concesiones para la transformación y deformación del lenguaje que devienen en adaptaciones que permiten la asimilación de la sublime belleza que forma parte de su último propósito. La filosofía de la poesía la concesiona como autoridad del juego y la creación en la gracia de la comunicación, haciéndola volátil y hasta efímera cuando así lo demanda la fina arquitectura como mariposa que no está hecha para conocer la noche o como epopeya para la eternidad.
El aspecto, sin embargo, más complejo y monumental de la poesía parte de lo inmenso del concepto de filosofía, el hacer filosófico es todopoderoso, es ciencia, arte, dueña de la objetividad total y dueña indiscutida de la subjetividad total convenidas estas en una correspondencia sublime de la lógica y la razón, tesis y antitesis como instrumentos de imprescindibilidad mutua. Este juego entre el absoluto y lo absurdo, el origen y el fin, el sumidero y la montaña material, se constituye en poesía de la filosofía, donde el objeto de inspiración es la misma pasión, belleza y sublimidad del mismo filosofar, rebosado de conmociones placenteras que surte el dominio del conocimiento instantáneo como el estremecimiento de la duda permanente que nunca será satisfecha. Esta poesía de la filosofía hace del hombre el objeto fundamental de su propias llenuras así como de sus propios vacíos, sin dudas, la filosofía es la fuente última de la poesía, por cuanto, la poesía pura está en la pureza del arte de la filosofía y su filosofar.
Un modelo del diseño artístico en la filosofía de la poesía, lo encontramos en uno de los poemas concebidos por Juan Freddy Armando, -el poeta-, quien parte de los juegos filosóficos para descifrar aspectos de las luchas humanas al intentar filosofar, sus vacíos y sus contrastes. Como juego de la filosofía de la poesía, intenta jugar al perfeccionamiento de reglas instaladas como semáforos rojos inviolables, evita, entre otras restricciones, los remaches apuntillados del uso del relativo "que", casi siempre hirientes contra el poema. En esta composición se congregan el buen gusto de la genialidad artistica, los compromisos con la precepción literaria y el gasto responsable en el tallado de la obra terminada. Es, sin duda, una obra de arte completa.
Pena, fue, francamente que la ingeniosidad exacerbada que mueve los hilos del humor de Juan Freddy Armando, terminaron jugándole la pobre jugada de llevarlo a cerrar considerando que el supuesto "contenido conceptual y filosófico", encontrado en el follón literario escrito por Juan Antonio Alix, "El follón de Yamasá", es una obra de valor filosófico, científico y social, compatible con "Yelidá", de Tomás Hernández Franco, "Intrepid", de Pedro Mir, o "Compadre Mon", de Manuel del Cabral. Triste juego de palabras que solo pudo salpicar su valiosísima disertación.
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Juan Freddy Armando*
ELOGIO DE LO HUMANO.
El oso de los polos, la marmota y el perro
de vez en cuando suben muy libres sus dos manos,
y es como si quisieran convertirse en humanos,
mas no logran hacer los alfanjes de fierro.
Su arma es convencional, no aprenden a hacer guerra,
pues no han desarrollado la santa inteligencia,
aún no saben de Dios ni conocen la ciencia,
ni el gran descubrimiento que por grande me aterra.
Es decir, aún no inventan al Animal Estado,
no tienen falsos héroes ni logran violar leyes,
no saben sacar uñas ni a nadie han torturado.
Sin oros ni diamantes, su vida es muy vacía,
sin príncipes ni historia, sin esclavos ni reyes,
van tristes, sin McDonald’s y sin tecnología.



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El denso poder de una composición poética radica en la significación de la idea que arrastra consigo, en la contundencia del pensamiento que mueve los hilos que bordan la singular belleza de la poesía. La métrica y acentuación, ritmo y rima que buscan entonar su música, constituyen la festiva celebración de su contenido, así, su valor esencial lo constituye su decir. La métrica del soneto puede alcanzar múltiples tonos de belleza como lo hacen las flores, Un soneto de finísimos cortes puede armarse en una arquitectura de versos con tres sílabas como veinte o veintiuna. Obviamente, la lengua y sus inflexiones decide la armonía en sus formas de imaginar y ejecutar sus cantos. Una versificación de diezysiete sílabas, trece, por ejemplo, dificulta la fuluidez lingüística y fónica de su diseño pero el arquitecto buen pulidor de sus arreglos, todo lo salva con su talento.

Verbigracia, el ejemplo que presento a continuación (....este no es uno juanfreddyarmandiano, pero no dudo de que el criollo sea capaz de imbrincarse tan profundo o más en los ejercicios esperimentales de su talento esclarecido.

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

«¡Oh, reina rubia! —díjele—, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar».
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar
DENSIDAD Y PODER DE UN SONETO

Sobre una arquitectura literaria excepcionalmente artística se monta un sistemático argumento que fundamentalmente busca ser completo, denso y terminado por medio de un conjunto de signos fonológicos sonoros, armónicos de comunicación eficaz y suficiente que se empina con aire de superioridad, es la composición literaria nombrada y clasificada como "soneto". Es ley no escrita y casi moral la que compele a todos los poetas, aficionados y profesionales, en gran parte de geografía mundial y preceptiva literaria tradicional, a ejercer de sonetistas en algún estadio de su ejercicio artístico. Sin embargo, es harto frecuente que al tratar de aplicar las reglas físicas generalmente asignadas para armar el denominado soneto, se alcance apenas para ofrecer burdas caricaturas figuradas como aritmética de acentos, conteos silabarios y rimas atropelladas como acero sometido a los fragores, yunque y martillo. El soneto está obligado a la eufonía de la lengua y el pensamiento. Sus arreglos de números y orden para sílabas, acentos y límites, se han determinado en función de la estadística funcional en la psicología y la inteligencia. Catorce a veintiún versos de ocho a diez y seis sílabas, cubren el tramo inteligible psico-lingüístico que promedia la mejor asimilación de un proceso de información, formación y apreciación artística capaz de impactar subliminalmente nuestros sentidos del modo mejor concentrado y asimilables tras un mensaje deleitante e impactante, Las formas del soneto quedan así comprometidas absolutamente con el objeto artístico pretendido tanto como el objeto contenido como argumento con denso poder filosófico de entrada, habilitamiento artístico y lógico en el centro de su estructura y cierre del proyecto mensajero en sus últimos tramos. Un soneto pretendido como solo medidas aritméticas, lingüísticas y musicales, puede así ser llamado pero carecería del propósito objetivo que lo esgrime como composición de valor especial y esencial en el diseño del arte para alcanzar a poner la poesía en el poema. Juan Freddy Armando, un afanado y esforzado diseñador en el arte de implicar eficázmente su filosofar en su arte literaria, alcanza a envolver en las telas de la poesía esta composición que bien merece la precepción de modelo de soneto "académico", dado el cuidadoso terminado de su brillo, tanto en su construcción como en su concepción como ejercicio filosófico de las letras en la creación artística. Ojalá Juan Freddy Armando siguiera priorizando sus talentos en favor de su arte sobre las gastadas apologías propagandísticas que viene haciendo en favor de los relajos rurales y primitivos que caracterizan las letras de Juan Antonio Alix y sus follones.


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