POR alguna razón menos que tonta, con frecuencia suelen leerse en los escritos religiosos más fanátizados del sionismo, aun entre los no avezados en materiass de historias de las ideas religiosas, largas y arregladas bendiciones a nombre del supuesto pensamiento de un Albert Einstein convencido y confesado de creyente en divinidades sobrenaturasles, inmateriales, espirituales y milagrosas. Esa obsesión con caracter de paranoia mítica, revela indicios de algún interés muy marcado por provocar desviaciones de la realidad con fines mal confesados.
Albert Einstein solía ser acosado con frecuencia para que reiterara sus posibles vínculos con el pensamiento que el mismo Einstein llamó supersticioso. A pesar de su sentido amor por su condición de judío, confeso y militante desde su bastión científico, fue reiterativo en su negativa a aceptar la existencia de cualquier forma de divinidad espiritual, poderosa o milagrosa.
En nustro medio local de República Dominicana, cada vez que se presenta la ocasión, algún evangélico, por lo general no católico, surge a elaborar o rebuscar alguna leyenda fantástica que alcance para revivir algún mito en favor de las supuestas creencias capaces de opacar el reiterado ateísmo de Einstein, adosado igualmente a sus convicciones ideológicas pro-socialistas, francamente comunistas.Einstein nunca vaciló al condenar el sistema capitalista a la que consideró como aberración y retranca conta el desarrollo humano.
Quizás no quiso ser guerrerista pero al firmar una carta en respaldo del desarrollo de Bomba Atómica, con el fin de contener los riesgos del desequilibrio de que la desarrollara Alemania como amenaza al resto del mundo. El pesar, sin embargo, por haber firmado aquella carta, le amargó el resto de sus días, tras las explosiones de Hiroshima y Nagasaki.
Albert Einstein solía ser acosado con frecuencia para que reiterara sus posibles vínculos con el pensamiento que el mismo Einstein llamó supersticioso. A pesar de su sentido amor por su condición de judío, confeso y militante desde su bastión científico, fue reiterativo en su negativa a aceptar la existencia de cualquier forma de divinidad espiritual, poderosa o milagrosa.
En nustro medio local de República Dominicana, cada vez que se presenta la ocasión, algún evangélico, por lo general no católico, surge a elaborar o rebuscar alguna leyenda fantástica que alcance para revivir algún mito en favor de las supuestas creencias capaces de opacar el reiterado ateísmo de Einstein, adosado igualmente a sus convicciones ideológicas pro-socialistas, francamente comunistas.Einstein nunca vaciló al condenar el sistema capitalista a la que consideró como aberración y retranca conta el desarrollo humano.
Quizás no quiso ser guerrerista pero al firmar una carta en respaldo del desarrollo de Bomba Atómica, con el fin de contener los riesgos del desequilibrio de que la desarrollara Alemania como amenaza al resto del mundo. El pesar, sin embargo, por haber firmado aquella carta, le amargó el resto de sus días, tras las explosiones de Hiroshima y Nagasaki.
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