Casi niña, presumida de mujer, escribía versos
Rojecidos como las rosas de su pubertad temprana
Espiga verde brotada en azahares frescos y tiernos
Lamidos por rosados reflejos húmedos de su boca
De cachorra sexuada en evaporadas feromonas
Atemperadas desde los nasales manantiales
Los brillos de sus ojos y sus papilas de paladar
Silueta de serpiente aromada de tentaciones
Turban hasta claudicar miradas y palabras
Desbordan los dominios y medidas naturales
Contra las huestes de las razones esclavizadas
Por los arreglados dioses del bien y del mal
Contra los sacramentados mandatos de los días
Solo el cerrado manto secreto de la noche ciega
Valida las fantasías de los sueños en derrames
De mariposas en bandadas pardas y amarillas
Revoloteando como hojas en tornados de verano
Presagios de mojados, otoños tibios, en adelanto
Persiguen mis horas las honduras presagiadas
De anunciados escándalos por sus virtudes
Pretendida de faunos y tritones protegidos
Entre rocas y tridentes, rayos y tormentas
Nereida consentida, impoluta, inalcanzable.
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