viernes, 31 de marzo de 2023

LA PERFECCIÓN Y LAS IMPERFECCIONES


Ciertísimo  es que Adán y Eva procrearon varios descendientes, mujeres y hombres. Sin embargo, igualmente cierto es que ya antes de la creación del Paraíso Terrenal, ya otras criaturas habían sido creadas: los ángeles. Estos seres, quienes, al estilo del Creador, fueron dotados de Libre Albedrío, para escoger entre virtudes y vicios. Así que, algunos vicios se aposentaron entre el inmenso prado de las infinitas oportunidades que la Divina Creación les dotó a cada uno. Una de esas oportunidades fué aprovechada por una parte de ese inmedible ejército de seres creados, portadores de muchas propiedades semejantes a las de los seres humanos, incluidas entre estas, muchas de esas virtuosidades perdidas por Adán y Eva, a consecuencia de cultivos como la ambición de poder, la desobediencia, la envidia, la mentira, la inclinación a destruir sus congéneres, así como otras que les fueron transmitidas por los ángeles caidos en desgracia, precisamente, por ese comportamiento desaprobado por los deseos y voluntad de El Creador.  Entre las propiedades virtuosas que, sin embargo, les fueron concedidas al hombre, está la capacidad de transmitir su herencia, tanto la correspondiente a las virtudes como la correspondiente los vicios. Como bien conocemos, los ángeles, sin embargo, no cultivaron la propiedad de reproducirse, tampoco envejecen ni mueren, como si les ocurre a los hombres. Por contar los humanos con ciertas debilidades desarrolladas, pero, intrínsecamente creadas y puestas a su libre albedrío, los humanos desarrollan, desde el momento mismo de La Creación, esas mismas influencias cultivadas por los ángeleles desviados y caídos en desgracia. Así que resultando aleatoriamente intrínsecas, esas propiedades, tanto las virtuosas como la viciosas, siguen ahí, en la composición heredada. De modo que, siendo, como entienden nuestros limitados entendimientos, que Dios no anda variando su diseño original, considerado por la inteligencia humana, como perfecto, he de entender que no han de aparecer en este Original Diseño, cambios que sugieran alguna incorrección o error de origen. Dios nunca hubo de errar, antes, ahora ni lo hará en el futuro.

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