domingo, 4 de junio de 2023

EL HUMANISMO JUDEO-CRISTIANO DE KARL MARX

 

Cierto, ciertísimo es  que cualquier estudioso del humano desarrollo histórico de las ideas religiosas que desembocan y originan en el establecimiento antropológico de la cultura que significa la fe en el Dios de los judíos, sus creencias, filosofía y todo el asentamiento de sus convicciones humanísticas, queda compelido, casi obligado intelectualmente, a encajar tanto a Karl Marx como a los demás otros conspicuos filósofos alemanes-judíos de su época, en esa natural formación y asersión  cuasi-biológica, del humanismo judío y, por extensión, judeo cristiano. 

Así es como las ideas de estos pensadores dedicados, esforzados, intelectualizados, socialmente humanizados, tuvieron que obedecer a ese fuerte lazo de arraigo natural en lucha denodada por la defensa, a muerte, de todo el conjunto humano,  de tal modo que sus profundos sacrificios intelectuales, revolucionarios, fueron concentrados en esa lucha por la dignificación, enteneida a su modo cultural, de la colectividad humana, sin discriminación, sin segregación, siguiendo el poderoso mensaje divino de considerar como iguales a todas sus criaturas. 

Todos los demás detalles derivados, arreglos, torceduras, machacones, etc., no han sido otra cosa que acomodaciones particulares de los distintos grupos o familias sociales y regionales, que sin embargo, siguen la lógica de la racionalidad material que resulta de ese historicismo materialmente inevitable que fija el poder decisorio de las inclinaciones culturales, aplicables al dominio ejercido sobre los medios de producción. 

Sin embargo, es fácil entender, que dado el poderoso aserto materialista al que tanto Engel, Marx, Hegel y otros pensadore de su época y categoría, dedicaron tantos talentos, en cierto modo, detuvieron sus entregas y dejaron a los biólogos del momento, la incidencia, igualmente material, de la compulsión fundada en los mandamientos evolucionistas de C. Darwin que dirigen sus miras hacia la necesidad evolutiva de los criterios que norman la ruta de llevar dirigirse hacia la continua corrección y perfeccionamiento continuo de la vida misma, de la existencia misma, quizás, -pudiéramos especular-, para evitar caer en disquisiones relacionadas con los orígenes mismos de la vida y la materia misma-, lo que en cualquier caso, conllevaría a la circular antigüedad, de viejas disquisiciones filosóficas, trascendentes pero de escaso valor en los momentos en los que se debatían otos asuntos más terrenales. 

Tales consideraciones, nos permiten insistir en  un aserto inervitable: el humanismo de Karl Marx, ideológicamente, no es otro ni más radical, que el mismo y profundo sentir cultural, asentado en psiquis divinalizada, evolucionada famiar y socialmente como objeto biológico y humano culturalmente judío-critianizado. 

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