miércoles, 21 de junio de 2023

EL ORIGEN DE LAS COSAS

 La Antropología, leído y descrito el término como ciencia, estudio o conocimiento general del ser humano, incluidas las incidencias con respecto a su entorno, como todo intento de referirse a cualquier hecho o estado en cualquier caso, referido al Universo, ha de ser siempre implicada, obsrvada y medida en función de sus partes como esenciales imprescindibles. Sin embargo, con la finalidad de hacer asimilable, empático, terrenal, cualquier punto particularizado, vale hacer algunas separaciones, racionalmente acotadas dentro de algunos limites objetivamente selectos. 


Por lo general, las particularidades de la materia, reconocidas dentro de los marcos físico-científicos extendidos en propiedades desglosadas en detalles multiplicados y asociados a su vez como ciencia quimica, al sistematizarse tienden a conformar un segmento inteligente aparentemente autónomico y,  autogestionable, que denominamos biología, de cuya autogestión, nos luce partir una rama que nombramos efectos dinámicos de las  interacciones bioquímicas en la red neuronal. Esta, pretende explicarse a sí misma, atribuyéndose, por tanto, la capacidad de servirse, de modo racional. 

Pero, lo cierto, cientísimo es, que de entre las propiedades asignadas según lo que de ella alcanzamos a verificar cmo realidad, se incluyen propiedades como "la existencia", es decir, en buena lengua española, ser verificable, concebible, sensible, concernidas al todo universal. Esa condición, su fisicalidad racionalista, cumple con el hecho justificado de ese don cosmológico que aceptamos como racionalismo material. Este racionalismo material cumple a su vez con propiedades fenomenales como el de causa-efeecto. 

Este principalísimo eje sobre el que se desliza la existencia misma, nos advierte que todo efecto es fruto de una causal, tal que, del mismo se desprende la inevitabilidad de hecho alguno que no parta de ese principio causal. Igual nos queda, por tanto, la determinación de esa causa original que el hombre, convencido de su incapacidad reductora, más allá del original efecto causal acude a su monumental inteligencia neuronal ultrafinísima:  la ciencia de la teología: Dios, final y principio de todas las causales. 

Materia física acabada en sublime espiritualidad. Toda materia, hasta hoy, parece diluírse en una onda gravitacional, diríamos, algo así como único efecto, cuasi-espiritual. Quizás Dios habría dispuesto la aparición de esa onda y las derivariones de sus efectos o quizas la imaginación del hombre haya descubierto la existencia sin origen de la exhuberante ondulación eternal. Yo sigo convencido de las enseñanzas de Doña Sofía: Existen cosas en este universo que solo las conoce Nuestro Creador, incluida exprsión "origen de las cosas".  (Nota oportuna: Las aluciones a la respetable Doña Sofía son originales de este redactor).

 


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